Capítulo veintidós: Hablemos de sexo

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No me molesta que mis papás se vayan de la casa y me dejen sola cada vez que les da la gana, especialmente cuando mi papá y yo estuvimos lejos unos días y al regresar dijo que necesitaba tener una cena romántica con mamá. No, no me molesta, de hecho me parece que es hasta tierno, y estoy acostumbrada a estar sola todo el tiempo, por lo que realmente no me importa, especialmente cuando tengo tantas cosas acumuladas, tengo que hacer toda la tarea que tengo pendiente, sin mencionar todos los detalles que faltan para la jornada de adopción que tenemos para el próximo fin de semana.

Lo que me molesta es que estoy hecha un completo desastre, que más de dos tazas de café en mi organismo, y que los estúpidos vecinos Tempest tenga una maldita fiesta que no me deja concentrarme en absolutamente nada.

Me levanto de la cama con mucho cuidado,  haciendo todo mi esfuerzo para no arrugar ninguna de las miles de hojas que están esparcidas en mi sábana.

Me miro en el espejo, hago un mal gesto ante mi reflejo, mi cabello está hecho un completo desastre, intento arreglarlo pasando una mano por él, pero es inútil. Me doy por vencida y camino hasta mi ventana que da hacia su casa, la música es aún más fuerte cuando abro el vidrio, me asomo levemente porque solo estoy usando una camisa para dormir y mi ropa interior, veo a las personas entrar y salir, a pesar de la distancia escucho los murmullos, gritos y risas por encima de la música. Mi ceñosee frunce, solo puedo veo la silueta de los cuerpos, gracias a la oscuridad, entrar y salir. Molesta, cierro la ventana de golpe y camino hasta mi closet, me quito la camisa y me pongo algo un poco más decente, unos leggins negros y mis vans vinotinto, mientras salgo de mi habitación hago mi mejor esfuerzo para amarrar mi cabello en una coleta, porque definitivamente no voy a tomarme el tiempo de peinarlo.

Cierro la puerta detrás de mi un poco fuerte, me abrazo a mí misma cuando siento el frío y camino con paso apresurado hasta la casa de los vecinos.... Bueno, lo más apresurado que mi irritación me permite.

En la grama de su patio hay muchos vasos de plástico, es muy difícil no ver a alguien besandose como si estuvieran en una habitación privada, hago todo mi esfuerzo para no voltear y ver la asquerosa escena.

Cuando cruzo la puerta un extraño escalofríos me recorre el cuerpo, el ambiente se siente extraño y hace mucho calor aquí adentro, sin mencionar que la música amenaza con romper mis tímpanos.

Siento que muchas personas me están mirando, lo que me hace sentir más incómoda de lo normal en un montón de gente. Alguien pone sus manos de manera brusca sobre mi cadera, me volteo rápidamente, pensando en Max y su maldita obsesión con poner sus manos sobre mi, pero mi corazón se detiene cuando veo a Nick. No sé realmente qué hace, solo sé que está en el equipo de fútbol soccer, parpadeo un poco asustada e intento dar un paso hacia atrás, pero su agarre es demasiado firme.

— ¿Asustada? —dice en un extraño tono.

Instintivamente asiento levemente, provocando reir y que aleje sus manos de mi cuerpo, aprovecho ese pequeño momento para caminar empujando a las personas, llego a la cocina, tratando de recordar como es la cosa con las pocas veces que he estado aquí, deseando encontrarme con Ale o Max, pero ninguno de los dos está aquí, veo un par de caras conocidas, solo que realmente no sé de donde las conozco.

Respirando apresuradamente comienzo a caminar por la casa, imaginando que tiene algún parecido con la mía o si tiene alguna modificación. Hay otra pequeña sala de estar, en donde hay un bar y logro ver a Alex con sus amigos de la última vez, suelto un suspiro de alivio y me apresuro a empujar a las personas para llegar hasta él.

Uno de ellos me ve antes de llegar y murmura algo, haciendo que todos voltean a mi, todos sonríen excepto Alex, por lo que me detengo en seco antes de llegar.

