Especial V (último 18+)

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Como los intereses del favor personal contraído por Betty con Daniel eran muy altos, se tomaron una semana de descanso, de sus respectivas labores, para poder ponerlos en cero.

Beatriz Pinzón era capaz de pagar puntillosamente sus deudas cada mes. Así que sabía que, si bien estaba dando adelantos de muy alto costo esa primer semana, lo hacía gustosa, sabiendo que aún le quedaban varios meses de financiación. Conociendo a Daniel, seguro había financiado en varias cómodas cuotas, con tal de disfrutar al cobrarse.

En eso estaban esa noche, sus cuerpos se habían encontrado más veces que mundiales de futbol existentes y, en cada encuentro, lejos de apagar la llama, la habían prendido cada vez más y más y más...

Beatriz aún no podía creer lo que era capaz de hacerla sentir Daniel con todo lo que le hacía. No podía entender cómo, el castaño, podía hacer tantas cosas y tener energías para seguir. Aún después de haber estado en el hospital y casi perder todo eso que siempre le entregaba, en cualquier momento del día.

{.....}

- ¿Seguro que estás bien? ¿No te sientes cansado? ¿Te duele algo?- preguntaba una Betty despeinada, sudada y con una sonrisa disimulada por la preocupación de que su hombre se sintiera incómodo.

- Estoy bien, doctora Pinzón.- contestó él atrayéndola hacia su cuerpo al rodearla con un brazo y dándole un beso en la cabeza.- Para usted, nunca estoy cansado ni adolorido.

- ¡Que Pena con usted, Doctor Valencia! - contestó Betty risueña empezando a besar el cuello de su amante y empezando a bajar. - Si estuviese cansado, yo podría tener el control sobre la situación. No creo que sea un problema. ¿O sí?

- Estoy muerto.- contestó Daniel liberándola completamente de su brazo y fingiendo cansancio.- Estoy absoluta y completamente muerto. Es más, no me puedo mover. - respondió mirando como Betty fue bajando sus besos y empezó a dejarse llevar por las sensaciones.

- Así me gusta, doctor Valencia.- habló Beatriz con la mirada oscurecida y brillosa por la luna que entraba a través de la cortina.- Déjeme pagar mis deudas como se debe...

Beatriz Pinzón Solano, había aprendido a conocer las cosas que debía hacer en el cuerpo de Daniel para llevarlo a la locura y tenerlo implorando por más. Casi nunca las usaba porque, al ser un hombre joven y viril, a él siempre le gustaba tener el control de la situación. Pero, esa noche en particular, Betty quiso empezar a jugar sus cartas, al menos, durante una partida.

Tomó con su mano hábil el miembro de Daniel, ya hecho un dureza nunca antes vista y comenzó un vaivén de arriba-abajo suave y riguroso. Llegando a rozar sus uñas con la punta, provocando que su dueño suspirara de placer y repitiera su nombre cada vez que lo hacía.

Cuando vio que la mirada del castaño se oscureció lo suficiente; ya que la regla de la pelinegra al actuar era que siempre él tenía que mirar, muy despacio empezó a meter todo el tronco en su boca, mirándolo tiernamente con sus ojos cafés en el proceso.

Llevó su lengua al glande, sabía que eso lo haría pedir más y, quizás, lo haría tomar su cabeza y empezar a embestirla. Estaba preparada para eso.

La boca de Betty era un manjar de dioses para el presidente de Fénix, pero cuando su virilidad estaba dentro de ella, lo transportaba al infierno y al cielo juntos. Sentir su lengua en el centro mismo del placer, lo hizo aferrar sus manos a las sábanas con fuerza. Había dicho que no se podía mover; se arrepentía de eso, pero ese juego de poder entre ellos lo respetaba a rajatabla porque sabía que si cedía en ese momento, Betty cedería después.

Beatriz Aurora siguió succionando el miembro y los testículos con cuidado, provocando un gemido ronco en los labios de su novio. Gemido que le dió el pie para hacer lo que hizo después...

Sanar para que haya un NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora