Capítulo 4

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ELSBETH

—El ejército más poderoso que habitaba en estas tierras era el ejército de bronce, mi antigua casa. Eran entrenados por igual y se movían como uno solo. Algunos decían que era algo divino, algo que aún quedaba de dioses antiguos. Pues esa sincronización era conocida en todas partes y en todos los reinos. Cuando en el Reino de Plata, el rey comenzó a ampliar sus fronteras, yo ya no vivía en el castillo de bronce, hacía apenas unos meses que me había casado con tu padre y sólo me estaba acostumbrando al entorno. Cuando recibí la primera carta de mi hermana Heloise, ella ya llevaba un año como reina y aunque a veces dudaba de sus capacidades, era la mejor monarca que había poseído ese trono. En la carta me expresaba su preocupación porque había muchas revueltas en la frontera con el reino de Plata. Me decía que había mandado varias cartas al rey, pero que no había obtenido respuestas. Yo le pedí a tu padre que mandara una carta, claramente no exigiéndole que contestara a mi hermana, sino una invitación a nuestro castillo. Íbamos a celebrar un baile y si él y mi hermana asistían, podrían hablar. El rey aceptó nuestra invitación y mi hermana, junto con la familia real, se presentó aquí.

>> Al principio pensamos que el rey se estaba retrasando, pero no apareció. Tu padre estaba muy indignado y tu tía se mostraba más bien confundida. Yo intentaba estar tranquila, ya que tenía la sospecha por aquel entonces de que estaba embarazada de ti. Nos llegó una carta, pero no del Reino de Plata, sino del Reino de Bronce. Los plateados habían invadido el borde y habían tomado una franja de terreno como suya. Mi hermana y su familia tuvieron que volver al reino cuánto antes, no podían permitir que eso pasara sin más. Sin embargo, era una pequeña porción de tierra, y mi hermana no quería meter a su reino en un conflicto inútil, por más que su ejército fuera legendario. Incluso el pueblo al principio comenzó a dudar que fuera una buena reina, pues ellos pensaban que no estaba haciendo nada al respecto.

—Pensaba que el pueblo la había apoyado hasta el final. —Intervino Elsbeth, no le gustaba que su madre le diera la espalda mientras hablaba y esta se giró un poco.

—Sí, pero no siempre fue fácil. Por más que Heloise intentaba contactar con el rey plateado no obtenía ninguna respuesta. Y el ejército de plata continuaba conquistando terreno lentamente hasta que ocuparon la mayor parte del norte. Ante la presión del pueblo y la falta de comunicación, casi tres años más tarde desde aquel condenado baile, ordenó al ejército de Bronce que echaran al ejército de Plata de sus tierras. Había evitado todo lo que había podido un conflicto, pero no tuvo otra opción. El ejército volvió meses más tarde, pero no victorioso. Ni entero. De 70000 hombres, volvieron 10 y sólo porque debían llevar un mensaje a la reina: "El rey plateado no parará hasta acabar con su reino" y de hecho no paró. Yo le rogué a tu padre que le prestara ayuda militar a mi hermana, y eso hizo. Mandó en barco tropas, aunque parte del reino se levantó contra él, pues ya se sabía lo que había pasado con el grandioso ejército que había sido invencible... Nunca se supo bien cómo ocurrió. Yo seguía hablando con mi hermana por carta, hasta que ya no contestó la última. Y entonces la noticia cruzó el mar y llegó hasta aquí. El Reino de Bronce había caído y la familia real había sido asesinada. La mayoría de personas de esas tierras tampoco habían sobrevivido...

—Pero no lo entiendo. El rey plateado no habita esas tierras, ¿Verdad?

—No, no las utilizó para nada o al menos no lo ha hecho hasta ahora. Masacró a un reino entero, pero no hizo nada con ellas. —Elsbeth no entendía eso, de hecho, nadie lo hacía. ¿Por qué un rey haría eso? Sin tener ningún beneficio. Nada.

— ¿Crees...? ¿Crees que correremos la misma suerte? —Su madre por fin le dio la cara completa a Elsbeth.

—No lo sé. Cuando apoyamos a mi hermana, prácticamente nos sentenciamos. La única comunicación que tuvimos con el rey de Plata fue esa carta de aceptación al baile y nunca se presentó, ni mandó ningún tipo de disculpa. El Reino de Plata es letal, porque no lo conocemos. No sabemos nada de él. Tu padre al ver lo que había pasado con el Reino de Bronce quería trasladar la corte todo lo alejada que pudiera, pero no podíamos permitirnos construir otro castillo y además, el pueblo nos habría tachado de cobardes... Reforzó el ejército por todo lo que pudiera pasar, pero el Reino de Plata sigue manteniendo el silencio... Sin embargo, si pudo con el ejército que tanto idolatré de niña, dudo mucho que no pueda con este. —Elsbeth se limitó a hacer un pequeño asentimiento con la cabeza.

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