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RINA

|PRINCESS PEACH|

Estaba en mi habitación, revisando unas cámaras mientras la música llenaba el espacio. La canción "Princess Peach" de Vicky sonaba en mi playlist. La letra resonaba en el cuarto mientras me acomodaba en el escritorio, buscando algunas fotos que había tomado para mejorar la calidad.

"No sube' na' pa' que piense' que está' con alguien
Yo te conozco, tú no va' a bloquearme
Ya mismo llego, estoy a tres de tu casa
Cuando te chingue yo sé que se te pasa
Siempre te pierdes solo para cucarme
Y aunque te tarde', eh"

Tarareaba la canción cuando un recuerdo del pasado me asaltó. Nos había llevado a mí y a Vicky a un momento muy complicado en nuestra relación.

Sentada en mi cama, la brisa pasaba suavemente por la ventana, y los recuerdos llegaron como si todo hubiera ocurrido ayer. La pelea había sido dura, y yo había decidido desconectarme de todo. Victoria había aparecido en mi puerta, desesperada.

Llevábamos un día entero sin hablar. Yo, terca y herida, no le respondí ni un solo mensaje. Me encerré en mi cuarto, con la mente llena de rabia y orgullo. No quería hablar con ella ni ver su rostro después de la última discusión.

Recuerdo el sonido de los golpes en la puerta, al principio calmados, luego cargados de desesperación.

—Rina, abre la puerta, por favor... ¡Acho, no me hagas esto!—su voz atravesaba las paredes, pero yo me mantenía firme, cruzada de brazos.

Sabía que no se iría fácilmente. Su voz, llena de súplica y vulnerabilidad, se filtraba por la puerta.

—Baby, sé que estás ahí...—escuché su acento puertorriqueño, siempre presente en los momentos de mayor debilidad—. Sabes que no me voy a mover hasta que hables conmigo. Te lo ruego, mi amor, abre la puerta.

A pesar de su esfuerzo, me negué a abrir. El dolor y el orgullo seguían dominando mi corazón. La música seguía sonando, y con cada nota, sentía cómo el conflicto se hacía más presente. Mi corazón se debatía entre el deseo de ceder y la necesidad de mantener mi dignidad.

—No, Victoria, no quiero hablar contigo—le respondí, mi voz temblando ligeramente.

—Baby, please te lo suplico—escuché su voz, llena de desesperación.

Finalmente, el dolor y la confusión me hicieron ceder. Me levanté lentamente, me acerqué a la puerta y, con una mezcla de nervios y resignación, la abrí un poco. La vi de pie en el umbral, con el rostro preocupado y los ojos brillantes. Se notaba que había estado esperando este momento con ansias.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté, intentando mantener la calma.

—Rina, no puedo más sin hablar contigo—dijo, su voz quebrada—. Me he dado cuenta de que metí la pata, y no tomé en cuenta cómo te sentías. Solo quiero pedirte perdón y que podamos hablar de esto.

Me aparté un poco de la puerta, dejándola entrar. La vi caminar hacia la habitación, sus pasos eran lentos y cautelosos, como si temiera que la puerta se cerrara de nuevo detrás de ella.

—¿Qué es lo que te hizo sentir así?—le pregunté, buscando entender su perspectiva.

Victoria suspiró, tomando asiento en el borde de la cama.

—Rina, vi cómo te molestaste cuando me viste hablando con esa chica. No era mi intención hacerte sentir mal. La verdad es que no lo hice para lastimarte, simplemente no me di cuenta de cómo te afectaba.

THE STORY OF US (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora