THOMAS
—Tristemente las bienvenidas a esta organización no han sido de mi agrado, de las pocas veces que pude interactuar con quién fue nuestro líder no es parecido a lo que dijo mi padre de él.
—¿Y qué dijo?— escucho.
—Que era un hombre en toda la extensión de la palabra sin embargo yo no encontré eso— mi papá me mira pero no me voy a callar porque disfruto esta oportunidad como nadie— vi el maltrato a su esposa— odio llamarla así— siempre supe de la relación clandestina que tuvo con mi mujer y las muchas veces que no dejó de buscarla— Sarah me mira roja como un tomate— Paulette ni siquiera quiso venir para no encontrarse con el, Maximilian Zerboni no es lo que parecía.
Hablo claro y papá me mira mal, sigue llorando por su hijo muerto y según Nakamura así lloro por mi pero no le creo, el maldito de mi hermano siempre fue su adoración, sufre y chilla como un imbécil pero mi atención la tiene la mujer que tiene la cabeza enterrada en la mesa, escuchando como más líderes van llegando ante la fascinante noticia que ese maldito ha caído.
Tenía otros planes para él, lo quería despellejar vivo, arrancarle las manos por haberla tocado y la lengua por todas las veces que por años me insultó y me decía que era mejor que yo, me rio con disimulo escuchando a todos los estúpidos que están aquí, odio que lamenten a ese bastardo como si hubiese sido invencible y le agradezco al diablo que por fin se lo haya llevado aunque para ser realista algo me dice que se lo debo agradecer a mi mujer.
—No estoy de acuerdo en que una Jones se encargue del Inframundo, es una falta de respeto a los Zerboni— dice uno de los líderes— además, es mujer— habla y los de Nevada levantan sus armas pero ella no levanta la cara— no tiene carácter.
—Pero tiene un apellido importante— intervengo— una belleza sin igual— no miento— y la fuerza de haber tolerado a un hombre como Maximiliam Zerboni si es que así lo podemos llamar.
—Odias mucho a un hombre que tú padre tenía en lo más alto— escucho a otro— tu padre fue uno de los grandes apoyadores del Satán y de su hija, Parker estaba feliz con la idea porque según sus palabras su hijo— me mira de pies a cabeza— no daría la talla— era un cobarde por eso lo maté y me hice pasar por él— en cambio Max.
—Él está muerto y nosotros vivos— estampó el bastón— nos debemos de preocupar por nosotros y la mujer que ahora tiene toda la responsabilidad en sus hombros— por fin mi esposa me mira con los ojos hinchados y respiro porque tengo que estar viendo a la mejor actriz.
—Mi señora.
La llama la mujer que siempre está pegada a ella y veo lo que me imaginé pero no me querían hacer caso, ni Brooke ni Eris, Sarah y su sensibilidad siguen en ella.
Mi esposa se pone de pie, las manos le tiemblan se nota y abraza a la tipa de blanco que esconde su cara en su hombro, es la muerte la que la debilita, Sarah era enfermera, recuerdo que me exigió darle sangre al maldito que ya no está porque su espíritu bondadoso buscaba la vida, su vestido azul se pega a sus curvas que ahora son más exuberantes, nunca exageradamente voluptuosa pero se ve mejor que antes, el rubio no le va mal pero el castaño oscuro la hace ver más madura aún conservando su rostro de porcelana, sus piernas largas y su piel tan blanca hacen que se me ponga dura la polla cuando delineó su trasero.
Papá cree que me puede prohibir algo, cuando le conté todo me dijo que ella no es una opción, que no puede tener hijos pero se le olvida que soy un asesino, también médico y hombre, voy a enterrar el nombre de Maximilian Zerboni para siempre, recuperare a mi mujer, tendré el heredero que tanto queremos, tomaré a la niña que no pienso dejar con ese nombre que eligió para ella, mataré a ese puma que no deja de rugir y tendré todo lo que siempre he querido.
—¿Qué vas a hacer?— mi padre se dirige a Brooke— esto es una basura, tomaré el poder del Inframundo, me da asco ver cómo intentas hacer que alguien te crea que mi hijo te importa cuando eres la zorra calculadora mas grande del planeta— el no deja de gritar y el felino ruge más— ¡Maten a este animal!.
—Un movimiento más— mi mujer toma el arma y ya no tiembla— y esto no será él Inframundo sino un cementerio— sus ojos hermosos tienen llamas que nunca antes había visto— tu no tienes idea de lo que siento por tu hijo— los ojos se le cristalizan y la punzada de odio me hace doler hasta la pierna quemada— no te imaginas.
—Lo odias es entendible— intervengo— muy bien no somos lo que somos para estar aquí llorando, debemos tomar el control de todo lo que es nuestro— avanzó un tanto hacia ella, las horas han pasado, esta pálida, se tapa la cara y está casi amaneciendo— ¿Dónde está la pequeña?.
—A ti que mierda te importa.
La sangre se me sube a la cabeza y el corazón se me dispara de la misma forma que siento la adrenalina, su voz, esa maldita voz que he odiado toda mi vida, la que me ha atormentando por todos los años que estuve bajo su sombra, su puta sombra que llama la atención a dónde vaya, donde se pare, tiene que ser una pesadilla, él fue atacar California, el helicóptero explotó y se estrelló en el mar, todos lo saben, yo no metí la mano ahí pero todos sabemos de su accidente, nadie puede salir de eso.
Soy yo el ganador, pasó saliva con dificultad y levantó la cara viendo cómo a Sarah se le llenan los ojos del brillo con el que nunca me miró, ni siquiera cuando nos casamos, no cuando me dijo que estaba embarazada, ni siquiera siendo novios, todos están con la boca abierta y miró al perro que no tiene un solo rasguño, está impecable con ropa elegante como si estuviera de vacaciones, se quita los lentes de sol y los ojos marrones están casi del negro de mi suerte y mi dolor de oido empeora cuando el puma y su rugido hacen temblar el vidrio de las ventanas.
Mi papá parece que mirara a un dios y no es el único, muchos de los mafiosos botan el aire de sus pulmones como si su asquerosa presencia fuera un aliento de vida y truena los dedos de sus manos preguntando qué hacemos aquí.
—Brooke.
Dice la la enfermera y mis ojos se dirigen a ella, la mujer que baja el arma con cautela, nerviosa, los labios le tiemblan, papá grita que ella quería tomar el poder pero no le importa, camina hipnotizada hacia la puerta donde está el, dónde ha salido del infierno, alto, grande y prepotente.
La quiero detener, ella no lo puede ver cómo los demás, lo odia, le da asco, intento tomarla pero Nakamura me agarra con fuerza, yo nunca caigo, puedo perder una batalla pero no la guerra.
—Nos dijeron que habías muerto— habló tragándome las ganas de llenarlo de balas— la señora estaba por tomar el poder— la mira.
—¿Esperabas mi muerte para hacer eso?— le pregunta y todos nos ponemos alerta cuando ella toca su mejilla mirándolo de una forma que me hace querer matarla también— ¿Es eso?— la presiona a su cuerpo y necesito matarlo— ¿Querías que tu marido se muera?.
—Eres tú— se aferra a su camisa y hunde su cara llorando en el pecho de él— eres tú— lo abraza como si fuese aire y me quiero arrancar los ojos— no me dejes, no me vuelvas a dejar nunca más.
Lo besa temblando y el maldito se agarra a ella como si fuese un animal en celo, nadie habla, nadie dice nada, solo se escucha como su lengua se mete en la boca de ella y lo que no tolero es ver como le corresponde, el infeliz le agarra el culo delante de todos, se lo aprieta y ella jadea dando un espectáculo bochornoso, yo mismo empiezo a toser pero no reacciona, ella no reacciona, no se aleja pero el me mira sin dejar de tocarla y levantarla, la pone encima de la mesa con las piernas abiertas mientras ella presiona la cabeza de él en medio de sus pechos.
—¡Afuera!— el maldito tifón está aquí y empieza a sacar a todos mientras ellos se siguen manoseando— ¡El líder está vivo y no hay nadie a quien velar!.
—Vámonos— me susurra Nakamura y no puedo despegar mis ojos de la mujer que está siendo casi follada delante de todos— ella ya no es Sarah, ya no es esa mujer.
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El monstruo de dos mundos (TERMINADA)
Action*Sinopsis* Ella nunca imagino que amar sería su condena, la dulce enfermera se casó con él hombre perfecto, el mismo quien resultó ser un heredero de la mafia que necesitaba un hijo para tomar el poder, el mismo que al tener una niña la arrancó de...