Era un día nuevo y el atardecer londinense arrojaba una luz dorada sobre las calles empedradas, mientras la alta sociedad se preparaba para otra velada de eventos y compromisos. Para Anthony Bridgerton, sin embargo, el peso de las expectativas familiares y sociales parecía cada vez más insoportable. A pesar de su inclinación hacia la practicidad en los asuntos del corazón, la presión de su madre y, ahora también, de Lady Danbury para considerar a Cassandra Ravenwood lo tenía al borde de la frustración.
Había decidido ir a la galería de arte de Somerset House para distraerse. Un lugar tranquilo donde pudiera pensar sin interrupciones. Pero, al entrar en la sala principal, su plan de escapar del bullicio social se desmoronó instantáneamente.
Allí estaba ella. Cassandra Ravenwood, con su habitual porte elegante, inspeccionando una pintura en la pared. Parecía absorta, completamente en su mundo, y por un breve instante, Anthony pensó en marcharse antes de que lo viera.
Demasiado tarde. Cassandra levantó la vista justo en el momento en que él intentaba girar sobre sus talones.
—Bridgerton —dijo ella con una ligera inclinación de cabeza, una mezcla de sorpresa y desafío en su tono—. ¿Qué hace el perfecto vizconde en un lugar como este? ¿Has decidido finalmente apreciar algo más que los números y las propiedades?
Anthony exhaló lentamente, recordando la promesa que se había hecho a sí mismo de mantener la calma. Sin embargo, Cassandra siempre tenía el don de hacerle olvidar cualquier intención de ser razonable.
—Ravenwood —respondió con un aire de indiferencia, acercándose a ella a pesar de sus intenciones—. No es tan extraño que alguien con una educación como la mía aprecie el arte. Aunque, claro, no todos tenemos tiempo para perdernos en frivolidades.
Cassandra levantó una ceja, su expresión burlona.
—Me sorprende que lo llames frivolidad. Especialmente considerando cuánto de tu tiempo parece estar ocupado en... trivialidades. —Sus palabras tenían un filo agudo, como siempre—. ¿O es que no has encontrado nada que valga realmente la pena en tus paseos por la alta sociedad?
Anthony mantuvo su mirada fija en ella, ese mismo desafío brillando en sus ojos. Era increíble cómo, incluso en un entorno tan pacífico como una galería de arte, ellos dos podían convertir cualquier interacción en un duelo verbal.
—Quizás no he encontrado lo que busco porque lo que otros consideran valioso no siempre es lo que necesito —contestó, su tono más bajo y controlado esta vez—. No todos los tesoros están a la vista, después de todo.
Cassandra pareció capturar la profundidad de sus palabras, aunque no pudo evitar devolver el golpe.
—Una observación filosófica para alguien como tú, Bridgerton. Pero no me engañas. Sigues buscando lo más sencillo y predecible, algo que puedas controlar. Como siempre.
La tensión entre ellos se hizo más palpable. Estaban solos en la sala, rodeados de pinturas que parecían contar historias mucho menos intensas que la que se desarrollaba en ese instante entre ellos. El silencio de la galería solo acentuaba el eco de sus palabras.
Anthony dio un paso hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos.
—Cassandra, si realmente crees que todo lo que hago es por control, entonces no me conoces en absoluto —dijo, su voz apenas un susurro, pero cargada de intención. La proximidad entre ellos hizo que el aire se volviera más denso, como si ambos estuvieran conteniendo la respiración.
Ella lo miró a los ojos, sin retroceder, pero tampoco respondiendo de inmediato. Por un momento, Cassandra pareció dudar, como si algo en su interior estuviera debatiendo si continuar con su habitual enfrentamiento o dejar que otra cosa, algo no dicho, emergiera.
Finalmente, Cassandra soltó un pequeño suspiro, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado.
—Si no es control, entonces ¿qué es lo que buscas, Anthony? —preguntó, su tono más suave pero aún cargado de ese característico filo.
Anthony sonrió apenas, pero no había calidez en su gesto. Era una sonrisa irónica, llena de esa frustración que parecía seguirlo cada vez que se encontraba frente a ella.
—Tal vez no lo sé aún —admitió, sus palabras sorprendiendo incluso a él mismo. No era propio de Anthony Bridgerton admitir incertidumbre, mucho menos frente a Cassandra Ravenwood.
Ella lo observó en silencio por un momento, como si intentara desentrañar lo que realmente significaban sus palabras. Luego, su expresión cambió, volviendo a su habitual frialdad.
—Entonces quizás deberías empezar por averiguarlo —respondió, dándole la espalda antes de que él pudiera decir algo más.
El eco de los pasos de Cassandra comenzaba a desvanecerse cuando una figura emergió desde la entrada de la sala. Un hombre alto, de porte distinguido, con el cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás y una sonrisa carismática en el rostro, se acercó a ella con una familiaridad que Anthony no pudo ignorar.
—Cassandra, ¿seguimos? —dijo el desconocido con naturalidad, su tono mostrando la familiaridad de alguien que ya había pasado tiempo en su compañía.
Anthony se tensó de inmediato. Había algo en la actitud del hombre, en la cercanía con la que la trataba, que despertó una inquietud inesperada en él. Observó con atención mientras Cassandra giraba hacia el recién llegado, y aunque su rostro mantenía una expresión impasible, no hizo ningún gesto para apartarse.
—Por supuesto, Lord Stanton —respondió Cassandra con una calma estudiada, esbozando una leve sonrisa que, para Anthony, parecía casi calculada. Como si estuviera jugando un juego que él no podía entender del todo.
Lord Stanton. El nombre resonó en la mente de Anthony mientras analizaba al hombre que ahora estaba de pie junto a Cassandra, tan cómodo en su presencia como si aquello fuera lo más natural del mundo.
—No sabía que los Ravenwood frecuentaban la compañía de los Stanton —dijo Anthony, su voz más fría de lo que pretendía. No pudo evitar el aire de superioridad en sus palabras, un instinto que surgía siempre que alguien invadía un espacio que consideraba, de alguna manera, suyo.
Lord Stanton no pareció inmutarse ante el tono de Anthony. De hecho, le dedicó una sonrisa cortés antes de extenderle la mano con una confianza que lo irritó aún más.
—Lord Stanton —se presentó con una inclinación de cabeza—. Un placer conocerte, Bridgerton. Me temo que no hemos coincidido antes, pero estoy cortejando a la señorita Ravenwood desde hace algún tiempo.
Anthony parpadeó, atónito. ¿Cortejando? Las palabras resonaron en su cabeza como una bofetada, una que no había anticipado en absoluto. Cassandra, siendo cortejada. Por un lord que no era él. No es que quisiera ser él quien lo hiciera, pero... de alguna manera, la idea le resultaba inaceptable.
Mantuvo su expresión lo más neutral posible mientras estudiaba a Cassandra, buscando alguna reacción, alguna señal de que esto era una broma, un juego para molestarle. Pero Cassandra mantenía su rostro sereno, como si la conversación fuera lo más natural del mundo.
—Vaya, Ravenwood, nunca mencionaste que tenías... compañía —comentó Anthony con sarcasmo, aunque sus palabras intentaban enmascarar la creciente irritación que sentía. Cassandra ni siquiera le dirigió una mirada directa, pero pudo notar el leve destello en sus ojos que indicaba que había captado perfectamente su tono.
—No es necesario compartir todos los detalles de mi vida, Bridgerton —respondió ella con una serenidad que solo alimentó la frustración de Anthony—. A veces es mejor dejar que ciertas cosas se revelen por sí solas.
Anthony apretó los dientes. Stanton, cortejando a Cassandra. Y ella, aceptándolo como si fuera la cosa más normal del mundo. Mientras Lord Stanton la acompañaba fuera de la galería, Anthony sintió un tirón en su interior que no pudo identificar del todo. No era enojo... era algo más. Algo que no quería reconocer, pero que ardía en su pecho con cada paso que ella daba junto a ese hombre.
Cuando finalmente desaparecieron de su vista, Anthony se quedó solo en la galería, con una mezcla de irritación y confusión. Cassandra Ravenwood siempre había sido una fuente constante de frustración para él, pero esto... esto era diferente. Y no sabía si eso era algo bueno o malo.
Una cosa sí sabía con certeza: no podía seguir ignorando lo que Cassandra provocaba en él. Y no le gustaba en absoluto.
ESTÁS LEYENDO
Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)
FanfictionAnthony Bridgerton y Cassandra Ravenwood han sido enemigos desde la infancia, pero sus familias conspiran para unirlos en matrimonio. Entre el odio y la atracción, ambos luchan por resistir un destino que podría cambiar sus vidas para siempre.