Una pedida inesperada

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El salón de baile estaba resplandeciente. Las luces de las arañas brillaban como estrellas, y el murmullo de la alta sociedad llenaba el aire con expectación. La reina observaba desde su asiento elevado, su mirada severa y crítica, mientras los Ravenwood, Bridgerton, Sharma, y la crema y nata de la sociedad londinense ocupaban cada rincón del lugar.

Anthony estaba de pie frente a uno de los espejos, con la mirada perdida mientras Violet ajustaba la solapa de su camisa. La voz de su madre resonaba en su cabeza como un eco, recordándole lo que debía hacer esa noche.

—Es tu momento, Anthony —dijo Violet, con una sonrisa maternal, pero firme—. Debes pedirle matrimonio a Edwina esta noche.

Anthony asintió, pero no respondió. Se sentía sofocado, atrapado por el peso de las expectativas que llevaba sobre los hombros. Todas sus decisiones, todo lo que había planeado antes de Cassandra, ya no tenía sentido. El mundo que había construido alrededor de su deber parecía desmoronarse, y lo peor era que no sabía qué hacer para detenerlo.

Lady Danbury, observando desde la distancia con su astuta mirada, se acercó con su bastón haciendo un leve ruido al golpear el suelo de mármol. —Ah, el amor y el compromiso. Dos bestias salvajes que creemos poder domesticar, pero que siempre encuentran la manera de escapar de nuestras jaulas, ¿no, Lord Bridgerton? —dijo con una sonrisa cómplice, sabiendo perfectamente el caos que el joven vizconde tenía dentro de su pecho.

Violet lanzó una mirada reprobatoria a la anciana dama. —No le pongas más nervioso, Lady Danbury. Esta noche es la noche. Todo está perfectamente planeado.

—Oh, querida Violet, los mejores planes siempre se desmoronan cuando el corazón está involucrado —replicó Lady Danbury con un destello divertido en sus ojos.

Anthony, sintiendo el peso de sus palabras y de las expectativas, tomó una bocanada de aire y cruzó el salón en busca de Edwina. Cuando la encontró, hizo una reverencia impecable y le ofreció su mano.

—¿Me concederías este baile? —preguntó, con una sonrisa que intentaba parecer segura.

Edwina asintió con delicadeza y colocó su mano en la de él, permitiéndole guiarla hacia la pista de baile. Los invitados observaban con atención, susurrando entre ellos. Este era el momento en que el vizconde Anthony Bridgerton, finalmente, se comprometía con la encantadora Edwina Sharma.

Pero mientras giraban por la pista de baile, Anthony no podía evitar que sus ojos buscaran a otra persona. Cassandra Ravenwood, al otro lado de la sala, estaba bailando con Lord Stanton. Sus movimientos eran fluidos, gráciles, pero sus ojos traicionaban la agitación interna que sentía. Ambos se miraban de reojo, sin querer, como si una fuerza invisible los mantuviera atados.

Eleanor Ravenwood, observando a su hija desde la distancia, se acercó a Violet y Lady Danbury, con una sonrisa forzada en el rostro.

—Violet, felicitaciones. Parece que tu hijo finalmente tomará la decisión correcta —comentó, intentando sonar animada, pero con una preocupación evidente en sus ojos.

Violet, aún con los nervios a flor de piel, asintió. 

—Gracias, Eleanor. Pero dime... ¿cómo está tu Cassandra? He notado que parece más reservada últimamente.

Lady Danbury, siempre observadora, intervino con su tono mordaz. 

—Sí, Eleanor. ¿Te has dado cuenta de que tu hija ha estado un poco... diferente las últimas semanas?

Eleanor suspiró. 

—Sí... Apenas come, apenas sale de su habitación. Y siempre está enviando cartas a... no sé quién.

Violet se quedó congelada. 

—¿Cartas? Anthony ha estado igual... esperando correspondencia con una ansiedad que nunca antes había visto en él.

Antes de que pudieran procesar la información, un murmullo recorrió la sala. Lord Stanton se había arrodillado ante Cassandra en medio del salón de baile, atrayendo la atención de todos.

—Lady Cassandra Ravenwood, sería el honor de mi vida si aceptaras ser mi esposa —anunció Stanton, con voz firme y clara, mientras extendía un anillo hacia ella.

Cassandra sintió que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. Su mirada voló hacia Anthony, quien, desde el otro lado de la pista, la observaba con una mezcla de desesperación y resignación. Por un instante, todo pareció detenerse. El bullicio del salón se desvaneció, y solo quedó el silencio entre ellos.

—Yo... yo... —Cassandra intentó responder, pero las palabras no salían. Su corazón latía tan fuerte que apenas podía pensar.

Antes de que pudiera negarse, Lord Ravenwood, con su presencia imponente, intervino. —Por supuesto, Lady Cassandra aceptará. Será un matrimonio magnífico.

Los aplausos llenaron la sala, mientras Cassandra seguía congelada, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. Todo a su alrededor era un caos, pero lo único que podía hacer era mirar a Anthony con los ojos llenos de tristeza y desesperanza.

Anthony, incapaz de soportarlo más, soltó inesperadamente la mano de Edwina. Todo el salón lo vio mientras, con paso firme y enfadado, abandonaba el baile sin mirar atrás. La expresión de Edwina era de completa incredulidad, y Violet, viendo a su hijo marcharse, salió corriendo tras él.

—¡Anthony! —gritó Violet, intentando alcanzarlo en el vestíbulo, donde Anthony se había detenido, respirando agitadamente.

—No puedo hacerlo, madre —dijo Anthony, con la voz rota—. No puedo casarme con ella.

Violet lo miró con compasión, pero también con firmeza. —Hijo, sé que esto es difícil para ti, pero jugar con los sentimientos de dos mujeres no es el camino. Si no puedes ser sincero contigo mismo, al menos sé honesto con Edwina y con Cassandra.

Anthony la miró, sintiendo que las paredes del deber y del deseo se cerraban a su alrededor.


Lady Whistledown's Society Papers

Londres, el centro de intrigas y secretos.

Queridos lectores, permitidme ofreceros la noticia más jugosa de la temporada. Todos los ojos estaban puestos en el evento de Lady Danbury, donde se esperaba que la joven y encantadora Edwina Sharma, nuestro preciado diamante de la temporada, recibiera finalmente una propuesta del más deseado de los vizcondes, Lord Anthony Bridgerton. ¡Pero qué sorpresa nos hemos llevado!

Mientras todos aguardaban la esperada propuesta, algo mucho más inesperado ocurrió: en una maniobra imprevista, Lord Stanton se arrodilló frente a la bella y enigmática Lady Cassandra Ravenwood. Sí, mis queridos lectores, Cassandra ha aceptado el anillo de Lord Stanton, aunque su "sí" fue dado bajo la atenta mirada de su imponente padre, Lord Ravenwood. Más bien, se podría decir que fue él quien recibió el anillo anoche.

¿El giro más interesante de la noche? Lord Bridgerton, conocido por su compostura y caballerosidad, abandonó el salón de baile con un gesto de furia que no pasó desapercibido para nadie. ¿Acaso el vizconde tiene un motivo oculto para su repentina rabia? ¿Será que el aplazamiento de su compromiso con la señorita Sharma tiene más que ver con la flamante futura novia, Lady Cassandra, que con su propia indecisión?

Una cosa es segura: el drama de esta temporada ha alcanzado nuevas alturas, y este humilde cronista estará al tanto de todos los detalles. ¿Qué nos deparará el futuro para el vizconde Bridgerton, la señorita Sharma, y la recién comprometida Lady Cassandra Ravenwood? Solo el tiempo (y, por supuesto, Lady Whistledown) lo dirá.

Hasta la próxima, queridos lectores.

—Lady Whistledown

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora