La mejor arma

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MAXIMILIAM

—¡Un puma!— sigo escuchando los gritos de mi papá.

Mi dolor de cabeza no es el que esperaba siendo hoy un día tan importante, la reunión de la Hermandad es hoy y es justamente hoy cuando todos se esmeran más en joder, papá empieza a ser un anciano histérico e insoportable mientras que el jodido animal que en efecto aún tiene el tamaño de un gato se prende de mis pantalones, pegó un grito haciendo que el felino se vaya a un costado mientras Gianna corre hacia el.

—!Basta Mensajero!— le llama la atención con su voz chillona apuntando con su dedo al animal.

—¿Qué diablos haces sin zapatos?— preguntó y se mira los pies— lo siento— dice y se intenta tapar como si no la estuviese viendo—  es que cuando me avisaron que el minino había llegado, ellos temblaban y yo salí muy rápido— acaricia al animal— no entiendo porque les molesta, es un bebé— arruga la frente— el abuelo no me quiere.

—¿A quién le importa eso?— Traen la jaula que pedí— desaparece a ponerte los jodidos zapatos— habló directo— joder Gianna si te enfermas juro que te pondré esas inyecciones que tanto odias— y ya aparecen los empleados con sus pantuflas.

—Oh, muchas gracias.

Agradece y me es inevitable observar, tres años han pasado desde el día en que la encontramos en ese infierno, el Tritón tiene razón al decir que nosotros la sacamos, pero en sus condiciones lo normal hubiese sido sacar un cadáver mas no fue así, la recién nacida de ese día con los pulmones a punto de colapsar, hinchada y fea no tiene nada que ver con la despeinada que veo ahora, su cabello oscuro cae en sus hombros en un moño bastante desordenado, por supuesto ya no usa pañal, me encargue de que al año las empleadas la eduquen para que deje esa mierda que según la nana lastimaba su piel, los ataques de asma cada vez son más escasos, la natación desde el año y medio ha ayudado mucho a que sepa controlar su respiración y tenga mejor oxigenación, sus ojos marrones claros tienen una intensidad que en ocasiones parece que fueran dorados y por eso el Tritón la llama su niña de ojos dorados, el gran consuelo que tengo es saber que aunque esa mierda la engendró no se parece a él, por ende no se parece a mi papá y aunque menos se parece a mi, estoy creando de a pocos un monstruo que poco a poco se vuelve más el Karma de quienes me quisieron joder y entre ellos está Benjamín Zerboni y el imbécil de su padre del que ella no tiene idea y nunca la tendrá.

—¿Cómo conseguiste que un puma esté en la casa?.

—Yo solo quería un gatito— lo carga— leí un libro— sonríe feliz— Paulette es muy buena, ella me da muchos libros y me gustaron los felinos, el abuelo no quiere que yo tenga una mascota pero el mensajero es mi amigo— responde mientras esa cosa sigue saltando de un lado a otro.

—¿Sabes lo que es un puma?— pregunto mirando que se acerca a mi mientras estoy sentado— lo sé— agacha la cabeza— dicen que será muy grande pero es pequeñito— toma sus manos tratando de decir que eso no mide ni 20 centímetros cuando no es así— es solo un minino— sus ojos cuando se abren tanto que hacen ver qué el oro brilla ahí y eso me lleva a la coronación— ven aquí— la levantó y la pongo sobre el escritorio mientras el animal es encerrado con cuidado y ella sonríe.

—¿Jugaras conmigo?— se le iluminan más los ojos— no— respondo— pero tú y yo tenemos que hablar, tienes tres años, ya eres una persona grande— pone sus manos en mi cara y eso me desespera un poco.

—¿Sabes quién eres?— quitó y coloco sus manos en sus piernas.

—Tu hija— responde dudosa— soy Gianna Zerboni.

—La mensajera del Inframundo— término lo que quiere decir— eres mi hija, la única que tengo y qué tendré, en esta vida hay dos mundos— muevo el mapamundi giratorio que tengo— y así como hay dos mundos hay muchas caras que conocerás en el camino— me mira atenta— ¿Sabes que tienen en común los dos mundos?— le pregunto mientras no deja de mirarme.

—La maldad— responde— excelente— respondo— ¿Y que hay en el medio de estos mundos?.

—El Inframundo— contesta— los mundos tienen muchos monstruos y no son los que están en los libros ni en la televisión— me dice lo que muchas veces le he repetido— yo no tengo miedo a los monstruos y no deben temer al mensajero, pero si al Satán.

La niña de tres años que tiene un diagnóstico diciendo que sería una niña moribunda ahora mismo me responde como la mejor de las aprendices, he forjado su carácter, no deja de ser una niña que a veces hace berrinches pero sabe con quién y cuándo hacerlos, eso quiere decir que tiene sus propias estrategias, me siento orgulloso de mi creación, porque si Antuan pensó que jugando a ser Dios creando a esta niña para ser mi enemiga, soy yo ahora quien la tiene, quien la cría y crea a mi imagen y semejanza, soy yo quien cambiará todo como siempre lo he querido y el poder absoluto será mío usando la misma arma con las que ese perro me quiso destruir, Gianna es mía y la corona que tengo para ella creará una nueva línea en el Inframundo.

—Tu también eres un monstruo.

—Tu también papi, uno muy grande— me dice y me da un beso en la mejilla para bajar corriendo porque sabe que esas demostraciones de afecto no me gustan.

—Preparen a la niña— doy la orden— en un par de horas será la coronación.

El monstruo de dos mundos (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora