Capítulo 36: ¿Arrepentido?

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Carlos se despertó sintiéndose extraño. Su cuerpo estaba de vuelta a la normalidad, su piel firme y su cabello corto como siempre lo había tenido. Se levantó de la cama y se miró en el espejo. Por un momento, sonrió al ver su reflejo original. Había vuelto a ser Carlos, el hombre que siempre había sido.

Sin embargo, esa sensación de alivio pronto se desvaneció cuando sus pensamientos se dirigieron hacia Jorge. Recordó cómo se habían unido tanto en el último mes, cómo Jorge lo había apoyado y comprendido durante los momentos más difíciles. Carlos sabía que las cosas iban a cambiar ahora.

Decidió ir a buscar a Jorge para hablar de lo que había pasado. Jorge lo recibió con una mezcla de sorpresa y confusión.

—¿Carlos? —preguntó, mirándolo de arriba abajo. —No esperaba verte... así.

Carlos intentó explicar lo que había sucedido, pero Jorge simplemente negó con la cabeza.

—No puedo, Carlos. No puedo verte de la misma manera ahora. Lo que tuvimos fue... especial, pero era con Sofía, no contigo. No estoy interesado en estar con un hombre.

Las palabras de Jorge golpearon a Carlos como un balde de agua fría. Sintió cómo su corazón se hundía, pero sabía que Jorge tenía razón. No podía obligarlo a sentir algo que no quería. Asintió con tristeza, aceptando la realidad de la situación.

—Entiendo, —dijo con voz baja. —Gracias por todo, Jorge.

Carlos se alejó, viendo irse de la casa a Jorge, sintiendo una mezcla de dolor y confusión. Se preguntó si realmente había tomado la decisión correcta al volver a su forma masculina. Todo lo que había conocido como Sofía ahora parecía perdido.

Mientras caminaba por las calles, tratando de ordenar sus pensamientos, Lucía apareció repentinamente a su lado, flotando como siempre.

—Carlos, —dijo con una sonrisa enigmática—, hay algunas cosas que necesitas saber sobre tu nueva vida.

Carlos se detuvo, mirando a Lucía con una mezcla de curiosidad y frustración.

—¿Qué más quieres de mí, Lucía? Ya me has devuelto a mi forma original.

Lucía sonrió, pero sus ojos brillaban con una astucia que Carlos no había visto antes.

—Te he devuelto a tu forma original, sí, pero hay ciertas restricciones que debes conocer.

Carlos sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué restricciones?

Lucía levantó un dedo, enumerando las restricciones con calma.

—Primero, cada vez que hables mal de una mujer, tu cuerpo cambiará temporalmente, dándote pechos y glúteos grandes.

Carlos abrió los ojos de par en par, sorprendido.

—¿Qué? ¡Eso es ridículo! —protestó.

Pero Lucía continuó, imperturbable.

—Segundo, cada vez que tengas deseos de ser infiel, tu parte íntima cambiará al de una mujer.

Carlos se quedó sin palabras. Sabía que Lucía tenía un sentido retorcido del humor, pero esto era demasiado.

—¿Por qué estás haciendo esto? —exigió saber.

Lucía lo miró con una expresión seria.

—Porque quiero asegurarme de que has aprendido algo de todo esto, Carlos. La forma en que trates a las mujeres y la lealtad en tus relaciones son importantes. Si no puedes comportarte de la manera correcta, habrá consecuencias.

Carlos no sabía qué decir. Lucía desapareció tan rápido como había llegado, dejándolo solo con sus pensamientos. Suspiró, dándose cuenta de que su vida nunca volvería a ser como antes.

Los días pasaron, y Carlos trató de adaptarse a su vida nuevamente, pero nada se sentía igual. Las experiencias del último mes lo habían cambiado profundamente. Al principio, intentó regresar a sus viejas costumbres, pero la sombra de las restricciones de Lucía siempre estaba presente.

Una tarde, mientras tomaba un café, hizo un comentario despectivo sobre una mujer que acababa de pasar. De repente, sintió una presión en su pecho y en sus glúteos. Miró hacia abajo y, para su horror, vio cómo su pecho crecía y su trasero se ensanchaba, llenando sus pantalones apretados.

 Miró hacia abajo y, para su horror, vio cómo su pecho crecía y su trasero se ensanchaba, llenando sus pantalones apretados

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—¿Qué demonios? —murmuró, tratando de cubrirse.

Los cambios eran temporales, y después de unos minutos, su cuerpo volvió a la normalidad, pero la vergüenza de la experiencia quedó. Haciendo que Carlos se sintiera nuevamente confundido y con nostalgia por su historia como mujer

Mientras pasaban las semanas, Carlos comenzó a sentir una creciente inquietud. Aunque había recuperado su cuerpo original, no podía dejar de pensar en lo que había perdido. La conexión con Jorge, la comprensión de lo que significaba ser una mujer, la intimidad que había compartido con otros desde una perspectiva diferente... todo eso lo había marcado más de lo que había anticipado.

Una noche, mientras estaba solo en su apartamento, miró su reflejo en el espejo y se vio como Carlos, el hombre que había sido toda su vida. Pero algo en él había cambiado. Se acercó al espejo, tocando su reflejo, y sintió una punzada de nostalgia por Sofía, la mujer que había llegado a ser.

Pensó en cómo, a pesar de todo el dolor y las dificultades, había encontrado algo de valor en esa experiencia. Una comprensión más profunda de sí mismo y del mundo, y un inesperado deseo de volver a ser Sofía.

Se recostó en su cama, cerrando los ojos y susurrando en la oscuridad.

—Quizás... quizás no estaría tan mal volver a ser ella.

EL CASTIGO DEL INFIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora