Capítulo 37

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MIRIEL

A Miriel no le gustaba meter a terceras personas en sus planes, pensó en pedirle la ropa de criada a Havyn para poder ir a la habitación de Elsbeth sin que nadie la notara. Ni Kallen se enterara. Pero la criada no tenía la lealtad puesta en ella, así que tuvo que arriesgarse sin más a ir a los aposentos de la princesa.

El rey se enteraría, pero la bronceana esperaba tener una buena excusa o mentira para cuando lo hiciera.

Una vez delante de la puerta, entró sin llamar.

La princesa se giró a toda velocidad, sobresaltada por la presencia no autorizada. Aunque cuando vio que era ella no dudó en acercarse.

— ¿A qué se refería con la nota? —se veía que ella no estaba dispuesta a perder tiempo.

—Tiene sangre bronceana. Tiene sangre real bronceana. Usted sería la única persona que podría reclamar el trono. —Elsbeth estaba confundida. Muy confundida. Y Miriel no quería jugar su baza más importante, no aún.

—No hay trono. Ni reino. No hay nada, no presento ninguna amenaza para el rey.

—Sé que parece una locura, pero el rey quiere acabar con usted. Tiene que huir.

—Me iré en una semana si no hay ningún otro contratiempo. No tiene por qué preocuparse por mí

—Te matará en ese tiempo.

—Me temo que tú le estás dando más razones a él para matarte de las que le estoy dando yo. —Miriel le mantuvo la mirada sin decir nada.

—Tienes influencia en tu reino, podrías ampliar fronteras, reclamar ese territorio como tuyo. Reinar. —Elsbeth tragó saliva. El poder era tentador pero era ingenuo pensar que había ni siquiera posibilidad de ello.

— ¿Ha terminado? Al parecer vamos a compartir el almuerzo con el rey. No quiero llegar tarde.

—Tiene que huir. —Ignoró las palabras de la princesa.

—Me dijo que sabía por qué el rey me había hecho venir y aquí estoy, escuchando frases inconexas y poco probables. No me gusta perder el tiempo, márchese. —Miriel no dijo nada más, pero empezaba a pensar que Elsbeth no era tan cálida como todo el mundo pensaba.

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