ELSBETH
Entre sueños a Elsbeth todavía le preocupaba la situación de Mailek. Debía haber informado a su madre, haber mandado una carta que explicara su comportamiento. Si alguna vez había tenido las líneas del plan claras, ahora estaban difusas. Su madre había sido una buena estratega, pero controlar a un peón en distancia era complicado.
Porque planear sin conocer a tu enemigo, era tener que perder terreno constantemente. Aun así, Elsbeth quería pensar que al menos habría hecho que Kallen trastabillase con sus planes, quizás incluso hubiera destruido alguno.
Además sentía que un pasado que ni siquiera había vivido, la perseguía.
No sólo había supervivientes de lo que pasó, sino que eran el príncipe y la princesa. Elsbeth hubiera deseado escuchar la voz de su madre, saber su opinión, saber que piezas mover y cuáles era mejor dejar reposar. La princesa siempre había sentido que aunque Amice fuera la consorte, era más reina de lo que su padre nunca podría ser.
¿Sería su hermano un buen rey? ¿Se convertiría en un tirano? ¿Llegaría al trono o moriría antes? ¿Hubiera sido ella mejor?
La princesa observó la vela que la acompañaba aquella noche, aunque iluminaba la habitación, Elsbeth empezaba a pensar que necesitaba algo más potente. La oscuridad la estaba abrazando sin tocarla, sentía sus brazos alrededor de ella, su cabeza recostada cerca de su espalda. Era una sensación bastante recurrente, que auguraba una pesadilla horrible. Por eso aún seguía sin cerrar los ojos, porque seguía sintiendo esa presión en el estómago.
Su miedo a aquella penumbra sí había tenido un inicio, pero dudaba que tuviera algún final. Hay recuerdos que simplemente te acompañan toda una vida. Soltó otro suspiro antes de cambiar de postura. Y escuchó unos golpes. Alguien estaba llamando a la puerta, pero era demasiado tarde como para que alguien llamara.
—Elsbeth, ¿Estás despierta? —le recorrió un escalofrío al escuchar la voz de Kallen. No era exactamente la persona con la que quería hablar en ese momento. Las palabras de Miriel aún ardían en su piel. "Lo sabe. Lo sabe todo." Tragó saliva y se mantuvo en silencio. Quizás así se iría—. ¿Elsbeth? —volvió a preguntar.
En el Reino de Oro no acostumbraba a tener visitas nocturnas, de hecho, pocos la habían visto en camisón.
Tampoco conocía tanto al rey plateado como Elsbeth podía pensar, al fin y al cabo, justo cuando pensaba que tenía ventaja, él le demostraba que se equivocaba una y otra vez. Quizás debería rezar porque no se repitiera esa vez, ni siquiera pedía estar delante de él, sólo a su lado. Así que se levantó y se sentó en el suelo, con su espalda pegada a la puerta.
—Estoy aquí. —Fue toda la respuesta que dio.
—Si querías quemar los papeles no hacía falta quemar la capilla entera. —No le sorprendió que fuera tan directo. La princesa no había cogido la vela para llevársela a su lado, pero la calidez seguía alumbrando.
—No era mi intención. Estaba quemando los papeles cuando empecé a escuchar pasos así que para asegurarme de que ardieran los que quedaban utilice las telas que había en los altares, si el fuego era más grande, los hechizos se reducirían a cenizas... No esperaba que se quemara todo el altar.
— ¿Y las personas que había dentro? —Su tono era neutral, basado en susurros—. Las que han muerto.
—El incendio sucedió en la parte contraria a dónde se encontraban. Podrían haber salido de la capilla sin ningún problema. —Elsbeth mentiría si dijera que no le importaba. Eran vidas. Vidas inocentes que ella había sacrificado. Pero no le dolía, ni una lágrima había resbalado por sus mejillas.

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Promesas de Plata
FantasyEn Metalia, una vez hubo tres reinos, tan brillantes y preciosos como los metales a los que hacían referencia: El Reino de Bronce, El Reino de Plata y El Reino de Oro. Pero el primero cayó en una noche fría, por una estocada plateada. Ahora que el R...