Capítulo 76

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MIRIEL

Cuando eres una guerrera tienes que actuar rápido, eso era algo que Miriel siempre había tenido en mente. No puedes dejar que el miedo te controle, las decisiones tienes que ser concisas pero no viscerales, y eso era algo que no había podido marcar aún en su piel. Sin embargo, se quedó allí. Bañada por la luz de un pronto atardecer. No podría decir en qué momento Miriel acabó jugando con la daga entre sus manos y sentándose en el suelo.

Si hubo traición, ella no la sintió.

Todos en ese castillo tenían secretos y Miriel no era menos.

Pero era Kallen quien había dejado esa maraña de dolor. Porque se habían besado una noche y sin significar nada quería exigirle algo. Algo que ni siquiera ella podía definir. Y a pesar de eso, no había lugar para lamentos. Elsbeth la había estado utilizando mientras le ocultaba información. El paradero de Mailek.

Mailek estaba vivo.

Como si aquella frase —que se repitió en su cabeza— le hubiera hecho reaccionar, salió de la sala de entrenamiento y se presentó en la de Elsbeth. Abrió sin llamar. Porque si le importaba poco el protocolo, ahora aún menos. La princesa estaba frente a su tocador, perdida en sus pensamientos y aun así no se sobresaltó con la presencia de la chica. Se volvía a comprobar que la dorada era difícil de sorprender.

—Voy a ir al grano. ¿Dónde está mi Mailek? Y ni te atrevas a mentirme. —La voz de Miriel nunca había sonado tan desnuda. No dejaba entrever su vulnerabilidad, pero la desesperación mezclada con la rabia era cristalina. Esta vez Elsbeth no pudo ocultar su impresión, estaba atando cabos.

—Te lo ha dicho Kallen. —Una afirmación que más bien ansiaba ser una pregunta. Pero la princesa del Reino de Oro era muy cuidadosa. Sólo tuvo que arquear una ceja antes de que Miriel respondiera.

—Sí, me ha dicho que te pregunte sobre el paradero de mi hermano. ¿Dónde está Maleik? —Elsbeth se levantó de golpe para salir por la puerta, la bronceana lo interpretó como si fuera acto de cobardía. Miriel la cogió de un brazo y después sujetó su cuello pegándola a la pared—. Dímelo. —Su tono sonaba más fiero que nunca y sus miradas conectadas dieron paso a una tensión que iba mucho más allá de las consecuencias de unos actos. Eran las consecuencias de palabras no dichas, incluso algunas sobre tinta, ahora casi todas explotando en el ambiente.

—No soy la única que te ha estado ocultando información. Kallen también lo ha hecho, paga tu frustración con él. —Dijo la princesa de forma costosa. Era difícil respirar en ese estado.

—Quizás supiera de la existencia de mi hermano, pero no sabe de su paradero, si lo supiera me lo habría dicho —Elsbeth dejó escapar una risa ahogada, intentado liberarse un poco de su agarre, para conseguir más aire.

—Vaya, esta mañana ni siquiera parecías segura de que confiara en ti y ahora sueltas eso. Pensaba que le sería más difícil manipularte. —A Miriel le dieron ganas de cortarle el cuello allí mismo.

—Escúchame. —Le dijo la guerrera pero fue interrumpida.

— ¡No! Escúchame a mí —puso una mano sobre su brazo, el mismo con el que sujetaba su garganta— ¿Qué ha hecho? ¿Te ha dado cosas bonitas? ¿Palabras que no esperabas? ¿Te ha llevado a su cama? Él es sólo un manipu-

— ¡Y TÚ TAMBIÉN! Eres tan manipuladora como él. Eres peor que él. Porque Kallen siempre ha ido a por nosotras, pero de frente. Tú te has escondido detrás de mi espalda para protegerte del golpe y asegurarte de apuñalarme. No te culpo por la traición. Al final del día, todos somos jugadores en juego de poder. Pero no te atrevas a hacerte la mosquita muerta. No te atrevas a aparentar que eres alguien dulce y buena cuando hay algo oscuro en ti. Así que deja de mentir de una jodida vez y dime dónde está. —Miriel miró fijamente los ojos de Elsbeth. No pudo ver nada en los ojos de la princesa, pero al menos contestó:

—Maleik está en el Reino de Oro. No sabía los planes de Kallen así que le pedí que se alejara por lo que pudiera pasar. —Miriel soltó por fin el cuello de la joven y mientras ella recuperaba el aliento, preguntó:

— ¿Está a salvo allí? — "Porque no pude protegerlo cuando debí haberlo hecho"

—Seguimos compartiendo sangre, creo que mi madre habrá sabido qué hacer. Iba a mandarle una carta para avisarla, pero Kallen no accedió hasta ayer... —la princesa cruzó los brazos, abrazándose a sí misma—. Da igual, de todas maneras Kallen debe saber si tu hermano está en mi castillo. Tiene espías allí. —Miriel frunció el ceño. La princesa lo decía con tanta tranquilidad que simplemente parecía que no pasaba nada. Le molestaba aquella paz, pues todo lo que ella había conocido era guerra. Tanto como la que había perdido como la que había ignorado que se disputaba en su interior. Se alejó para irse—. ¿A dónde vas?

—No te culpo por traicionarme, ¿Vale? Al final supongo que todos nos convertiremos en los traidores de la historia de alguien más. Pero Kallen lo sabe.

— ¿Qué sabe?

—Todo. —Sonrió burlona con una decepción a medias—. Será tu mente contra la suya.


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