— ¿Qué pasa? —dice uno de los chicos, realmente no recuerdo el nombre de ninguno— ¿Acabas de ver un fantasma o algo?

Decido ignorarlo, pongo toda mi atención en Alex, quien está mirando su vaso como si dentro de él mismo estuviera la cosa más interesante del mundo .

— Alex —murmuro, pero creo que solo yo puedo escucharme por encima de la música.

— Te ves bien vecina —dice el otro amigo, haciendo que mis orejas se calienten un poco—, ¿Acabas de llegar?

Asiento un poco nerviosa, no tengo ganas de acercarme a ellos, pero quiero hablar con Ale, en serio lo necesito, aunque me he dado cuenta que se balancea de un momento a otro.

En realidad vine a decirles que le bajaran un poco el volumen de la música, pero ahora que estoy aquí, creo que necesito hacer todo lo posible para que Alex me diga que pasó entre él y Cassidy.

— ¿Estás muy apurada vecina? —me pregunta el que parece más amable de todos y me dio una cerveza la última y primera vez que lo vi. Niego con la cabeza, buscando la manera de hacer que Ale hable conmigo— Porque estábamos teniendo una muy buena conversación, ¿No te importa unirte a ella? —me encojo de hombros como respuesta— Bien, entonces hablemos de sexo.

Oh Alá no....

— Uhm, yo —comienzo a tartamudear, logrando que dos de ellos se rían y uno me vea un poco atento a lo que sea que vaya a decir— Uhm... Realmente no estoy interesada en hablar de eso.

— ¿Por qué? —me pregunta uno, secandose las lágrimas causadas por la risa— ¿Te da vergüenza?

¿De que el mundo se entere de que soy virgen? Sí, algo .

— Dime vecina —habla el otro chico, el que me vio venir—, ¿Cuál es tu posición favorita?

Instintivamente mis ojos se amplían un poco por la sorpresa, ellos comienzan a reírse de nuevo y mis orejas se calientan hasta el punto que siento van a explotar.

— Chicos, ya basta —la voz de Alex hace que ellos paren su risa y lo vean seriamente, voltea a verme como si fuera un perrito abandonado— Sky, ven.

Con la otra mano, la que no sostiene el vaso, agarra mi muñeca un poco fuerte y comienza a caminar, prácticamente arrastrandome por un pasillo lleno de gente, para llegar a la parte trasera de la casa, se detiene antes de abrir la puerta de vidrio y me ve fijamente.

— ¿Qué? —pregunto al notar su mal gesto— En realidad vine porque su música no me deja concentrarme, pero luego recordé que hay un par de cosas que me gustaría hablar contigo.

— ¿Cómo cuales? —dice en tono cansado.

— Tiene que ver con Cassi.

Pone los ojos en blanco y se bebe el líquido de su vaso.

— No hay nada de que hablar, tú tenías razón y listo. Se acabó, fin de la conversación.

— ¿Tenías razón sobre qué? —pregunto un poco molesta.

— ¿No sabes lo que significa decir "fin de la conversación"? —resopla— Hablemos de otra cosa Sky, hablemos de sexo.

— No —digo un poco avergonzada.

— ¿Por qué? ¿Te da vergüenza que alguien se entere que es lo que te gusta que te hagan en la cama? —una sonrisa maliciosa se dibuja en su rostro.

Lo miro tratando de no demostrar ninguna emoción, pero lo cierto es que me estoy muriendo de vergüenza, él está borracho y realmente dudo que sepa de lo que estamos hablando.

— Alex, ya basta.

— ¿Qué? —seríee sin ganas— ¿No eres tan tierna como pareces?

— Me voy —digo firmemente—, hazme el favor y bajale volumen a la maldita música.

Molesta, doy la media vuelta y hago todo mi esfuerzo para caminar rápido.

Siento que alguien me agarra de la muñeca, solo que esta vez es un poco más amable, me doy la vuelta, zafandome de su agarre, y quedo frente a Max.

— ¿Ya te vas? ¿Tan pronto? Pero si acabas de llegar...

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora