026.

464 44 37
                                    

MIKO
|VOLVER A TOCARTE|

+18

Le dejaba pequeños besos húmedos en el cuello de Rina, y ella respondía con jadeos entrecortados, acercando nuestros cuerpos con desesperación.

—Vicky... —susurró, mientras mis besos descendían por su pecho desnudo. Llevé mis manos a sus senos, acariciando suavemente sus pezones endurecidos, y con un pequeño jalón, Rina volvió a gemir, su cuerpo temblando de placer.

Mis manos la rodearon suavemente, bajando lentamente hasta que Rina me detuvo con un gesto.

— Vic, ¿estás segura de esto? — preguntó con un tono de preocupación.

—Baby, me muero por volver a tocarte como antes—, le susurré, mi voz temblando de deseo.

Rina me devoró con un beso apasionado, sus manos acariciando mi espalda con urgencia. Mis besos descendieron por su abdomen, trazando un camino de besos hasta llegar a sus bragas, donde me detuve, saboreando el calor que emanaba de ella.

Sus ojos brillaban con desafío y deseo, entregándose por completo a mí. Con cada segundo que pasaba, mi boca descendía más y más, dejando un rastro de besos ardientes sobre su piel.

Cuando llegué a sus pechos, su respiración se volvió más pesada, y vi cómo cerraba los ojos, entregándose al placer que le estaba brindando. Sonreí con satisfacción, sintiendo cómo el poder de la situación me embriagaba.

Mi lengua comenzó a explorar su pezón, haciendo círculos lentos y provocativos a su alrededor. Podía sentir cómo se endurecía bajo mi toque. Rina dejó escapar un pequeño suspiro entre el placer y la sorpresa. Le di una pequeña mordida juguetona, y ella reaccionó dándome un ligero golpe en el brazo, haciéndome reír.

— ¡Victoria! ¡Puñeta! — exclamó, entre divertida y avergonzada, tratando de disimular el efecto que había causado en ella.

La miré con una sonrisa, disfrutando de esos momentos de complicidad.

Seguí con mi trabajo bajando mis manos hacia sus muslos, les di un pequeño apretón acercándola mucho más a mi. Mi mano acariciaba hasta llegar a sus bragas las cuales ya estaban un poco humeadas, acaricié encima de ellas haciéndola estremecer.

Hice a un lado las pequeñas bragas negras, con mis dedos apreté un poco su clitoris donde ella soltó un gemido.

Sin separar mi boca de sus pechos, seguí dejando que mi pulgar acariciara su clítoris, moviéndolo en suaves y tortuosos movimientos. El primer gemido que escapó de sus labios fue suficiente para encenderme aún más. Su cuerpo se arqueó hacia mí, buscando más contacto, más fricción, más de todo.

—Victoria...—gimió mi nombre entrecortadamente, su voz cargada de deseo, mientras sus caderas se movían involuntariamente, respondiendo a cada una de mis caricias.

Sin tanto rodeo, metí dos dedos en su interior, haciéndola soltar un gemido fuerte que resonó en la habitación. Su cuerpo se arqueaba con cada movimiento que hacía, mientras mis movimientos eran rápidos pero profundamente placenteras la llevaban al borde.

—Oh dios... así, no dejes de hacerlo así—. dijo entre jadeos, pude ver como se aferraba a las sábanas de la cama.

Aceleré mis movimientos, mis dedos encontrando ese punto que sabía la volvería loca. Su cuerpo reaccionó al instante, su espalda arqueándose mientras un gemido ahogado escapaba de sus labios. Sus paredes internas se contraían alrededor de mis dedos, su orgasmo acercándose rápidamente.

Seguía moviendo mis dedos dentro de ella con firmeza, llevándola al borde hasta que finalmente, con un grito, se desbordó, su cuerpo temblando mientras alcanzaba su liberación.


*****

Me desperté por el sonido de mi teléfono vibrando insistentemente sobre la mesita de noche. Al abrir los ojos y revisar la pantalla, vi tres llamadas perdidas de Mari. Bufé, aún medio dormida. Rina estaba acurrucada contra mi pecho, su cuerpo desnudo bajo las sábanas. Su cabello oscuro le cubría parte del rostro, y con cuidado lo aparté, dejando a la vista sus pequeñas pecas, que siempre me recordaban a constelaciones dispersas por su piel.

—Mari... —murmuré, contestando la llamada mientras volvía a enfocarme en contar las pecas de Rina.

—Baby, ¿you were sleeping? —escuché su voz al otro lado de la línea.

—No sé, puñeta, guess —respondí, algo molesta por la interrupción.

—Acho, ni porque te cogiste a Rina ayer amaneciste amable, ¿eh? —bromeó Mari, lo que me hizo sonreír levemente, pero no lo admití.

—Bueno, Mari, habla ya —dije, ignorando su comentario y centrándome en seguir contando las pecas de Rina.

—Ya, ya. Te lo cuento cuando llegue a la casa —dijo antes de colgar, dejándome con la palabra en la boca.

Suspiré y dejé el teléfono a un lado. Volví a mirar a Rina, que aún dormía tranquilamente, su respiración suave y acompasada. Me incliné para besar su frente, y seguí contando sus pecas con una sonrisa.

Al rato, Rina se removió, abriendo lentamente los ojos y mirándome con una mezcla de confusión y sueño.

—¿Qué haces? —preguntó con voz ronca.

—Contando tus pecas —respondí con una sonrisa traviesa.

Ella rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír. Se acercó para darme un beso suave en los labios.

—¿Y cuántas tengo ahora, Einstein? —preguntó con un tono burlón.

—Ciento dos —respondí triunfante—. La última vez que las conté tenías noventa y cinco. Parece que te han salido más.

Rina soltó una pequeña carcajada, divertida por mi obsesión.

—¿Cómo es posible que tengas tanto tiempo libre para contar mis pecas?

—Bueno, alguien tiene que hacerlo —le guiñé un ojo mientras ella negaba con la cabeza, volviendo a apoyar su rostro en mi pecho con una sonrisa.

Rina se estiró y, sin darse cuenta, se levantó de la cama. No se acordaba que estaba completamente desnuda hasta que notó mi mirada fija en ella. Le sonreí con picardía, incapaz de disimular la expresión traviesa en mi rostro.

—¿Qué? —preguntó, confundida, justo cuando la rodeé con mis brazos y la atraje hacia mí por la cintura.

—Nada, solo que... estás demasiado buena para ignorarte —dije con una sonrisa perversa, mis labios buscando los suyos con urgencia.

Rina dejó escapar una risa ahogada en medio de nuestros besos, mientras trataba de apartarme suavemente.

—Vic... —murmuró entre un beso y otro, pero no hice caso, profundizando el contacto, mis manos recorriendo su espalda con desesperación.

Finalmente, ella se separó un poco, riendo.

—Victoria... son las ocho de la mañana, ¿no te cansas nunca? —preguntó, con una mezcla de diversión y agotamiento.

—De ti, nunca —respondí sin dudar, volviendo a besarla con intensidad.

Rina rodó los ojos, pero no hizo mucho por detenerme. Sabía que a veces, la pasión que sentía por ella era imposible de contener, y aunque siempre se hacía la dura, había algo en nuestros momentos juntas que siempre la hacía ceder.












___________________

holiii, les vengo a dejar una noticia, me cree un canal de WhatsApp y aquí dejaré el link por si se quieren unir, estaré contando los dramas que suceden en mi vida diaria o cosas estúpidas y hasta memes que me aparezcan HAJAJJAJ

https://whatsapp.com/channel/0029VaowCyAKmCPRKZ3TwQ2H

es ese, lo pueden copiar y pegar en google que los llevará directo a whatsapp para que se unan 💗

BESOS, NIX💗

THE STORY OF US (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora