Capítulo 60

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KALLEN

Kallen había memorizado tan bien dónde estaba cada cosa en su habitación que no necesitaba ninguna luz para caminar por ella. Conocía su armario de memoria lo suficiente como para saber perfectamente que chaqueta estaba cogiendo a pesar de que no viera nada.

Caminó hasta su despacho y se sentó en el sillón revisando algunos escritos, había recibido correspondencia de Dusan, a quien había mandado a encontrar a la supuesta familia de Miriel. La mayoría de detalles de su historia no cuadraban. Leyó la carta con atención y frunció el ceño. Nada interesante.

Dusan le preguntó si debía volver, pero toda la respuesta que dio fue que se quedara un poco más. Que recibiría más instrucciones. Dusan desde luego su soldado más leal, incluso más que Kalon. Solía mandarlo con frecuencia a investigar, pero no verlo por los pasillos del castillo se le hacía extraño. Era junto con Kalon la única persona a la que le dejaba estar cerca. No eran amigos, pero a veces alzar la mirada y encontrar otra dispuesta hacer todo por ti, era agradable. Aunque sólo lo hiciera porque era su monarca.

Esos tipos de cartas no estaban hechas para ser contestadas por un rey, sino por algún consejero. Pero a Kallen le daba igual, prefería escribir él las respuestas a tener que tener a alguien del consejo revoloteando por aquí. Su padre habría despotricado por su actitud.

— ¿Cómo puedes estar aquí sin ninguna vela? —Escuchó la voz de Kalon. Él ya estaba vestido también y llevaba una vela en la mano derecha.

—Me gusta la oscuridad.

—Y a mí, pero esto roza la obsesión. —Su amigo se acercó hasta él y se sentó en frente de él dejando la vela sobre la mesa.

— ¿Tienes alguna novedad? —preguntó el rey, aunque sobre nada en concreto.

—No sé si has visto ya la carta del consejo, pero uno de los guardias me ha dicho que hay rumores de que quieren traer a una princesa del otro continente. —Kallen frunció el ceño y buscó la carta en la mesa.

—Debe ser un rumor absurdo, ¿Por qué traerían a una princesa? Pensaba que me querían emparejar con la hija de cualquier de ellos...

—Pues resulta que han decidido elegir a otra pretendienta para demostrarte que pueden ser flexibles y para que tú lo seas con ellos un poco más. —Kallen bufó.

—Pues menos mal que sólo habías escuchado rumores porque te sabes el chisme completo. —Encontró la carta del consejo y la leyó.

Era básicamente lo que le había dicho Kalon y le molestaba sobremanera la situación. Tenía una reunión cada tres semanas con el consejo, se lo podrían haber dicho a la cara, pero habían preferido hacerlo por carta y dejándole claro que la joven estaría a punto de llegar a la costa norte para que él no pudiera negarse.

— ¿Te esperabas esto? —Kallen negó con la cabeza pero no se mostró muy preocupado—. ¿Y altera tus planes de alguna manera?

—No contaba con que el consejo fuera tan persistente, aún sigo siendo muy joven para casarme. —Susurró ignorando la última pregunta.

—Te dirán que si puedes aguantar el peso de ser rey, puedes aguantar el de ser marido —Kallen sonrió de lado.

—Sea quien sea la princesa que han mandado no me preocupa en demasía, le dejaré claro que esto ha sido una encerrona, le dejaré que se quede en el castillo... Total una persona más o una persona menos, ¿Qué más da? —Se encogió de hombros.

—No quiero ser impertinente, pero tu padre siempre quiso hacer alianzas con el otro continente y a ti te lo han puesto en bandeja de plata...

—Eso es otra, tengo que averiguar cómo han contactado a la princesa y la han hecho llegar hasta aquí, tendré que mandar a alguien que investigue...

— Kallen —lo interrumpió—, quizás sea una buena oportunidad para el reino, tu padre hubiera aceptado sin du...

—Yo no soy mi padre. —Replicó Kallen cortando la oración de forma tajante y fría—. Y que sugieras eso es razón suficiente como para que acabe contigo, ¿Lo entiendes? —articuló con lentitud las siguientes palabras—. Mi padre está muerto.

—Lo sé, Kallen. No quería decir que fueras como tu padre, sólo que quizás no tengas que pensar en la princesa como una esposa sino como si fuera una reina. Si sería una buena reina. Sé que no quieres casarte, pero si lo haces te quitarás al consejo del medio por fin... —El ojos grises suspiró por las palabras de Kalon.

—Lo sé, pero todo el mundo me habla de matrimonio y estoy centrado en otras cosas —observó el rostro de Kalon tensándose así que decidió tomar otro rumbo—. Intentaré hablar con Dusan, a ver si él puede darme más información sobre esa princesa... Gracias por avisarme. —Kalon asintió—. ¿Sigue todo el mundo dormido?

—Bueno, escuché movimiento en la habitación de Elsbeth en un momento concreto de la noche pero después paró. Creo que volvió a la cama porque no salió por la puerta. —Kalon recibió un asentimiento.

—Perfecto, necesito a todo el mundo descansando.

— ¿Por qué? ¿Qué planeas?

—Falta una semana para que empiece oficialmente el invierno en nuestras tierras, aunque el temporal se esté adelantado. Quiero realizar la primera celebración correspondiente, vamos a ir al lago Silbersee. Avisa a las criadas y a todo el personal. —Kalon asintió y cuando el rey no dijo nada más, el guardia supo que era el momento de marcharse.

Kallen permaneció en la misma postura durante un rato. Aunque la posible visita de una princesa no alteraría demasiado sus planes, era una variante con la que no quería lidiar. Pero una alianza extranjera era algo realmente beneficioso, tendría que ofrecerle al consejo algo aún más apetitoso que eso. Una visión que les agradara más y de manera diferente.

Y por suerte para el rey, lo que se le ocurrió se entrelazaba a la perfección con sus planes.


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