Capítulo veinticuatro: Secretos

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Escucho un leve ruido y un olor muy familiar llega a mi nariz, me retuerzo en el lugar incómodo en el que estoy durmiendo y en lo que mi cerebro comienza a entender que ya no estoy durmiendo, el dolor de cabeza llega demasiado pronto, aprieto los ojo y luego hago un esfuerzo, abro uno lentamente y veo a mi papá sentado en el sofá de enfrente, con una taza humeante en sus manos, me está viendo con una sonrisa divertida, hago un leve gruñido y entierro mi cara en los cojines.

— ¿Qué pasa Sky? —habla en una voz un poco ronco— ¿No puedes con la resaca?

Suspiro profundamente y trato de ignorar el horrible dolor de cabeza que tengo y hago un puño con mis manos, porque yo amo a mi papá, realmente lo hago, y me gusta que sea de mente abierta y que no tenga problemas con que esté lidiando con una resaca, lo que me molesta es que ahora lo que quiero es dormir y por lo visto él solo va a reirse de esto.

— ¿Dónde está mamá? —mi voz suena amortiguada.

— Tuvo un viaje de emergencia por el trabajo —habla en un tono perdido—, así que solo seremos tu y yo por el resto del fin de semana... Bueno, tu resaca, tu y yo... ¿Qué quieres hacer princesa?

— Morir —me quejo.

Él se ríe un poco, pero luego se calla para tomar un sorbo de su taza

— Es una pena que quieras morir tan pronto princesa, hice el mejor café de la historia.

— Paa —me quejo y me agarro la cabeza—, realmente me duele la cabeza —aprieto los ojos con fuerza—, quiero dormir una eternidad, hacer que todo este dolor desaparezca.

Lo escucho ponerse de pie, el olor a café es más fuerte cuando se acerca y me da un beso en la mejilla, luego acaricia mi cara, poniendo todo mi cabello hacia atrás.

— Bueno Sky —habla en un tono más bajo—, espero que para la próxima tengas un poco más de control cuando bebas... —vuelve a darme un beso— Ve a tomar un poco de café, te hará sentir mejor. Voy a estar en mi estudio por si me necesitas.

Siento su calor corporal alejarse y luego escucho sus pasos lejanos, y no importa cuánto presione mi cabeza o todo lo que haga, el dolor persiste. Finalmente decido sentarme en el sofá, en la mesita que está frente a mi veo una píldora. Me restriego la cara, no solo por el sueño, sino porque siento que de un momento a otro mi cabeza realmente va a explotar. Creo que el vino está descartado por siempre de mi lista de bebidas.

Agarro la píldora y camino lentamente hasta la cocina, el olor a café es demasiado fuerte y enseguida una sonrisa se forma en mis labios. Amo quedarme sola con mi papá, él y yo somo tan parecidos. Ambos amamos el café fuerte, en cambio, cuando mi mamá tiene que beber del mismo, se tiene que hacer un poco más suave, es eso, o aguantarla ir de aquí para allá en la madrugada.

Me bebo la píldora con el humeante café y de alguna manera me siento mejor, mi cabeza sigue doliendo hasta explotar, pero me siento un poco más relajada.

Cuando finalmente termino mi taza de café y siento que la píldora hizo realmente su efecto, decido ir hasta mi habitación, todavía tambaleándose un poco. Abro la puerta de mi habitación y veo todo como lo había dejado la noche pasada, cuadernos y hojas esparcidas por toda mi cama, mi teléfono sobre la mesita de noche, ropa en el piso... Alá, esto es un completo desastre.

Lastima que no tenga tiempo para arreglarlo.

Miro sobre mi hombro para asegurarme que mi ventana está cerrada. Hábito al que poco a poco me he ido acostumbrando, luego prosigo a deshacerme de mi ropa que apesta a cigarro, alcohol y un extraño olor que realmente no quiero detenerme a pensar qué puede ser.

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora