KALLEN
Kallen frunció el ceño al ver la sala de entrenamiento vacía, esperaba que Miriel estuviera allí. Tragó saliva y volvió a encaminarse hasta su ala privada. En el camino se encontró con varios invitados, había estado descuidándolos un poco así que tendría que organizar algo. Quizás un baile o algún almuerzo especial. Kallen se masajeó las sienes, empezaba a estar más cansado de lo que debería.
—No tienes buen aspecto. —Sonrió un poco al reconocer la voz de Miriel.
— ¿Por fin me vas a tutear? —no recibió respuesta alguna.
—Siempre había pensado que esta fortaleza sería diferente —comentó—. Con muchos más soldados y una gran guardia real. Das un mensaje claro a tus enemigos, es muy fácil acceder al castillo.
—Nadie sabe lo que hay tras estos muros.
—Todos tus invitados lo saben ahora, ¿Es que eso no te preocupa? ¿Te crees intocable?
—Un pájaro no muerde la mano que le da de comer.
—Yo no soy ningún pajarito. —Él bufó.
—Sí, te pareces más a un buitre. —Contestó mirándola de reojo. No sabía en qué momento había empezado a pasear por el pasillo.
— ¿Eso significa que tu eres la carroña? —Arqueó una ceja y sonrió de lado.
— ¿Eso significa que vas a comerme? —devolvió la pregunta y de nuevo no recibió respuesta—. ¿Qué pasa? ¿Soy demasiado elocuente para ti?
—Deberías agradecerme que estoy conteniendo el impulso de ponerte una daga el cuello.
—Ya, resulta que ya me he acostumbrado, creo que se va a volver una tradición en nuestra relación, ¿No te parece? —Miriel rodó los ojos.
—Cualquier día te cortaré el cuello de verdad.
— ¿Por qué no lo has hecho ya? Has tenido muchas oportunidades. Oh, cierto... La mejor que tuviste la desaprovechaste. —Observó de reojo como sus manos se volvían puños pero después intentaba relajarlas de nuevo.
—Quizás quiera aprovecharme de la sala de entrenamiento un poco más. Tengo todo el invierno por delante...
—Y no tienes ningún sitio a dónde volver. —Kallen le lanzó una mirada desafiante y la joven se lo devolvió.
—Eso no lo sabes. —Siseó.
—Claro que lo sé. En el hipotético caso de que me mates, no podrías volver a la cabaña del bosque porque sería el primer lugar en el que mis hombres te buscarían. Podrías huir al Reino de Bronce, pero también irían a por ti allí. Y si vas al Reino de Oro mis hombres irían a una guerra contra ellos porque todo el mundo pensaría que sería la corte dorada la que había planeado mi asesinato y sólo habían mandado a la princesa para despistar —sonrió con suficiencia, le encantaba ver como Miriel pasaba de estar tensa a enervarse—. Así que le declararán una guerra que por supuesto perderán.
—Incluso muerto serás una pesadilla. —Gruñó.
—Exacto, ¿No es maravilloso? —Kallen tuvo que reprimir una risa al ver su expresión.
—Así que has precedido cualquier movimiento que pueda hacer, ¿No? Por eso no represento ninguna amenaza para ti. —El rey se encogió de hombros.
—Todo el mundo es predecible para mí —resumió—. No me gustan las sorpresas.
—Pues a tu padre le encantaban los ataques sorpresa. —Dijo entre dientes pero Kallen lo escuchó.
—Es diferente, en la guerra el factor sorpresa es imprescindible.
—Tu padre masacró a mi pueblo.
—Bueno, mi padre nunca ha estado muy cuerdo —Kallen miró por la ventana— y tampoco teníamos la misma opinión en muchos temas.
— ¿Qué ganas trayendo la magia de vuelta? Ni siquiera sabes las consecuencias que puede tener.
—No las sé, pero estoy dispuesto a tomar el riesgo. No lo entenderías.
—Tampoco pareces estar dispuesto a explicarlo. —Le recordó al rey quien volvió a mirarla de reojo.
—No le debo ninguna explicación a nadie. Es lo mejor de ser rey, yo no le debo explicaciones a nadie y todos me deben explicaciones a mí.
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Promesas de Plata
FantasyEn Metalia, una vez hubo tres reinos, tan brillantes y preciosos como los metales a los que hacían referencia: El Reino de Bronce, El Reino de Plata y El Reino de Oro. Pero el primero cayó en una noche fría, por una estocada plateada. Ahora que el R...