Capítulo 17: Dos Días Eternos

96 1 0
                                    

Lucía observaba desde la distancia, como siempre lo hacía, mientras Sofía seguía con su vida en la universidad. Sabía que Sofía había soportado una serie de castigos humillantes y, aunque sentía una mezcla de satisfacción y tristeza, decidió darle un breve respiro. Lucía pensó que dos días de descanso podrían ser suficientes para hacer que Sofía bajara la guardia y reflexionara más profundamente sobre lo que significaba ser mujer. Pero, como siempre, había un giro en su decisión.

Para Sofía, estos dos días parecerían interminables. Lucía usaría su magia para hacer que cada momento se sintiera más largo, más tedioso, llenando a Sofía de una impaciencia constante, recordándole a cada segundo las dificultades de su nueva realidad.

Mientras tanto, Sofía intentaba adaptarse. El primer día del "descanso", se despertó sintiéndose aliviada de no tener que enfrentarse a un nuevo castigo inmediato. Se levantó de la cama y se dirigió al baño para comenzar su rutina matutina. Mirándose en el espejo, no pudo evitar sentirse frustrada. Aunque su apariencia era la de una mujer joven y hermosa, dentro de ella, aún se sentía Carlos.

"¿Cuánto más tendré que soportar esto?" se preguntó en voz alta, mientras se cepillaba el cabello largo y ondulado. Luego, abrió el cajón para buscar su sostén y panties. El solo hecho de verlos le causaba molestia. Cada prenda femenina era un recordatorio constante de su transformación y de cómo todo lo que conocía había cambiado.

Se vistió lentamente, optando por una blusa ajustada y una falda, aunque cada prenda la hacía sentir incómoda. "¿Por qué las mujeres tienen que usar tantas capas?" pensó, ajustándose el sostén que le molestaba. "Sostenes, panties, faldas, blusas escotadas... todo parece diseñado para hacerte sentir atrapada."

Mientras se quejaba en silencio, se dio cuenta de que estos días de descanso no eran lo que esperaba. Aunque no estaba siendo activamente castigada, cada pequeño detalle de ser mujer parecía un desafío. Los tacones altos que le hacían doler los pies, la constante necesidad de cuidar su apariencia, y la sensación de vulnerabilidad que no podía evitar. Todo era un recordatorio de que su vida nunca volvería a ser la misma.

A lo largo de estos días, la relación entre Sofía y Jorge se hizo más cercana. Jorge era un refugio en medio de la tormenta, alguien en quien Sofía podía confiar y con quien podía ser sincera. Aunque todavía era difícil para ella aceptar su nueva realidad, la presencia de Jorge le daba una sensación de normalidad que necesitaba desesperadamente.

Una tarde, mientras caminaban por el parque, Jorge notó el ceño fruncido de Sofía.

-¿Estás bien? -preguntó con suavidad, tomando su mano con cuidado.

Sofía suspiró, mirándolo a los ojos.

-Es complicado, Jorge. A veces siento que nunca podré acostumbrarme a esto... a ser... así -dijo, señalando su cuerpo con un gesto amplio-. Es como si todo estuviera diseñado para recordarme que no pertenezco aquí, que esto no es lo que soy.

Jorge la miró con comprensión, apretando suavemente su mano.

-Puedo imaginar lo difícil que debe ser para ti, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin importar lo que pase. Sé que eres más de lo que ves en el espejo. Eres fuerte, Sofía. Lo has demostrado una y otra vez.

Las palabras de Jorge la reconfortaron, pero también la llenaron de un conflicto interno. Aunque sentía una conexión profunda con él, no podía dejar de lado la esperanza de volver a ser Carlos algún día. La idea de que su vida actual pudiera ser permanente la aterrorizaba. Se sentía dividida entre aceptar su situación actual y aferrarse a la esperanza de regresar a su antigua vida.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, no pudo evitar pensar en lo que Jorge había dicho. Sentía algo por él, algo que no quería admitir. Algo que era mucho más complicado ahora que era Sofía. Por un lado, quería confiar en él, abrirse y dejarse llevar por sus sentimientos. Por otro lado, no podía evitar sentirse traicionada por sus propios pensamientos. ¿Cómo podía sentir algo por alguien cuando ni siquiera estaba segura de quién era en realidad?

Los dos días pasaron lentamente, como si el tiempo estuviera detenido. Cada segundo se sentía más largo, cada tarea más tediosa. Y aunque estaba agradecida de no estar enfrentando un castigo directo, la eternidad de estos días era un castigo en sí mismo.

Al final del segundo día, Sofía se encontraba en su habitación, exhausta tanto física como emocionalmente. Sabía que Lucía no la dejaría descansar por mucho tiempo más. Y mientras se acurrucaba en la cama, su mente volvía a Jorge, al consuelo que encontraba en su compañía, pero también a la lucha interna que enfrentaba con cada día que pasaba.

"¿Podría alguna vez aceptar esta vida?", se preguntó, antes de cerrar los ojos, esperando que el día siguiente trajera consigo algún tipo de alivio. Pero en el fondo, sabía que Lucía ya estaba planeando su próximo movimiento, y que su descanso era solo temporal.

EL CASTIGO DEL INFIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora