Don Hermes Pinzón estaba sentado en su sillón favorito, con las manos ocupadas sosteniendo el periódico y una expresión serena en el rostro.
- Papá, necesito hablar con usted sobre algo importante - dijo Beatriz intentando mantener la calma.
Don Hermes la miró con curiosidad, pero no dijo nada. Sólo asintió con la cabeza.
- Decidí mudarme sola a un apartamento propio.- anunció Betty sin muchas vueltas.
La expresión de Don Hermes cambió de serena a sorprendida y luego a enojada.
- ¡Qué!- pronunció subiendo el tono- Beatriz Aurora, usted no necesita vivir sola. Acá tiene todo. Seguridad, contención, usted es una niña de casa, criada con principios y valores...
- Papá, necesito hacerlo por eso mismo. Porque ya no soy una niña. No necesito que mi mamá y usted me protejan. Sólo quiero ser independiente y tomar mis propias decisiones. No puedo seguir viviendo en una burbuja. - Betty se mantuvo firme, aunque podía sentir su corazón latiendo con fuerza.
Don Hermes se levantó de su sillón con aire y expresión autoritaria.
- No. Usted es mi hija y hará lo que yo diga. No va a vivir sola y arriesgarse a... a...- habló don Hermes sin poder terminar la frase.
- Papá, por favor. Entienda. Esto es algo que tengo que hacer. No quiero seguir viviendo así. - Betty podía sentir sus lágrimas amenazando con salir.
Don Hermes se detuvo mirando a su hija con una mezcla de tristeza y enojo.
- Está Bien- dijo una vez que controló sus emociones.- Siento haberle hablado así, mija. Tiene que entender que esto no es fácil para mí.
Betty quedó descolocada unos segundos. Cuando recobró el sentido, abrazó a su padre y él dejó correr la emoción. Su madre se les unió una vez que logró dejar a resguardo la comida.
Beatriz Pinzón supo que había tomado la decisión correcta. Así que se dispuso a comenzar a empacar y tener todo listo para el fin de semana que sería la mudanza.
{.....}
El sábado amaneció soleado y emocionante para Beatriz Pinzon Solano. Ella y su madre habían pasado días empacando cajas y preparándose para la mudanza. Don Hermes se mantenía al margen de todo, si bien había aceptado, no era fácil ver partir a la niña de sus ojos.
La mudanza fue un proceso caótico y lleno de emociones. Beatriz y doña Julia trabajaron juntas para llevar las cajas al apartamento nuevo mientras los mudanzeros se encargaban de la pesada tarea de subir los muebles.
Cuando finalmente terminaron, Betty se paró en medio de su nuevo apartamento, rodeada de cajas y muebles desempacados. Seguía emocionada y un poco abrumada por la cantidad de trabajo que le quedaba por hacer.
- Estoy tan orgullosa de usted, Mijita- su madre se acercó a ella y la abrazó- Este es un gran paso, mi amor. Recuerde, siempre estaré para usted. No importa qué...
Las emociones de la hija se hicieron presentes una vez más, sabiendo que éste era un momento de quiebre en su vida. Agradeció a su madre lo dicho y le prometió que estaría bien.
Después que su progenitora se fue, se puso a desempacar las últimas cajas y organizar su nuevo hogar. Mientras lo hacía, encontró el abrigo que Daniel Valencia le había puesto en el museo. Un perfume francés demasiado caro se desprendía de él, recordó que ahora eran vecinos. Así que cuando se cruzaran, se lo devolvería.
{.....}
Daniel Valencia volvía de un largo almuerzo con su hermana María Beatriz, Beata para la familia. Le había prometido acompañarla a comer y de shopping si dejaba de emparejarlo con cada mujer que se lo pedía. Sabiendo que eso implicaba un enorme sacrificio para él, ya que debía salir de su zona de confort. Pero por sus hermanas era capaz de todo, y más si era para que lo dejarán en paz.
Abrió la puerta del apartamento con la llave magnética y escuchó melodía proveniente de en frente. Al parecer, la doctora Pinzón se había mudado. Quedó unos minutos intentando escuchar, no supo bien por qué, pero al escucharla cantar le salió decir que no lo hacía nada mal. Cuando sintió una sonrisa en su rostro, decidió entrar a su casa. Necesitaba bañarse y un buen trago. Beata lo había dejado de cama.
Luego de un par de horas de haber llegado, decidió prepararse algo para comer. Sólo para engañar el estómago y justificar la cocina que se cargaba el apartamento. Pero al abrir el refrigerador lo encontró sin algo apetecible. Esa noche quería preparar un sabor más tranquilo, sabor a familia. Definitivamente,estar con sus hermanas afectaba su percepción de las cosas.
Se puso el abrigo, tomó sus llaves y abrió la puerta. No se sorprendió al ver a Beatriz Pinzón en el pasillo, luchando con unas enormes bolsas de basura.
- La ayudo - dijo Daniel, sorprendiéndose internamente de lo que había dicho su boca.
- No se moleste. - contestó Betty después de dar un respingo por la sorpresa- Puedo con esto.
- Se vé a leguas.- respondió él acercándose a las bolsas y comenzando a ayudar.
Guió a Beatriz hasta una puerta gris al final del pasillo. La abrió y colocó la bolsa allí. Informando que el encargado del edificio las recogería luego y las sacaría a la calle. Copiaron el mismo recorrido varias veces hasta terminar con todo, bolsas, cajas, cintas, empaques, con todo.
- Gracias- dijo Betty con las manos entrelazadas de frente. Y recordó su pendiente.- Espere aquí. Tengo algo para usted. - habló y desapareció por la puerta de su apartamento.
Daniel miró su reloj de muñeca, ya iba tarde para comprar. Así que se resigno a esperar, así volvía a su apartamento a comer lo que hubiese.
- Gracias.- dijo Beatriz extendiéndole una bolsa-
- De nada.- contestó él al ver que era su abrigo.
- Bueno.- dijo Betty disimulando un bostezo. Estaba destruida.- Supongo que es todo. Que descanse Doctor Valencia.
- Que descanse, Beatriz.- dijo él girando sobre sus talones. Había sido productivo después de todo. Su abrigo preferido había vuelto a él.
- Doctor- escuchó la voz de Beatriz.- No sé ofenda pero vuelva a esperar aqui. No tardo. - Y nuevamente Beatriz se perdió detrás de la puerta y él sólo se limitó a esperar.- Aquí tiene- dijo Betty con media sonrisa al regresar y extendiendo algunos contenedores.
-¿Qué es?- preguntó Daniel con una ceja alzada.
- Comida, doctor Valencia- dijo Betty con su risa característica- Puede comerla con confianza, la hizo mi madre. Me dejó mucha y, si sigo sin convencerlo, tómelo como pago por las molestias.
Dicho eso lo saludó alzando la mano y ladeando la cabeza y desapareció cerrando la puerta de su apartamento.
Daniel quedó unos segundos parado en el pasillo con varios contenedores de comida en un brazo y una bolsa en la otra mano. Eso no era nada bueno. Al menos para él.
Al calentar la comida de la sra Pinzón y sentir el vapor entrando en sus fosas nasales, supo que era eso lo que estaba buscando. Comida de hogar. Hecho por una madre a un hijo. Comió, sin sentir culpa.
----------
¡¡Hola!! ¿Cómo va?
Hoy es el cumple de mi familia. Somos 3. Y dos de ellos cumplen años hoy, 27 de Agosto.
Por eso subo el capítulo, como regalo.
A partir de éste, se vienen cosas buenas, y algunas de acción.Les mando un enorme saludo, gracias por el apoyo. En serio.
Disfruten de su momento de relax.
Besos a todos. 😘😘😘.
ESTÁS LEYENDO
Sanar para que haya un Nosotros
FanfictionLa vida trajo A Beatriz Aurora Pinzón Solano de vuelta a Bogotá, de vuelta a Ecomoda. Sumida en una faceta de su vida en la que busca expiar culpas y sanar heridas para seguir adelante, Beatriz se verá dentro de una tormenta de situaciones y emocion...