Capítulo dieciocho: No necesitas ayuda porque no tienes oportunidad

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Me dejo caer en mi asiento vacío en el laboratorio de biología, apoyo mi codo sobre la mesa y mi cara sobre mi mano, estoy cansada y siento que mis párpados pesan demasiado... Cuando mis papás me dijeron que trabajar y estudiar al mismo tiempo no era algo fácil, no pensé que se referían a que tenía que trasnocharme por razones diferentes a un adolescente normal.

Unos ojos verde oscuro aparecen en mi campo visual, Ale me sonríe un poco y se sienta junto a mi, lo sigo con la mirada, él pone ambas manos sobre el escritorio y comienza a retorcerlas, parece un poco nervioso.

—  Sky, necesito tu ayuda con algo.

Me encojo de hombros un poco desinteresada, lo miro algo aburrida, cada vez el peso de mis párpados es peor, y tengo ganas de bostezar, pero sería demasiado mal educada si lo hago en su cara, por lo que solo detallo su cara, no demuestra más que nervios y un poco de preocupación.

— Veras... Yo sé que tu eres un poco... Complicada —desvía su mirada, a cualquier lugar excepto yo. En cualquier otro momento le hubiera gritado que termine de hablar de una vez, pero estoy demasiado cansada para eso—. Y sé que... No estarás de acuerdo pero —deja escapar aire y se seca el sudor de las manos en sus jeans, para verme finalmente—, me gusta mucho esta chica... Y quiero invitarla a salir.

— ¿Y? —pregunto con voz ronca— No entiendo que tengo que ver con todo esto, no sé porque necesitas mi ayuda... Sabes que yo no tengo amigos aquí.

— Ese es el problema... Ella es tu única amiga.

Frunzo el ceño ante su cara de perrito lastimado, el salón se queda en completo silencio y escucho la puerta cerrarse, lo que indica que ya el profesor esta aquí, sin embargo mi cerebro trabaja un poco lento por el cansancio, ¿Ale y Cassidy? No... 

— No necesitas ayuda porque no tienes oportunidad —digo friamente—, ella no es tu tipo.

— ¿Cómo lo sabes? —comienza a susurrar algo alterado porque ya ha comenzado la clase.

— Porque eso es algo que se nota de lejos, los chicos como tu, interesados en el deporte, fiestas, alcohol, sexo, quizás drogas, no se interesan en chicas como Cassidy, estudiosas y tranquilas.

— Esa es quizás la razón del porque me intereso en ella... Es diferente.

— Ni siquiera la conoces bien —respondo algo molesta.

— Eso es lo que quiero... Conocerla, sabes que es lo que le gusta y lo que no, entender su extraña afición con Harry Potter, reírme de sus bromas, lo que sea... Quiero acercarme.

— Eso no va a suceder nunca —gruño y él me frunce el ceño—, ella no está interesada, es obvio para todos que ustedes no se verán bien juntos y si eso llega a suceder, las cosas no van a ir bien... Tu pronto te cansarás de ella porque es toda una romántica y puede que crea o no en el sexo después del matrimonio, pero como eres promiscuo te cansarás y te acostaras con la primera que aparezca... Ya he visto esa película un millón de veces Ale, y la chica nunca sale del todo contenta, ¿Qué te hace pensar que quiero eso para mi amiga?

El profesor me llama la atención, pero aún así mantengo mi vista fija en Ale, a quien realmente parece molestarle mi argumento, respira profundo y noto sus hombros relajarse y fingir que está prestando atención a la explicación de la reproducción de las células.

Cuando la voz del profesor vuelve a perderse en el fondo, Ale voltea a verme, hace una mueca con sus labios, como si estuviera pensando.

— No entiendo porque tienes una idea tan equivocada de los hombres, ¿Te pasó algo Sky? ¿Te hirieron tan mal?

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora