Lucy entró con pasos ligeros, pero la preocupación nublaba su habitual alegría. Sabía que algo andaba mal. Al abrir la puerta, encontró a Cassandra sentada en el borde de la cama, con el rostro desencajado por el dolor. Cassandra no se giró para mirarla; su mirada estaba clavada en el suelo, con una mezcla de tristeza y determinación.
—Señora... —murmuró Lucy mientras sacaba el botiquín que había traído consigo—. He venido a desinfectarle esa herida que tiene en el brazo. Está muy profunda.
Cassandra asintió, aunque apenas se movió. Lucy se acercó con cuidado, comenzando a limpiar la herida con la delicadeza de quien conoce cada rincón de su piel, pero el silencio de Cassandra pesaba como una sombra en la habitación.
—Lucy, ya lo tengo decidido —dijo Cassandra, con la voz quebrada por la certeza de sus propias palabras—. Me iré... antes de la boda de Anthony.
Lucy, sobresaltada, levantó la cabeza bruscamente y dejó de limpiar la herida por un segundo.
—¿Irse, señora? —preguntó, sin poder ocultar el pánico que sentía—. ¿Qué quiere decir?
—No hay vuelta atrás. —Cassandra inspiró profundamente, intentando controlar las lágrimas que amenazaban con brotar—. Antes de la boda de Anthony, desapareceré. No puedo seguir viviendo en esta casa, no puedo... no quiero estar aquí cuando él se case. Y menos aún quiero casarme con un hombre que no me conoce, ni me quiere. Stanton... es egocéntrico, simple. Y yo... no puedo más.
Lucy continuó con su tarea, aunque ahora sus manos temblaban. Cassandra hablaba con una resolución que no había escuchado antes. Sabía que su señora era fuerte, pero esto era diferente. Esto no era solo una huida física, sino una batalla contra todo lo que le pesaba en el alma.
—Pero... señora, ¿cómo piensa hacerlo? —preguntó Lucy en voz baja—. ¿Cómo va a marcharse sin que nadie lo note?
—He estado mandando cartas a mi tía en Alemania —respondió Cassandra, apretando los dientes mientras Lucy seguía curando su herida—. Ella me recibirá allí. Está todo decidido, Lucy. Entiendo que quieras detenerme, que te sientas obligada a avisar a alguien... pero te lo pido, si me aprecias... si me ves como una amiga, no digas nada. No puedo seguir viviendo en esta casa, no con el miedo constante de mi padre, no con un futuro que me asfixia.
Lucy tragó saliva, intentando procesar lo que su señora le estaba pidiendo. La lealtad que sentía hacia Cassandra era inmensa, pero esto... esto era distinto. Nunca había imaginado que un plan tan drástico cruzara por la mente de Cassandra. La incertidumbre de lo que implicaba mantener ese secreto pesaba en su conciencia, pero su amor por ella era innegable.
—Señora, yo... —empezó a decir Lucy, pero Cassandra la interrumpió, su voz teñida de desesperación.
—Por favor, Lucy. No puedo pedirte más que esto. No quiero arrastrar a nadie más conmigo... ni siquiera a Anthony. Él tiene su futuro, su legado. Es el vizconde Bridgerton. —Su voz se quebró en ese momento, y una lágrima rodó por su mejilla, algo que Cassandra intentó disimular sin éxito—. No puedo pedirle que lo abandone todo por mí. Ni siquiera sé si querría hacerlo.
Lucy detuvo sus manos, dejando de aplicar el ungüento por un segundo, y la miró directamente a los ojos, con el corazón en un puño.
—¿Y qué hay de él, señora? —preguntó Lucy con suavidad—. ¿Qué le dirá? Anthony no la dejará ir sin más. No después de todo lo que han pasado juntos. Lo ama, y usted lo ama a él.
Cassandra casi no podía contener el llanto, y respiró con dificultad, como si las palabras que tenía que decirle a Lucy fueran veneno en su garganta.
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Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)
أدب الهواةAnthony Bridgerton y Cassandra Ravenwood han sido enemigos desde la infancia, pero sus familias conspiran para unirlos en matrimonio. Entre el odio y la atracción, ambos luchan por resistir un destino que podría cambiar sus vidas para siempre.