AMENAZAS ARDIENTES

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BROOKE

—¿Qué hay de su madre?.

—Se murió— responde sin mirarme buscando oxígeno o paciencia— se cayó de un avión en movimiento.

—Déjate de estupideces, dime… ¿Porque la madre de Gianna no está, qué pasó con ella?.

—¡Se murió!— tira el lapicero— realmente creí haber conocido gente fastidiosa en mi vida, pero es como si fueras un complemento del karma.

—Tengo que saber, la niña tiene mi apellido— intento darme a entender pero lo veo sacando fajos de billetes— ¿Que haces?.

—Gran cosa, lo que más rabia me da de todo esto es saber que mi hija tendrá que llevar el apellido de un viejo que no tuvo las pelotas de enfrentarnos, un adicto bueno para ni mierda y una traidora que es peor que la lepra. ¿Cuánto está tu maldito apellido? ¡Habla!, te lo compro.

Muevo la cabeza en negación incapaz de comprender porque trato pero no encuentro una sola similitud entre los dos Zerboni, Max se larga y me deja en la cabina haciendo que me desparrame y me cuestione no sólo la estrategia sino también cómo es que es tan grosero y frontal mientras que su hermano era educado y un hipócrita.

Pavel siempre decía que el Satán lo mató, no lo creí pero después de haber visto cómo le destrozó el cráneo, y el mismo me lo haya dicho, me queda claro que un hombre capaz de haber matado a su hermano no es mejor que otro que le arrebató un hijo a su madre de los brazos, sin embargo, me quedo muda cuando llama hija a mi hija, es el hormigueo que no me ha dejado en paz, la culpa y la excitación de haber puesto mi cuerpo a disposición de mi enemigo me hace doler la cabeza y el pecho por querer tener a mi niña a mi lado y no poder hacerlo.

—¡Dios mío esto apenas empieza y yo ya quiero que termine.

Respiro y Sánchez dice que hemos llegado, por lo que veo que han pasado largas horas, horas en las que debí estar atenta pero me quedé dormida.

—¿Está bien mi señora?.

—No, pero lo intento.

—Aterrizamos.

Avisan y después de algunos minutos estamos afuera ante el clima caluroso de este lugar, recuerdo haber venido a Singapur una sola vez y fue con Akiro, seguramente Max lo sabe y analizo aún sus palabras diciendo que es preferible que me pongan una bala a mi y no a la niña, estoy totalmente de acuerdo pero si antes me quería morir ahora no.

El aeropuerto no es privado y eso me sorprende, creí que iríamos a una mansión gigante porque es lo que veo en él, pero aunque sus hombres lo reciben lo hacen como si fuesen simples agentes de seguridad, subimos al auto y la dirección es el hotel más exclusivo de la ciudad, quiero hablar pero en todo el camino está en una llamada hablando francés, un idioma tan perfecto como la forma en la que lo habla, sus manos grandes no tienen el anillo de plata con la cabeza de calavera sin embargo el aro negro de casados si, continúa en lo suyo y no se francés pero debo aprender.

—Llegamos señor.

—Hasta ahora no me has dicho el plan.

—Unos socios europeos han dejado un cargamento de armas en este edificio— bajamos y puedo ver la torre lujosa que me señala— en ese mismo lugar, habrá una subasta y donativos en los que vamos a participar.

—¿Estás con fiebre?— me empino a tocar su frente— las donaciones las hacen las personas de buen corazón.

—Y las mujeres que tienen anillos millonarios de rubíes en el dedo y un buen culo se lo dan a su marido, pero ya ves, nadie es feliz en este mundo— me quema la cara— nadie da sin esperar algo a cambio.

El monstruo de dos mundos (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora