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RINA
|CELOSA|

Hace 10 años...

La arena caliente se sentía suave bajo mis pies, mientras el sol empezaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de colores naranjas y rosados. La tarde se volvía más interesante a medida que avanzaba, y el ambiente en la playa se llenaba de risas y música. Un grupo de personas se había reunido cerca de una fogata para bailar bomba, esa danza tradicional de Puerto Rico, que siempre me parecía tan fascinante.

Ally, que estaba sentada entre Vicky y yo, suspiró, claramente fuera de su elemento. — Siento' que no encajo en esto' momento porque yo no sé bailarlo —dijo, su acento puertorriqueño acentuando la frustración.

Vicky, sonriendo, respondió con un encogimiento de hombros: — Acho, Ally, no ere' la única —dijo mientras me miraba, y yo no pude evitar reírme.

— Yo no soy de aquí, así que no opino —añadí, haciendo un gesto de desentendimiento. Ambas rodaron los ojos en sincronía, como si hubieran ensayado.

Nos quedamos ahí, disfrutando de la música y la brisa del mar, conversando de lo más normal, hasta que algo cambió. De repente, un sonido familiar, un tambor venezolano, empezó a mezclarse con la música de la bomba. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente; comencé a moverme ligeramente, sintiendo el ritmo con cada fibra de mi ser.

Al principio, traté de contenerme, pero fue inútil. Las ganas de bailar se apoderaron de mí por completo. ¡Eran mis tambores!

— ¡Viva mi patria Venezuela, marica! —grité emocionada, levantándome de golpe y corriendo hacia el grupo que tocaba.

No pude evitarlo. Era como si esos tambores me estuvieran llamando a casa, aun estando lejos.

Salí lentamente de mis pensamientos, como despertando de un sueño cálido y distante. La música que había estado en mi cabeza se desvaneció, reemplazada por el sonido de una canción cualquiera que resonaba desde el televisor. Me encontraba en mi departamento, con la luz suave de la tarde entrando por las ventanas. Ally y Vicky estaban allí conmigo.

Vicky me abrazaba con una mano mientras su otra mano, distraída, deslizaba por la pantalla de su teléfono. Sentía su calor contra mí, un ancla que me traía de vuelta al presente. Ally, con su cabello azul tan llamativo como siempre, estaba sentada en el sofá, jugueteando con algo en su bolsillo, cuando rompió el silencio.

— Bridget me dijo que fuéramos a un bar hoy —dijo, casi casualmente, pero con un brillo en los ojos que indicaba que estaba emocionada por la idea.

Volví a la realidad completamente y sonreí, todavía saboreando el recuerdo de aquella playa, de los tambores, de esa conexión con mi tierra. Pero ahora, era otro momento. Un momento con ellas.

— ¿Y qué? ¿Nos animamos? —murmuré, mirando a Vicky, quien alzó una ceja, aún perdida en su teléfono, pero con una sonrisa divertida formándose en sus labios.

Nos levantamos del sillón con rapidez, como si el simple hecho de mencionar salir ya nos hubiera dado un impulso de energía. Vicky se levantó primero, estirándose, mientras Ally y yo corrimos a mi habitación, riéndonos entre nosotras mientras empezábamos a sacar ropa del armario. Era ese tipo de momento en el que la emoción flotaba en el aire, preparándonos para una noche de lo que sea que el destino nos tuviera preparado.

— ¡Dios, no tengo idea de qué ponerme! —dijo Ally, revolviendo su mochila en busca de algo que fuera "apropiado para un bar", como si eso fuera un concepto universal.

THE STORY OF US (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora