Treinta y tres (Esp. I)

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La pelinegra, alias la Emperatriz de la familia Valencia, terminaba de preparar las cosas para abandonar el hospital de Cartagena, mientras su marido, futuro esposo, tenía en brazos al hijo de ambos y le hablaba de todo lo que iban a hacer cuando llegaran a casa.

Habían tenido que quedarse dos meses en Cartagena, por seguridad de Darek Valencia, para sus tratamientos e internación. Betty, su madre, no se había despegado de su lado un solo segundo. Llegando a quedar internada con él los dos meses.

Nadie de la familia quiso viajar de regreso a Bogotá y, para cumplir su meta, alquilaron dos departamentos cerca del hospital. Para poder ir y venir las veces que fuesen necesarias.

Hugo volvió a unirse al grupo días después del incidente y, al enterarse del nacimiento de Darek, no quiso salir del hospital.
Se abrazaba al niño como si de él dependiera su supervivencia, era de mucha ayuda para Betty, logrando hacerla descansar en varios momentos. Aunque, debido a la política del hospital, muchas veces lo tuvieron que sacar a rastras. Cuando le contaron lo que Armando había hecho, quiso ir a matarlo con sus propias manos, provocando que Daniel carcajeara sonoramente.

Nicolás conoció a su sobrino, pero no fue capaz de alzarlo. Tenía miedo de quebrarlo en pedacitos si lo hacía. Su amor por él era evidente pero prefería asegurar la vida del pequeño. Se mantenía a una distancia prudente, la suficiente para disfrutar de la belleza de sobrino que la vida le dió pero sin poner en riesgo la integridad del Valencia menor.

Marcela y Beata, bueno, ellas ya lo  habían venido malcriando desde que estaba en el vientre de su madre, así que, no habían cambiado mucho las cosas  con las hermanas Valencia.

Los abuelos del bebé se morían de amor. Mimaban a la familia de tres como si fueran los reyes del mundo. Sobre todo a Darek, que era la luz de sus ojos.

Así, con todas las vivencias impregnadas en el recuerdo y con el agradecimiento a los médicos por lo que habían hecho por ellos, la familia Valencia abandonó el hospital y, más tarde, después de despedirse de Michel, el aeropuerto de Cartagena.

{.....}

Los llantos de un bebé se escuchaban en el silencio y la oscuridad de la noche, en un lujoso apartamento de Bogotá.

Sus padres entraron corriendo a la habitación del niño con el corazón en la mano y la mente despierta, a pesar de que eran las tres de la mañana.

El bebé, regordete y rechoncho, que ya tenía ocho meses, reía al verlos. Al parecer, ya le había tomado el tiempo a sus padres.

Cuando sus ojos color verde olivo se cruzaron con los café de su madre, un brillo se vio en ellos. Luego de lo cual, miró a su padre y levantó los brazos pidiendo ser alzado y llevado a la cama de ellos para adueñarse de la misma.

Daniel Valencia no daba el brazo a torcer ante nadie, pero cuando su hijo lo miraba, quedaba hecho una gelatina. Tomó al niño en brazos, le revisó el pañal y cuando vio que estaba todo en orden, marchó rumbo a la salida del cuarto.

- ¿Quieres un biberón?- le preguntó a su pelinegro de ojos verde olivo mientras le hacía cosquillas.

- Pa... Pá...- pronunció Darek Valencia y el corazón de sus padres se detuvo.

- ¿Qué dijiste, amor?- le preguntó Betty a su hijo. No sorprendiéndole que esa fuera su primer palabra. Daniel era un abrojo con él.

- Pa... pá.- repitió el niño de ocho meses golpeteando con las manitos.

Daniel había quedado en el shock de la emoción. Volviendo en sí cuando su hijo tomó una de sus mejillas con sus manitos y lo mordió con ganas. Y ya le habían salido dos dientitos de abajo. Su padre apretó los ojos y aguantó el dolor, le quedaría marca pero la presumiría orgulloso.

Al llegar a la cocina, mientras sus hombres se entretenían juntos, Beatriz Pinzón preparaba el biberón de leche materna para su hijo. Producía mucha leche, así que, para no desperdiciar, la sacaba y la congelaba en recipientes estériles. Y así, tenerlas a mano y prepararlas rápidamente y sin problemas.

Se acercó a ellos al finalizar y supo que iba a ser otra noche de dormir en la sala llenos de juguetes y peluches. Se sentía feliz por eso.

{.....}

- ¿Cómo va la hoguera? ¿Ah?- preguntó Beata a su cuñada, mientras salía de la habitación de su sobrino, después de hacerlo dormir..

- No existe.- contestó Betty frustrada, mientras doblaba la ropa de su hijo.- Tu hermano tiene miedo de lastimarme.

- ¿Hiciste algo?- preguntó Beata.

- Intenté todo. Y nada. - suspiro Beatriz.- Se traumó. Porque no tengo otra excusa que dar para que no me quiera tocar.

- Sabes bien que Daniel está loco por tí - trató de darle ánimo a Betty.

- No estoy tan segura ahora.- habló Beatriz conteniendo las lágrimas..- Lo busco y no lo encuentro. Ayer entré al baño mientras se bañaba, lo busqué, intenté complacerlo y me besó y salió volando. Dejándome sola...- las lágrimas caían por el rostro de Betty.

- Se traumó. - habló Beata sin pensar. Era raro que su hermano no quisiera tocar a Beatriz Pinzón

- O tiene otra...- habló Betty con bronca y dolor.

- Eso sí que no... Lo mataré con mis propi...- no pudo terminar porque Daniel cruzó la puerta con un peluche para su hijo y chocolate para su mujer.

- ¿Qué sucede?- preguntó al ver llorar a su mujer.

- Nada. - contestó Betty reponiéndose.- Me golpee el dedo con la silla- mintió.

Daniel no dijo más. Sabía que algo pasaba, más por la mirada fulminante de Beata, que por otra cosa.

Le entregó ilusionado los chocolates a Betty, recibiendo un frío y seco: 'Gracias'. Confundido pero sin ánimos de discutir, fue a poner el peluche en el montón que Darek tenía en la biblioteca. Cuando se despertara se lo presentaría.

{.....}

Esa noche, en un lujoso apartamento de Bogotá, un par de enamorados, aclaraban las cosas en la oscuridad de su habitación.

- Sabes que te amo. ¿Cierto?- preguntó Daniel Valencia.

- No estoy tan segura.- contestó ella, acostándose y dándole la espalda.

- ¿De qué hablas?- le preguntó él sorprendido y apoyando su mano en la cintura de su mujer.

- Y todavía te haces el que no sabes...- habló molesta sacando la mano de su marido de encima de ella.

- Betty...- habló tratando de no desesperarse - Sabes que te amo con locura...

- Por eso me tienes como una muñeca de trapo exhibida en un estante...- dijo ella furiosa en susurros. No quería despertar al niño...

- ¿Qué sucede?- preguntó él más perdido.. Lo que no esperó, fue lo que siguió...

- ¡Daniel Valencia!- gritó Betty con bronca pero en susurros. - ¡¿Eres o te haces?! Hace meses no me tocas, no me haces gritar, no me sacudes, nada. ¿Quieres que siga? ¿Que te diga lo que creo? ¿Ah? Daniel Felipe Valencia.¿Tienes otra mujer?

Y así señores, se cachetea con elegancia para hacer entrar en razón a un hombre que no sabe que, a pesar de hacerlo para cuidar a la persona que ama, la está descuidando al hacerlo.

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¡Hola! ¿Cómo va?

Empezamos con los especiales. Los tres primeros son la continuación de la historia. Pero pasando más rápido los lapsus de tiempo.

Ya después, si van a ser especiales de momentos que no se han visto en la historia, pero que sería interesante saber qué pasó. 

Disfruten los últimos capítulos!

Gracias por el apoyo.🌹.

Disfruten de su momento de relax.

Besos a todos.😘😘😘.

Sanar para que haya un NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora