Capítulo dieciséis: ¿Tengo alguna virtud?

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Son vagos los recuerdos de la fiesta, pero lo que sí está vivo en mi memoria es como las personas me veían bailar, quizás esa sea la razón por la cual de repente quise vestirme como si fuera a irme a vivir a un convento de por vida, en lugar de a la escuela... Y realmente fue demasiado incomodo en la mañana  siguiente cuando mi papá me preguntó si me había divertido en la fiesta, casi me ahogo con mi desayuno, pero pude arreglármelas para decirle que fue interesante.

Ahora estoy sentada en mi asiento, dos días después, mirando cada caricatura que hay en la madera desgastada, sin pensar realmente en nada, con la mente completamente en blanco.

Alguien pone su mano en mi mesa, puedo ver las uñas delicadas de Cassidy y levanto la mirada lentamente, ella parece algo ansiosa, a pesar que su cabello está un poco desarreglado, como si hubiera corrido todo el trayecto hasta acá.

— ¿Y? —pregunta ansiosa.

Levanto ambas cejas, sin entender  que es lo que quiere decir, ella hace un gesto de frustración y se deja caer en el asiento frente al mío, mirándome con esos ojos azules tan penetrantes.

— ¿Cómo estuvo la fiesta? 

Me encojo de hombros, la fiesta realmente no estuvo tan mal... Lo que me tuvo casi en vela todo el fin de semana fue lo que ocurrió después de ésta.

— No estuvo mal —hablo en tono bajo—, pero Cassi... Creo que Max puede ser un traficante.

Ella frunce el ceño y se acerca un poco hacia mí, luce algo confundida y aturdida.

— ¿Estás bien Sky?

Ruedo los ojos ante el tono de su voz y hablo en un tono más bajo.

— Tiene un arma en la guantera de su camioneta —hablo entre dientes y ella abre los ojos algo alarmada— ¿Qué pasa si es una especie de Clyde y quiere reclutarme como Bonnie? 

— ¿Haciendo comparaciones de películas con la vida real, otra vez Sky?

Al escuchar su voz me sobresalto y me siento recta en mi asiento, Max está parado frente a mí, lo que me lleva a pensar cuanto ha estado escuchando de mi conversación y por qué no me he dado cuenta que él estaba ahí.

Me cruzo de brazos y frunzo el ceño, detrás de él esta Ale, quien me sonríe y me guiña un ojo antes de sentarse en el primero asiento vacío.

— Yo no hago comparaciones de películas con la vida.

— Sí lo haces —me dice sentándose en mi mesa, con esa sonrisa que me deja ver sus hoyuelos.

— No —digo un poco molesta.

— De hecho lo haces todo el tiempo, comparas cualquier situación con alguna película, también eres odiosa, refunfuñas mucho, pones mucho los ojos en blancos, y... —le interrumpo antes de que diga lo que sea que vaya a decir.

— Ok Max, gracias por decirme todos mis defectos... ¿Tengo alguna virtud? Porque parece que no es así.

Los murmullos comienzan a apagarse porque el profesor entra al salón, Max lo mira por encima de su hombro unos pocos segundos luego vuelve a verme, se encoje de hombros como si no fuera la gran cosa.

— Por lo menos eres bonita —me guiña un ojo y se va a su asiento.

Yo me quedo perpleja un par de segundos, tratando de procesar lo que acaba de ocurrir y de ignorar el ardor que siento en mis orejas, Cassidy se gira levemente en su asiento y me ve un poco sorprendida, yo aprieto los labios en una fina línea y bajo la mirada para hacer que mi cabello caiga un poco en mi cara y ocultarme.

Diferentes [D#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora