Esa noche, después de un día de pesadez y cambios extraños, el cuerpo de Sofía comenzó a volver lentamente a la normalidad. Mientras se preparaba para dormir junto a Jorge, sentía cómo sus pechos y caderas se reducían poco a poco a su tamaño habitual. La ropa que apenas le quedaba comenzó a aflojarse, y la sensación de alivio fue inmensa. Finalmente, cuando se tumbó en la cama al lado de Jorge, su cuerpo se sintió como el de siempre, aunque sabía que la tranquilidad no duraría.
Se acurrucó cerca de Jorge, sintiendo su calor y la seguridad que él le brindaba. "Por lo menos hoy termino un poco mejor," pensó para sí misma, intentando olvidar las últimas horas. Mientras se quedaba dormida, su mente vagó entre la gratitud por el apoyo de Jorge y la inquietud por lo que Lucía podría estar planeando a continuación.
Al día siguiente, el sol brillaba a través de las cortinas de la habitación, marcando el inicio de un nuevo día. Sofía se levantó lentamente, sintiendo una extraña mezcla de anticipación y temor. Jorge, siempre optimista, la saludó con una sonrisa.
-Buenos días, Sofía. ¿Te sientes mejor hoy? -preguntó mientras se estiraba.
-Sí, un poco mejor -respondió ella, sonriendo débilmente-. Parece que la magia de Lucía se desvaneció por ahora.
Ambos se prepararon para ir a la universidad. Al ser viernes, la carga académica era más ligera, y después de la clase, Jorge sugirió que podrían aprovechar el fin de semana.
-¿Qué te parece si vamos a la discoteca esta noche? -propuso Jorge, con entusiasmo en su voz-. Podríamos bailar, relajarnos un poco y olvidarnos de todo lo que ha pasado esta semana.
Sofía dudó por un momento, sabiendo que cualquier plan siempre venía con la incertidumbre de lo que Lucía podría hacer. Pero mirando la sonrisa entusiasta de Jorge, no pudo resistirse.
-Claro, suena divertido -respondió finalmente, intentando convencerse de que una noche de diversión podría ser justo lo que necesitaba.
Esa noche, después de vestirse con un elegante vestido negro que resaltaba su figura, Sofía se miró al espejo. "Esto debería ser solo una noche normal, ¿verdad?" se repitió a sí misma, intentando calmar sus nervios. Jorge llegó poco después, elogiando su apariencia y llevándola de la mano mientras salían hacia la discoteca.
Al llegar, el lugar estaba lleno de gente. La música vibrante llenaba el aire, y las luces intermitentes creaban un ambiente animado. Sofía trató de relajarse, disfrutando de la energía del lugar mientras Jorge la llevaba a la pista de baile.
Pero, sin que Sofía lo supiera, Lucía estaba observando desde las sombras, esperando el momento perfecto para lanzar su próximo castigo. "Si Sofía no puede aprender con la calma, entonces aprenderá con la presión," pensó Lucía, conjurando un hechizo que llenó el aire alrededor de Sofía con una extraña magia invisible.
A medida que Sofía y Jorge bailaban, los ojos de los hombres a su alrededor comenzaban a cambiar. Uno a uno, sus miradas se volvían más intensas, llenas de deseo. No pasaron muchos minutos antes de que algunos comenzaran a acercarse a ella, encontrando cualquier excusa para entablar conversación o incluso intentar bailar demasiado cerca.
Sofía empezó a sentirse incómoda. Había notado cómo las miradas de los hombres se clavaban en ella de una manera que nunca antes había experimentado, y, al mismo tiempo, un calor inesperado comenzó a surgir dentro de su cuerpo. Trató de ignorarlo, enfocándose en Jorge, pero cada vez que un hombre la miraba o se acercaba demasiado, su cuerpo respondía con un ardor que le resultaba incontrolable.
-¿Todo bien? -preguntó Jorge, al ver que Sofía parecía distraída.
-Sí, sí... solo un poco acalorada, supongo -respondió ella, aunque su voz temblaba un poco.
El hechizo de Lucía era más fuerte de lo que Sofía había imaginado. Con cada mirada y cada palabra que los hombres le dirigían, su deseo se intensificaba, haciéndola sentir cada vez más fuera de control. Para empeorar las cosas, Jorge, por efecto del hechizo, no se daba cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, manteniéndose ajeno a la atención que Sofía estaba recibiendo.
Finalmente, un hombre más atrevido se acercó demasiado. Tenía una mirada intensa y una sonrisa confiada que la hizo sentir aún más expuesta.
-¿Te gustaría bailar conmigo? -preguntó con un tono que no aceptaba un no por respuesta, acercándose demasiado.
Sofía intentó retroceder, pero el hombre la sujetó suavemente por la cintura, llevándola a la pista de baile. Su cuerpo, atrapado bajo el hechizo, no podía resistirse. La cercanía del hombre, el calor de su aliento, todo se mezclaba en una tormenta de sensaciones que la dejaban sin aliento. Y, antes de que pudiera detenerlo, el hombre la llevó fuera del bullicio de la pista hacia un rincón más privado.
-Por favor, espera... -trató de protestar Sofía, pero sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta cuando el hombre la empujó suavemente contra la pared, comenzando a besar su cuello.
El calor en su cuerpo se convirtió en un fuego ardiente. Todo su ser estaba envuelto en una mezcla de deseo y confusión. Sin embargo, justo cuando las cosas parecían ir demasiado lejos, una nueva sensación se apoderó de ella.
Sofía sintió un cambio repentino y perturbador en su cuerpo. Mientras el hombre la tocaba, un dolor extraño la invadió, y de repente, un pene comenzó a crecer de su cuerpo. El momento de intimidad se convirtió en una experiencia incómoda y confusa para ella, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. La transformación no solo fue dolorosa, sino que también arruinó la experiencia completamente.
-¡¿Qué... qué está pasando?! -exclamó el hombre, alejándose rápidamente, con los ojos abiertos de par en par ante la inesperada situación.
El hombre, sorprendido y disgustado, se alejó rápidamente, dejando a Sofía en un estado de humillación y desesperación. Ella se quedó sola en el rincón, sintiéndose expuesta y avergonzada. El deseo y la excitación que había sentido antes se habían desvanecido, reemplazados por la sensación que era insoportable, una mezcla de vergüenza, humillación y una incomodidad física que la hizo estremecerse.
Sofía, temblando de vergüenza y confusión, trató de cubrirse como pudo, sin saber qué hacer. Las lágrimas se acumularon en sus ojos mientras intentaba encontrar a Jorge en medio de la multitud. Pero por el hechizo, él seguía sin darse cuenta de nada.
Finalmente, con su corazón acelerado y su cuerpo, Sofía corrió hacia la salida, sintiendo que todos los ojos de la discoteca la seguían. ¿Cómo podría seguir soportando esto ¿Cuánto más podría aguantar antes de que todo se desmoronara por completo?
Afuera, bajo la fría luz de la luna, se detuvo para recobrar el aliento, tratando de ocultar la erección de pene en su cuerpo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Sabía que esto era otra cruel lección de Lucía, pero también sabía que no podía rendirse. Tenía que encontrar una manera de terminar con todo esto, antes de que la magia de Lucía la destruyera por completo.
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EL CASTIGO DEL INFIEL
Science FictionCarlos era uno de los chicos más populares de la universidad, con una vida que cualquier persona envidiaría. Sin embargo, todo cambió la noche en que traicionó a su novia, Lucía, durante una fiesta. Lo que Carlos no sabía es que Lucía tenía poderes...