Reencuentro en el baile II

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Anthony intentaba mantener su concentración en la conversación con Edwina. Era encantadora, tal como lo había sido en la cena de la noche anterior. Su familia estaba enamorada de ella, y Edwina parecía igual de encantada con los Bridgerton. Cada palabra que salía de su boca debería haberlo complacido, pero sus ojos no dejaban de desviarse, de forma casi involuntaria, hacia una esquina del salón.

Cassandra Ravenwood se encontraba allí, conversando con un grupo de invitados. Su postura era elegante, aunque algo en su rostro seguía capturando su atención: un aire de melancolía, de algo roto que no había percibido antes en ella. La seguía con la mirada, perdido en sus propios pensamientos.

—¿Lord Bridgerton? —La voz de Edwina lo sacó de golpe de sus cavilaciones. Ella lo miraba con una ceja alzada, su tono ligeramente desconcertado—. Estaba diciendo que me encantó la cena con su familia anoche. Todos son tan... acogedores.

Anthony asintió distraídamente, pero Edwina ya había notado la dirección de su mirada. Sus ojos se entrecerraron levemente mientras seguía la línea de su vista hacia Cassandra.

—Ya veo que tiene la mirada puesta en Cassandra... ¿Ravenwood? —preguntó, con una curiosidad casi inocente.

Anthony respiró hondo y, forzando una sonrisa, respondió con indiferencia—. No la soporto. Nada más que eso.

Edwina lo miró con una ligera duda, pero antes de que pudiera decir algo más, Cassandra se giró y sus ojos se encontraron con los de Anthony. El intercambio de miradas duró solo un segundo, pero fue suficiente para hacer que Anthony bajara la vista de inmediato, casi avergonzado, como si hubiera sido cazado en un acto prohibido. No entendía por qué actuaba así, por qué aquella mujer siempre lograba descolocarlo de esa manera.

—Le dije que su familia me ha encantado, ¿verdad? —continuó Edwina, retomando la conversación mientras lo observaba de reojo.

—Sí, lo ha mencionado —respondió Anthony automáticamente, aunque su mente estaba en otra parte. La presencia de Cassandra lo inquietaba más de lo que quería admitir. Cada vez que intentaba ignorarla, se encontraba deseando mirarla de nuevo.

Finalmente, tras intercambiar algunas palabras más con Edwina, Anthony se disculpó amablemente.

—Con su permiso, señorita Sharma —dijo, inclinándose ligeramente antes de girarse y dirigirse hacia Cassandra. Algo en su interior lo empujaba hacia ella, una mezcla de preocupación y curiosidad que no podía ignorar.

Cuando llegó a su lado, Cassandra estaba ajustando nerviosamente un mechón de su flequillo, un gesto poco común en ella, siempre tan controlada. Fue entonces cuando lo vio: un ligero moretón en el borde de su frente, casi oculto por el cabello. Además de una herida en el labio inferior. El corazón de Anthony se aceleró, y antes de poder detenerse, soltó una observación irónica, como era su costumbre.

—¿Te has metido en una pelea, Ravenwood? —preguntó, con una sonrisa que intentaba ser despreocupada—. Sabía que eras entrometida, pero no que ahora también te dedicabas a ser peleadora profesional.

Pero en cuanto las palabras salieron de su boca, algo cambió en Cassandra. Su expresión se endureció de repente, y sus ojos, normalmente llenos de chispa y desafío, se llenaron de lágrimas. No dijo nada, no replicó como solía hacerlo. Simplemente se dio la vuelta, tratando de escapar.

Alarmado, Anthony la tomó suavemente del brazo.

—Cassandra, espera... —murmuró, su tono lleno de una disculpa genuina—. ¿He dicho algo malo?

Ella negó con la cabeza, sin mirarlo a los ojos, y se liberó de su agarre con una suavidad inesperada.

—No es nada, Anthony —respondió con voz apagada, antes de despedirse rápidamente y caminar hacia uno de los balcones, buscando la soledad de la noche.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora