Sanar para que haya un Nosotros

Capítulo 7

Daniel iba acompañado de su hermana menor, la señorita María Beatriz. Quién iluminaba el lugar sólo con su presencia, tan risueña e hiperactiva, que sólo ella podía seguir su hilo de conversación. Betty reía de cada ocurrencia que salía de los labios de la menor de los Valencia. Daniel sólo miraba por la ventana apurando su café, y Michel comía su tarta de Mora sin culpa y cargo, mientras compartía con Betty unos bombones de chocolate que venían encima.

- Nunca creí que una de mis tocayas fuese tan hermosa- hablaba María Beatriz Valencia, alias Beata,mirando a Betty, con su codo apoyado en la mesa, una sonrisa y su mentón apoyado en su mano- ¿No lo crees hermanito?- preguntó a su hermano con un brillo en sus ojos.

Daniel se atragantó con el líquido que justo pasaba por su garganta y tosió hasta que se salió un pulmón. Beatriz se levantó y comenzó a palmearle la espalda y pidió al mozo un vaso con agua. Beata reía por lo que produjo y Michel miraba como se mira un partido de tenis, sus ojos viajaban de Betty a Daniel y viceversa. Su cabeza le dió a entender que algo pasaba, pero como su amiga aún no le había contado mucho de su vida en esos últimos meses, decidió no sacar conclusiones.

Después de calmarse del atragantamiento, los hermanos Valencia se despidieron de los amigos y emprendieron viaje a casa. Michel y Betty fueron hasta Ecomoda, una vez allí, el francés se despidió, prometiendo llamarla pasados unos días, cuando finalizara algunas negociaciones. Betty, cruzó la recepción y se dispuso a terminar el trabajo que quedaba para ese día, así podía irse a casa temprano.

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Beatriz Pinzón Solano, alias presidente de Ecomoda, alias Betty, cruzaba las puertas del ascensor casi arrastrando los pies. Estaba fundida, adolorida y mentalmente agotada. Apenas cruzara la puerta del apartamento, se daría un baño y se desmayaría en la cama. No tenía ganas de absolutamente nada.

Llegando a la puerta, escuchó música en el apartamento de enfrente, al parecer, Beata se quedaría a dormir. Porque no veía al doctor Valencia escuchando esa clase de música. No sé sorprendió cuando al abrir su puerta, salió Beata por la de enfrente cantando a todo pulmón.

- ¡Betty!- gritó la menor de los Valencia produciendo una extraña vibración en los oídos de su interlocutora. - ¿Vives acá?
- Sí - contestó la interrogada.- Vivo justo aquí.
- ¡Qué bueno!- se alegró Beata y miró para Adentro- ¡Daniel, pon un plato más en la mesa!- le gritó melodiosamente a su hermano.- Ven, vamos a comer. Mi hermano cocina súper rico- dijo, tomando a Betty del brazo y arrastrándola dentro del apartamento.
- No, no, No- decía Betty mientras era obligada a entrar- Yo tengo...
- ¿Invitaste a Marce...?- Daniel quedó mudo al ver a Beatriz dentro del vestíbulo de su apartamento.
- No, no, no. Hermanito. Ella es la invitada. - dijo Beata con una sonrisa de oreja a oreja.

Betty sonrió incómoda y saludó con una mano y ladeando la cabeza. Daniel sólo se limitó a mirar sin decir nada; Beata miraba de un lado al otro. Si su intuición no le había fallado en el café, esos dos tenían un 99.9 % de probabilidad de quedar juntos. Como que era una Valencia, si esa relación no se daba de manera natural, ella haría lo imposible para que se diera.

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Beatriz estaba de vuelta en su apartamento, había logrado convencer a Beata de que la dejara ir a cambiar, prometiéndole que volvería apenas lo hiciese. Así que, ahí estaba, frente a su guardarropa tomando un jean suelto con cintura elástica y un remera de mangas largas color beige para sentirse lo más cómoda posible. Eligió un par de pantuflas a juego y, después de tomar un vino blanco de su alacena, salió por la puerta rumbo a su obligación.

- ¡Vino!- exclamó Beata apenas abrió la puerta.- ¡Qué rico! La pasaremos genial. Ya verás. -

Betty volvió a entrar al apartamento del doctor Valencia y fue conducida por su anfitriona hasta la mesa de la cocina, dónde se sentó y se quedó, sin saber qué hacer.