Capítulo 4: Los Primeros Pasos

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Carlos, ahora en su nueva forma femenina, se encontraba en el pequeño apartamento que Lucía había proporcionado para su "nuevo yo" a través de la magia que ella poseía. Carlos vivía solo desde que se mudó a estudiar en la universidad, su familia tenía bastante dinero así que pagaron todos los estudios de el, pero no volvieron a tener contacto cercano con su hijo.

La transformación no solo era física; también implicaba adaptarse a una realidad completamente diferente. Su mente estaba abrumada, y cada pequeño detalle de su nuevo cuerpo le resultaba desconcertante.

Después de la transformación, Carlos se dirigió al baño con una mezcla de vergüenza y curiosidad. Al entrar, se enfrentó a un espejo que reflejaba la imagen de una joven mujer con una figura esculpida a la perfección. Los pechos, que antes habían sido una parte de su cuerpo que nunca había considerado, ahora se convertían en el centro de su atención. La necesidad de ajustarse a esta nueva realidad era inminente.

Con manos temblorosas, Carlos comenzó a explorar su cuerpo en el espejo. La sensación de su piel suave y diferente le resultaba extraña, y se sentía incómodo con cada movimiento. Decidió darse una ducha, con la esperanza de encontrar algo de normalidad en la rutina diaria.

Mientras se bañaba, Carlos sintió una mezcla de incomodidad y fascinación. El agua, que solía ser una simple caricia en su piel masculina, ahora resaltaba la suavidad de sus nuevas curvas. Lavar su cabello largo y su nuevo cuerpo era una tarea que requería una coordinación y una sensibilidad completamente nueva. Cada gesto, cada movimiento, parecía ser una oportunidad para recordar la transformación que había sufrido.

Al salir de la ducha, Carlos se enfrentó a otro desafío: vestirse. La ropa que Lucía había dejado para él era femenina y ajustada, algo que Carlos no había usado nunca antes. Intentó ponerse un vestido, pero la falta de familiaridad con su nuevo cuerpo y la necesidad de ajustar la ropa para acomodar sus pechos lo hicieron sentir aún más torpe. Se tomó su tiempo, tratando de adaptarse a la nueva sensación de la tela sobre su piel y a la forma en que se movía.

Al mirar su reflejo en el espejo, Carlos se dio cuenta de que necesitaba un nuevo nombre. El nombre de Carlos ya no parecía encajar con su nueva identidad. Pensó en algo que reflejara su situación y, después de mucho deliberar, decidió llamarse Sofía. Era un nombre que le parecía a la vez elegante y apropiado para la nueva vida que le esperaba.

—A partir de este punto, Carlos será Sofia—

Mientras trataba de acomodarse en el apartamento y ajustarse a su nueva realidad, Lucía llegó para una visita. Su presencia era tan firme como siempre, y su mirada mostraba una mezcla de satisfacción y determinación. Se sentó frente a Sofía, con una expresión que no dejaba lugar a dudas: los castigos apenas comenzaban.

—Sofía —dijo Lucía con un tono serio—, quiero que entiendas cómo funcionará esto. Cada día durante un mes, experimentarás un nuevo castigo. No solo para hacerte entender el dolor que causaste, sino para enseñarte la verdadera magnitud de tus acciones.

Sofía, con el rostro aún lleno de confusión y angustia, trató de asimilar las palabras de Lucía. La idea de enfrentar un castigo diario le resultaba abrumadora.

—¿Qué tipo de castigos? —preguntó con un tono de desesperación.

Lucía se levantó y se acercó a Sofía, colocándole una mano en el hombro de manera que no dejaba lugar a dudas sobre la seriedad de la situación.

—Cada castigo estará diseñado para desafiarte y enseñarte una lección. Desde enfrentar situaciones incómodas hasta vivir experiencias que te harán reflexionar sobre el impacto de tus decisiones. Es un proceso para que entiendas lo que significa realmente lo que has hecho.

Sofía sintió el peso de las palabras de Lucía y supo que estaba al comienzo de una prueba difícil. La realidad de su nueva vida como mujer y el conocimiento de que cada día traería un nuevo desafío hicieron que se sintiera aún más vulnerable y ansiosa. Mientras Lucía se despedía, Sofía se quedó sola en el apartamento, con una mezcla de tristeza, incertidumbre y la determinación de enfrentar lo que viniera.

Los primeros momentos de su nueva vida serían solo el comienzo de un mes que prometía ser transformador y doloroso. Sofía sabía que, mientras trataba de adaptarse a su nueva forma y vida, también debía prepararse para enfrentar los castigos que Lucía había prometido. El viaje para entender la magnitud de su traición apenas había comenzado.

EL CASTIGO DEL INFIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora