Capítulo treinta y cuatro: ¿Y ahora qué?

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No importa lo que digan en los libros sobre la resaca, no hay palabra que pueda describir la sensación. Ni siquiera en las películas te dan una pequeña idea de lo horrible que es.

Ni siquiera sé si dormí, yo estaba como muerta en el sofá, y cuando abrí los ojos por el olor a pancakes de mi mamá solo me revolvió el estomago, lo que me hizo correr hasta el baño más cercano y vacía mi ya vacío estomago, es decir, el momento se redujo a botar mi bilis, y arcadas que solo hacían doler mi estomago. En fin, luego de ese mal rato, y una ducha que duró mucho más de lo normal, ni siquiera me sentía con energías suficientes para salir de mi casa.

En fin, solo me puse un short y uno de mis sweaters, junto a mis converse y unos lentes de sol realmente oscuros, ni siquiera le dedique algo de tiempo a mis padres, simplemente me fui hasta mi auto y con toda la lentitud de un caracol con resaca, conduje hasta mi escuela 

Una vez en el estacionamiento, apago el moto de mi auto y dejo caer mi cabeza contra el volante. Aún las cosas dan un poco de vueltas, ¿Por qué pensé que sería una buena idea beber tanto?

Las risas se escuchan amortiguadas, los murmullos son oprimidos por el sonido de los autos llegando, y yo lo único que quiero en este momento es un Red Bull o un Gatorade. Porque siento que no podré soportar el resto del día, lo único que quiero es estar acostada en mi cama, envuelta en mis sabanas, acurrucándome y pensando en lo bonito que se verían los ponys con una cosa puntiaguda pegada a su frente. 

Escucho que abren la puerta de copiloto, y lo único que dejo escapar es un gemido, ni siquiera me muevo, solo escucho como alguien se deja caer en el asiento junto al mío, cierra la puerta un poco fuerte y ambos caemos en un silencio prolongado

— Sky —escucho el murmullo de una voz masculina

El gemido que sale de mi boca es involuntario y me muevo de manera robotica, mi frente duele por estar presionada contra el volante, y no dudo que ya debe estar roja y marcada, abro los ojos y, a través del lente oscuro logro ver los ojos verde oscuro de Alex, tiene el entrecejo medio arrugado y está algo nervioso por estar aquí, lo noto en la mana que comienza a tronarse los dedos y ver a todas partes excepto a mi 

— ¿Qué? —pregunto con una voz algo carrasposa

Sus ojos viajan lentamente hasta mi, y su preocupación enseguida es sustituida por duda

— No preguntes —digo levantando mi mano derecha en el espacio que hay entre los dos—, simplemente no es mi mejor día 

Una leve sonrisa se dibuja en su rostro, mostrándome sus hoyuelos y puedo notar que esta entrando un poco más en confianza, se recuesta del asiento y deja escapar un leve suspiro

— ¿Esto tiene algo que ver con que mi hermano llegará golpeándose contra todo como a las... 4 de la mañana?

 — No sé de que hablas —respondo de forma seca y él deja escapar una risa un poco más fuerte

Luego de su risa, volvemos a caer en un silencio incomodo.

¿Alguna vez mencioné el dolor de cabeza que produce la resaca? Bueno, quiero dar a entender que ya me he tomado tres píldoras y todavía siento que mi cerebro palpita.

Me quito los lentes y masajeo mis parpados para hacer un mínimo esfuerzo en calmar el dolor, pero es en vano, termino por pasar la mano por mi rostro y ver a Alex, él luce algo entretenido, yo ni siquiera me di la molestia de verme en un espejo, pero creo tener una día de como me veo: Cara hinchada, ojos apagados y un gesto de que quiero matar a cualquiera que haga un ruido demasiado fuerte.

 — ¿A qué viniste, Alex? —pregunto algo cansada

Y él vuelve a ponerse nervioso, a intentar tronar sus dedos, aunque es en vano, a desviar mi mirada y tomar grandes bocanadas de aire

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora