MIRIEL
El ambiente cambió levemente, se notaba que el invierno era la estación favorita de muchos allí. Todo el mundo parecía estar de un extraño buen humor de repente, había sonrisas silenciosas, miradas cómplices. Parecían disfrutar del desayuno como si no hubieran probado nunca un manjar igual. Kallen parecía estar también de buen humor pero durante toda la comida estuvo bastante pensativo. Miriel también había visto muchos más criados por los pasillos, moviendo algunas cosas y preparando otras, parecía que iba a ser un día ajetreado.
Kalon le había dicho ayer que hoy estaría ocupado con la guardia real quienes tenían que hacer una demostración o algo así, por lo que la guerrera tendría que entrenar sola. Ella nunca había celebrado la entrada del invierno y no pudo evitar acordarse de su familia en aquellos instantes. En especial de Mailek, que esperaba que estuviera sano y salvo ya fuera en territorio dorado o plateado.
—Miriel, espera —la joven paró en seco al escuchar la voz de la princesa dorada detrás de ella. Algunos criados que rondaban por allí giraron la cabeza, no estaban acostumbrados a ver a una princesa captando la atención de otra persona de esa manera. Ante las miradas, Elsbeth carraspeó un poco—. ¿A dónde vas?
—A entrenar un rato. —Bajó un poco el tono de voz. Ya destacaba mucho como para que más personas se metieran en sus asuntos. Cuando su criada se enteró por primera vez que la razón por la que sus ropas estaban sudadas, la escudriñó con la mirada por media hora, porque pensaba que estaba mintiendo.
—Sí, nos vendrá bien entrenar, pero los pies —Miriel frunció el ceño, no estaba siguiendo a la princesa—. He hablado con Kallen, me ha dicho que no sabes bailar y si quieres yo puedo enseñarte.
— ¿Te ha pedido Kallen que me enseñes?
—Me ha pedido que te ofrezca ayuda. —Miriel odiaba esa palabra, ese término de ayuda. Le gustaba ser todo lo independiente que pudiera, aunque a veces se metiera en líos precisamente por eso. Pero Elsbeth al final del día era su prima y quizás le vendría bien conocerla más.
Desde que sus planes de venganza habían perdido color y había descubierto que todavía había alguien de su pasado caminando por estas tierras, ya no veía su pasado con borrones de gris y restos de ceniza. Quizás el problema es que lo había visto a través del dolor y ni siquiera había permitido que la nostalgia se acercara a ella. No es que bailar fuera el mejor plan, pero quizás podía prescindir de su entrenamiento aunque fuera un día.
—Bueno, está bien. —Elsbeth sonrió satisfecha y ambas caminaron por los pasillos. Al parecer la princesa dorada ya había asumido que la respuesta de la guerrera sería un sí, porque la llevó hasta una sala vacía y espaciosa. ¿Cuántas habitaciones tenía ese sitio? Estaba segura de que ni siquiera el rey tenía una respuesta para eso.
—La verdad es que no sé si habrá algún tipo de baile especial plateado, pero hay dos que son bastante típicos en cualquier fiesta o recepción —explicó Elsbeth acercándose a ella. Colocó una de las manos de Miriel en su cintura y la mano de Elsbeth alcanzó la barbilla de la bronceana, manteniéndola ahí—. Coloca tu otra mano en mi espalda. —Miriel dudosa lo hizo—. Bien, ahora es cuestión de tempo. Cuenta conmigo.
La verdad es que la guerrera pensaba que se le daría peor, pero aquella danza en círculos era simplemente un duelo entre dos personas que no estaban seguras si debían dar la estocada final, dos amantes destinados a odiarse pero incapaz de dar el último paso para acabar el uno con el otro. Cuando empezaron el otro baile, Miriel sí que tuvo dificultades y tenían que parar cada cierto tiempo porque la guerrera estaba machacando los pies de la princesa. Nunca se había disculpado tanto con alguien.
El segundo baile era más dinámico, el tempo era más alegre, los movimientos eran firmes y ahora tenía que sincronizar tanto brazos como piernas. A Elsbeth se le notaba que había tenido mucha práctica, ni siquiera estaba pensando en los pasos, su propio cuerpo la guiaba por inercia. Miriel aún estaba intentando recordar si bajaba el brazo derecho era el pie izquierdo el que tenía que mover a la derecha o era el pie derecho el que tenía que mover a la izquierda.

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Promesas de Plata
FantasyEn Metalia, una vez hubo tres reinos, tan brillantes y preciosos como los metales a los que hacían referencia: El Reino de Bronce, El Reino de Plata y El Reino de Oro. Pero el primero cayó en una noche fría, por una estocada plateada. Ahora que el R...