Capítulo cincuenta y dos: Nadie tiene la culpa

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No me sorprendió nada subir y no encontrar a Max, lo cual debo admitir que fue un alivio, simplemente no podría soportar la idea de que estuve desnuda frente a alguien más, que estuve muy cerca de perder mi virginidad.

Alá, ¿me salvaste de algo que podría arrepentirme eventualmente?

Doy vueltas en la cama, abrazándome para darme calor, estuvo lloviendo casi toda la noche y el sweater más mis sábanas no son suficientes. Escucho pasos al otro lado de mi puerta y cierro mis ojos, tratando de poder relajarme. Anoche pude dormir solo un par de horas antes de que las pesadillas pudieran despertarme.

Mi puerta se abre lentamente y suspiro tratando de esconderme más en mis sábanas.

— Princesa —escucho el murmuro de mi papá antes de sentir su peso sobre mi cama, luego su leve caricia sobre mi cabello—, ya es hora de levantarse.

Extrañaba esto. Realmente lo hacía.

— No quiero —respondo con voz ronca, escondiendo mi cara en la almohada.

— ¿Pasa algo?

¿Por qué mi papá tiene que ser así? ¿Por qué siempre tiene que darse cuenta cuando algo está mal?

Lentamente abro mis ojos y lo veo, su ceño levemente fruncido, mostrando preocupación en sus ojos, marcando un poco más las arrugas en las esquinas de sus ojos. Acaricia mi cara con cuidado, atento a lo que sea que vaya a decir, pero no quiero hablar, así que solo me quedo viéndolo por unos largos segundos.

— ¿Te sientes bien? —sus ojos avellana viajan por mi cara, esperando darse cuenta de algún gesto— ¿Estas en.... Uhm... Esos días?

Suelto una leve risa escondiéndome bajo las sábanas.

— Sky —quita las sábanas para verme la cara, esta vez luce algo frustrado.

— No estoy en mis días papá —hablo bajo—, pero hoy como que no quiero ir a clases... Quiero ver a Alex.

Sus facciones se relajan rápidamente y me da una sonrisa de lado, tan relajada que me provoca sonreír de nuevo.

Ayer, después de darme cuenta que Max simplemente se había ido sin dejar rastro solo me di un baño para luego volver con mis padres y escucharlos hablar de lo excelente que habían salido las últimas tomas, cuando finalmente dejaron de hablar de trabajo dejé caer la bomba, obviando la parte de todos los problemas con Max solo les dije que estuve teniendo problemas para dormir y nuestro vecino apareció en la madrugada en nuestra puerta, manchado de sangre y con un hermanastro que probablemente estaría muriendo desangrado en su habitación, que realmente no tengo muchos detalles del accidente y que, lamentablemente, no he podido verlo.

Al principio comentaron que eso parecía una película, o quizás una mini serie, pero al ver la seriedad en mi rostro solo me abrazaron y llamaron a la señora Mery para ofrecer su apoyo... Luego el tema de Hedwig salió y tuve que mentir al decir que había llegado mucho antes del accidente.

Ahora mi papá estaba viéndome con algo de tristeza y esa sonrisa que lograba calmarme.

— Está bien, ¿Quieres algo para desayunar o prefieres seguir durmiendo?

— Estaría encantada de que me hicieras el desayuno.

— Ah —chasquea los dientes y hace un gesto pensativo—, será otro día princesa, porque hoy tu mamá es la encargada del desayuno.

Se inclina hasta besar mi frente, da un pequeño apretón en mi hombro y se va. Yo me quedo en silencio de nuevo, pero solo por unos segundos, porque escucho sonidos raros que vienen del piso, me quito las sábanas y giro un poco sobre la cama para ver por el borde hacia la jaula que permanece en el piso, veo el pequeño hocico intentando asomado y con un suspiro de cansancio me estiro lo suficiente para abrirla y sacar a Hedwig, él me olisquea un poco y yo lo dejo sobre mi cama. De inmediato se mete debajo de las sábanas y comienza a caminar de aquí para allá, haciéndome leves cosquillas cuando su pelaje hace contacto con mi piel me da un leve cosquilleo.

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora