Ella, Beatriz Pinzón Solano, no lo perdonaría. No lo dejaría entrar bajo ningún concepto. Le cerraría todas las puertas de acceso a su vida y tiraría la llave al fondo de un abismo.
Abandonó el hospital después de saber que ella estaba bien. Que estaba despertando y que pronto, si todo salía bien, le darían el alta. Marcela y Beata podían hacerse cargo perfectamente de la situación. Él, tenía escoria humana que eliminar.
Había llamado a Michel camino al hospital, fingiendo que era su asistente, para que Aura María no supiese. Le había pedido que le preparara el galpón en Cartagena. Que llegaba durante el mediodía con un paquete en el baúl del auto.
Y así lo hizo, llegó casi a la una de la tarde. Michel y algunos hombres más, lo esperaban en la puerta. Bajó lentamente, abrió la cajuela y un rubio de ojos horribles, atado de pies y manos y con una cinta en la boca, medio desmayado, meado y oloriento imploraba por su vida. Vida que ya estaba mirando a la muerte a los ojos.
{.....}
- ¿Qué hizo? - preguntó Michel fingiendo ingenuidad.
- Atentó contra la vida de la Emperatriz de la familia.- dijo Daniel tirando al suelo al rubio.
- Fuiste un idiota, amigo.- habló Michel al rubio hecho trapo. - Hubiese sido mejor tirarse de un avión sin paracaídas...
El rubio veía todo sin prestar casi atención. Pero sabiendo que estaba en problemas. Esos dos hombres no se la pondrían fácil. Ni aunque les dijera que tenía una madre enferma esperándolo en casa, lo iban a dejar ir. Tenía que estar despierto, algo se le iba a ocurrir.
Lo que ese rubio de ojos horribles no sabía era, quiénes eran esos hombres. Quizá si lo hubiese sabido, hubiese evitado lo que vino después. Porque, esos hombres raros, como él los llamaba en su mente, eran conocidos por una sola frase: Nunca te los cruces de malas, porque esos dos, jamás perdonan. Y menos, si les tocaban lo más sagrado que tenían: la familia.
Y, aunque Beatriz Pinzón Solano aún no había mostrado el suficiente interés por el mayor de los Valencia, se le había metido hasta el fondo de los huesos. Y eso, para él, era suficiente.
Daniel colgó al rubio de un gancho que bajaba del techo. Lo miró a los ojos, su mirada era un fuego...
- ¿Querías caricias de parte de alguien, rubiecito?- le dijo Daniel calmado.- Te enseñaré un par de técnicas, a ver si consigues algo...
El rubio quiso contestar. Pero el otro hombre le puso una cinta sobre la boca.
Daniel le dió una cachetada y giró sobre los talones. Lo dejaría colgado hasta la noche del día siguiente. No tenía apuro, la tortura era una de sus favoritas. Y si era por ella, mucho mejor.
- ¿Emperatriz?- preguntó Michel comenzando a caminar a su lado cuando salió del galpón.
- Sí. Beatriz Pinzón.- contestó él, esperando la reacción.
- ¿Betty?- preguntó preocupado el francés.- ¿Qué pasó? ¿Por qué no me avisaste? ¿La descuidaste?
- Ya. Tranquilo.- dijo Daniel llevándose los dedos al puente de la nariz. - Ella está bien. Está en el hospital...
- ¡¿Eres imbécil?!- gritó Michel furioso.- Hubiese llevado todo para allá.
- No hacía falta. Ella no me quiere ver..- Daniel ya quería irse, pero al mismo tiempo no quería dar la cara.
- Pero yo quiero verla a ella. - Michel sabía que tenía las de perder frente a Daniel. Le sorprendía que su amigo no viera todas las ventajas que tenía con Betty. - Quedas solo. Como en tu casa..Voy a buscar pasaje...
![](https://img.wattpad.com/cover/375544282-288-k488946.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sanar para que haya un Nosotros
ФанфикLa vida trajo A Beatriz Aurora Pinzón Solano de vuelta a Bogotá, de vuelta a Ecomoda. Sumida en una faceta de su vida en la que busca expiar culpas y sanar heridas para seguir adelante, Beatriz se verá dentro de una tormenta de situaciones y emocion...