Capítulo veintisiete: La niña buena se rebela

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La tensión que hay dentro de la camioneta es algo palpable, yo me siento incomoda porque me duele mi pierna, Alex está mirándose la muñeca, de reojo no puedo ver qué es lo que llama su atención, solo veo algo inflamado, lo único que se escucha en el pequeño espacio reducido es como Max desbloquea su teléfono y escribe un mensaje.

— Entonces —dice el ceñor Mark, con tono entusiasta y sin apartar la vista del camino—, ¿Lo mismo el próximo fin de semana?

— De ahora en adelante estaré en tu equipo —se queja Ale—, Max no entiende el significado de cuidarme la espalda.

— No lo creo —niega con la cabeza y una sonrisa, me da un escalofrío al notar que es la misma sonrisa de su hijo biológico, solo que sin hoyuelos—, Sky y yo hacemos un excelente equipo... Solo le falta algo de práctica.

— Yo —digo un poco nerviosa—, no creo que pueda venir el próximo fin de semana.

— ¿Por qué? —preguntan Mark y Alex al unísono, logrando que yo me encoja en mi asiento, completamente apenada.

Alex voltea a verme y siento la mirada de su padrastro por el espejo retrovisor, el ardor en mis orejas no tarda en llegar, por lo que intento respirar profundo antes de hablar.

— Es que... Tengo un evento importante ese día.

— ¿Qué evento? —pregunta el ceñor Mark, pero Alex solo hace una mueca y se recuesta del asiento.

— Es algo del lugar donde trabajo —la verdad es que estoy tan apenada que no quiero hablar, solo quisiera estar en mi casa.

— Sky trabaja en una perrera, papá —interviene Max.

— No trabajo en una perrera —me defiendo en tono molesto—, es como un centro de ayuda... Tenemos servicio de veterinario y vendemos cosas para mascotas, pero en realidad recogemos animales de la calle y los ponemos en adopción... Este fin de semana tenemos una jornada de esterilización, vamos a poner en adopción animales ya esterilizados... 

Hablo un poco rápido, y cuando finalmente me callo, el silencio se vuelve aún más incomodo...

— No tienes que molestarte —me dice el ceñor Mark mientras entra a nuestra calle—, es una buena causa... No me vendría mal adoptar un perro, ya sabes, esos de razas grandes que cuiden la casa... Solo que mi esposa es alérgica. 

— Uhm... Eso es lamentable —casi susurro.

— No importa, igual puedo dar algún tipo de aporte —estaciona la camioneta frente a mi casa, mi corazón se acelera cuando vio el carro de mi mamá—, ¿necesitan dinero? Puedo donarlo... O comprar comidas y medicamentos, lo que sea que necesiten puedes decirme. 

— Gracias... Ehm... Supongo que nos vemos luego.

— Ok... Avísame cuando tengas tiempo libre y así podamos volver.

— ¡Quiero la revancha! —me dice Alex frunciéndome el ceño.

Solo sonrío y asiento, apresurándome para ir hasta mi casa, una vez que abro la puerta y la cierro detrás de mí, comienzo a escuchar los murmullos que se callan repentinamente, yo me quedo parada, algo estática, pegada a la puerta, cuando comienzo a escuchar el resonar de los tacones de mi mamá, más atrás escucho los pasos apurados de mi papá.

Aparecen del otro lado del pasillo.

Alá está a punto de presenciar el pequeño demonio que existe dentro de mi mamá.

— ¡Skyler Danielle Edison!

Ouch. Nombre completo = Mala señal. Muy mala.

— ¿Dónde se supone que estabas? ¿Y por qué no llevas el teléfono contigo? ¡Llevo todo el día pensando en lo mala madre que soy porque te dejé sola luego de una discusión y tú decides escaparte de la casa! ¿Quién te crees que eres? ¡Aún vives bajo mi techo, bajo mis reglas! 

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora