Decisiones

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A la mañana siguiente, el suave resplandor del amanecer se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Cassandra y Anthony habían compartido la noche. Ella se despertó primero, su cuerpo todavía sintiendo el calor protector de Anthony a su lado. Cuando se giró para mirarlo, él ya estaba despierto, observándola con una sonrisa tierna en el rostro.

—Buenos días —murmuró Anthony, inclinándose para darle un beso en la frente—. Estás hermosa.

Cassandra sintió una mezcla de calidez y vergüenza mientras las palabras de Anthony la envolvían. Su mente se llenó de dudas, no solo por las marcas que aún cubrían su piel, sino por la realidad de la situación en la que se encontraban. Había pasado la noche en la casa de los Bridgerton, y ambos estaban comprometidos con otras personas. No podía evitar sentir el peso de lo que eso significaba.

—No puedo ir abajo... —murmuró, bajando la mirada—. No puedo enfrentarme a tu familia, Anthony. Van a juzgarme, van a saber lo que ha pasado...

Él la interrumpió suavemente, acariciando su mejilla con la yema de los dedos.

—No van a juzgarte, Cassandra. Confía en mí. Nadie te va a preguntar nada. Solo quieren saber que estás bien. Vamos a bajar juntos, y todo estará bien.

Ella lo miró, buscando algún indicio de duda en sus ojos, pero todo lo que vio fue determinación y amor. Finalmente, asintió con un leve suspiro, permitiéndose confiar en él una vez más. Anthony la ayudó a vestirse con cuidado, asegurándose de que cada movimiento fuera suave y respetuoso. Cuando terminó, la besó con ternura y la tomó de la mano.

—Ven conmigo —le dijo, con una sonrisa tranquilizadora—. Te prometo que no te vas a arrepentir.

Cuando llegaron al salón, Cassandra sentía cómo el corazón le latía en la garganta. El sonido de las voces animadas de los Bridgerton llenaba el aire, pero en cuanto cruzaron el umbral, todo quedó en silencio. Violet, que estaba en la mesa, casi se atragantó con su té al verlos entrar juntos. Sus hermanos, sentados alrededor de la mesa, se quedaron boquiabiertos, incapaces de articular palabra.

Anthony, sin soltar la mano de Cassandra, tomó la iniciativa.

—Cassandra tuvo un problema anoche —explicó con calma—. Se quedó a dormir aquí, y quiero que la tratéis con el respeto que se merece.

Cassandra sintió cómo su estómago se revolvía mientras esperaba que llamaran a sus padres, que la culparan de algo o que la miraran con desaprobación. Pero, en lugar de eso, vio cómo Violet se levantaba rápidamente de la mesa y corría hacia ella. Antes de que pudiera reaccionar, la madre de Anthony la envolvió en un cálido abrazo.

—Querida, ¿estás bien? —le preguntó Violet con preocupación genuina, sus manos acariciando suavemente los brazos de Cassandra.

La sorpresa en el rostro de Cassandra fue evidente, pero poco a poco se permitió relajarse en el abrazo de Violet. Fue un gesto lleno de amor y apoyo, algo que ella no esperaba, pero que la hizo sentir, por primera vez en mucho tiempo, parte de una familia que la acogía.

Violet llamó a una de las doncellas, su voz sonando autoritaria pero amable.

—Por favor, trae otro plato. Cassandra se quedará a desayunar con nosotros.

Eloise, desde su asiento, observaba la escena con una mezcla de tristeza y simpatía en su mirada. Aunque no comprendía todo lo que había ocurrido, podía ver que Cassandra estaba atravesando algo más grande que cualquiera de ellos, y eso la conmovió profundamente. Le ofreció una sonrisa genuina, pequeña pero sincera, como una señal de que estaba allí para apoyarla.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora