Capítulo 30

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El futuro matrimonio Valencia estaba preparando las valijas, por separado, para el viaje en cuestión.

Después de dejar a doña Julia en casa y despedir a Hugo para que fuera a hacer sus maletas, habían ido a ver al obstetra que controlaba el embarazo, para saber si era viable que Betty viajara.

Sólo iban para saber una sola cosa, pero, como siempre, la cabeza de Daniel le hizo preguntar una más...

Flashback

- ¿Cómo fue posible que mi mujer haya quedado embarazada si se estaba cuidando? - preguntó, fingiendo ingenuidad para que el médico no se diera cuenta de su ignorancia. Haciendo que la pelinegra lo fulminara con la mirada.

- Verá, señor Valencia. - habló el hombre mayor, acostumbrado a desaznar a la gente en esos temas. - Las pastillas anticonceptivas se absorben en sangre. Esto quiere decir que, viajan por el torrente sanguíneo. Si la circulación no es pareja, si no corre con la misma intensidad todos los días, las pastillas no se absorben y, por ende, no crean protección alguna...

- Entiendo. - contestó Daniel viendo un gran signo de interrogación en la frente del médico.- ¿Te informaron eso cuando te las recetaron?- le preguntó a su prometida.

- No.- contestó Betty secamente. - Ya está. Gracias, doctor. Fue muy amable. - saludó al médico y se paró de un tirón, dentro de los límites que le permitía su cuerpo.

Caminó unos pasos delante de Daniel, sin hablar, distraída en su celular. Así fueron cruzando lugares y puertas, hasta quedar en el exterior. Cuando llegaron al auto y se acomodaron, estalló la bomba...

- ¿Cómo se te ocurre hacer esa pregunta?- habló un tono más alto que de costumbre.

- Quería saber...- dijo Daniel tratando de no llevar las cosas muy arriba.

- ¿Aún tienes dudas de esto? ¿Sientes que debes escapar de la situación? ¿Estás tratando de no responsabilizarte por lo sucedido? - habló ella atropelladamente.

- No es lo que quise hacer, cálmate cariño. - dijo él poniendo en marcha el auto. - Vamos a prepararnos, hay un viaje que hacer. ¿Chocolate?

- Sí.- contestó Beatriz aún molesta y de brazos cruzados.

Quería matar a Daniel Valencia. Pero negar un chocolate, jamás...

Fin del Flashback

Por eso mismo, era que estaban preparando sus cosas por separado.

Daniel no entendía por qué tanto alboroto. Para él era una pregunta válida y, como era la primera vez que se cruzaba con el obstetra de cabecera de su mujer, le pareció una excelente idea preguntar.

Aún conociendola y sabiendo leerla a la perfección, nunca creyó que la pelinegra iba a pensar que le estaba insinuando que ese hijo no era de él o que había sido todo culpa de ella. 'Voy a tener que usar protección siempre u operarme', pensó.

Porque, si bien aceptaba y empezaba a tener lindos sentimientos por su bebé, no se veía como padre de más niños. Con uno le bastaba.

{.....}

Daniel Valencia estaba acostumbrado a juntas directivas, reuniones de gobierno, comidas de negocios. Sabía controlar sus emociones y hasta sus expresiones corporales para evitar que se lo comieran vivo o comerse vivo a alguien.

Pero, esas personas que lo rodeaban, a las cuales él llamaba 'familia', lo tenían en un estado mental a punto de colapsar.

Las mujeres de la familia, es decir, Beatriz, la más importante para él, obviously, doña Julia, Marcela y Beata caminaban en un montón hablando y hablando de lo que harían esos días, dejando todo el peso del equipaje en los hombres. Para eso sí servían.

Bueno, todo el equipaje sobre Daniel. Porque Hugo y don Hermes, apenas podían sostenerse ellos mismos y Nicolás, que había aceptado a regañadientes ir, no servía de mucho, a pesar de estar ayudando. Sin ánimos de amargarse la existencia, llamó a un valet del hotel para que se encargara del equipaje, asi el se unía a la muchedumbre en la que se había convertido, bueno, su familia.

Les pidió los documentos a todos, les ordenó, cansado, que lo esperaran sentados en el Hall y fue a pedir las habitaciones. Que ya estaban reservadas. Pero eso ellos no lo sabían. Daniel necesitaba un momento de soledad.

{.....}

- Mañana iremos a la playa. Cartagena es... Un sueño. - hablaba Beata durante la cena, como siempre.- Marce, tienes que ponerte ese vestido que te compré, lo vas a lucir...¡Uy!...

- ¿El que va por encima del bikini? - preguntó su hermana bebiendo de su copa.

- Ese mismo. Está de ututuy.. Por cierto, ¿dónde está Hugo?- preguntó curiosa.

- Don Hugo Lombardi se fue detrás de una espalda trabajada...- contestó Nicolás mientras se llevaba una buena rebanada de pan a la boca.- No creo que tengamos que esperarlo...

Mientras se desarrollaba la cena, los tortolos estaban en su mundo. Con Daniel más descansado y alimentando a su mujer en la boca, como le gustaba hacerlo desde que empezaron a compartir lecho. Le gustaba ver cómo sus mejillas regordetas se movían al masticar y como sonreía al disfrutar del sabor de la comida, mientras comía. Lo hacía sentirse agradecido y satisfecho con la vida.

Una vez terminada la cena, pagada por Nicolás, no milagrosamente, era el vicepresidente financiero de Terramoda, se podía dar ciertos lujos. Todos marcharon rumbo a sus habitaciones. A descansar para tener suficiente energía para afrontar esos hermosos días de sol y mar que tanto venían necesitando.

{.....}

La noche se hizo para dormir. Pero en una de las habitaciones del hotel, un par de enamorados, se entregaban el uno al otro, sin mediar casi palabras y disfrutando de sus cuerpos y sensaciones en ellos.

La pelinegra, buscaba por todos los medios, satisfacer a sus hormonas desatadas de lujuria y el castaño satisfacía cada exigencia de ellas. Teniendo cuidado en sus movimientos y roces, para no lastimar a su mujer en su éxtasis de placer.

Daniel Valencia siempre había sido brusco y desenfrenado al demostrar su amor. Pero, dadas las circunstancias, había aprendido a amar a su mujer con lentitud y delicadeza. Disfrutando el momento con caricias suaves y duraderas que lo hacían vibrar cada vez que las daba.

Provocando en su mujer gemidos vibrantes y melodiosos que, aún sin haber entrado en ella, lo llevaban al quinto cielo, del cual no queria bajar.

Así, solos los dos en un cuarto de hotel, su amor floreció una vez más, como tantas otras veces.

Tenían muchas formas de demostrarse amor. Pero esa, era la que más le gustaba. Sabiendo que nunca se iban a cansar de probar sus cuerpos.

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¡Hola! ¿Cómo va?

Vayan preparando los cubiertos y las servilletas chiquis...

Gracias por el apoyo.🌹.

Disfruten de su momento de relax.

Besos a todos. 😘😘😘.

Sanar para que haya un NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora