Pedida inminente

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Los días transcurrieron rápidamente y, en el salón de los Bridgerton, reinaba un ambiente de expectación. Anthony, decidido y firme en su resolución, había anunciado a su familia su próximo paso: pedirle matrimonio a Edwina durante su estancia en Aubrey Hall. Todos parecían emocionados, aunque la tensión en su voz no pasó desapercibida para algunos.

Violet, encantada, fue la primera en reaccionar.

—¡Oh, Anthony! ¡Qué noticia tan maravillosa! —dijo, acercándose para darle un abrazo maternal—. Estoy tan orgullosa de ti. Edwina será una esposa encantadora.

Sin embargo, Eloise, siempre la observadora, arqueó una ceja y lanzó una pregunta que incomodó a su hermano mayor.

—¿Y qué hay de Lady Cassandra? —preguntó con una sonrisa ligeramente traviesa—. Me parece que has estado un poco... ¿cómo decirlo? Evitándola.

Anthony fingió desinterés, pero su incomodidad era evidente. Soltó una excusa rápida, intentando cambiar de tema.

—Cassandra y yo... no hay nada de qué hablar. Ella no es... simplemente, no hay nada entre nosotros. Edwina es la elección correcta, y lo sabes.

Eloise no pareció convencida, pero decidió no insistir. La familia aceptó la noticia con entusiasmo, aunque algo en la expresión de Anthony sugería que no todo estaba tan claro como él quería hacerles creer.

Al día siguiente, los Bridgerton partieron hacia Aubrey Hall. La idea de un fin de semana tranquilo y decisivo se cernía sobre Anthony, pero todo eso se desmoronó en cuanto llegaron. Apenas había bajado del carruaje, cuando algo inesperado captó su atención: la silueta familiar de Cassandra Ravenwood se recortaba contra la entrada de la residencia de enfrente.

El corazón de Anthony se detuvo por un segundo. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Qué hacía ella allí? El destino, claramente, tenía un sentido del humor cruel.

—¿Qué hace ella aquí? —exclamó, más para sí mismo que para los demás, pero su tono dejó claro que no estaba nada contento.

Violet, lejos de compartir su angustia, sonrió con nostalgia.

—¡Qué maravilloso! —exclamó emocionada—. ¡Iré a saludar a Eleanor de inmediato! Justo como en los viejos tiempos. Será encantador ponernos al día.

Benedict, siempre dispuesto a buscar la diversión, aprovechó la ocasión para hacer una sugerencia.

—Podríamos invitar a los Ravenwood a una partida de Pall Mall —dijo con una sonrisa cómplice—. Seguro que a las Sharma les gusta tener más competencia.

Pero Anthony no estaba de humor para juegos. Apretando la mandíbula, se negó en seco.

—Ni de broma —murmuró con un tono firme y molesto, antes de girarse y dirigirse hacia la entrada de su casa, claramente enfadado.

El resto de la familia se quedó intercambiando miradas, algo sorprendidos por la reacción de Anthony, pero decidieron dejarlo en paz. Mientras tanto, Anthony cerraba la puerta detrás de él con fuerza, intentando calmar la tormenta de emociones que Cassandra siempre conseguía desatar en su interior.

¿Acaso el universo se estaba empeñando en hacerle dudar de su decisión? ¿Por qué ella tenía que estar allí, justo en ese momento crucial?


Cassandra observaba desde la ventana de su habitación mientras Lady Violet Bridgerton tocaba la puerta de la casa Ravenwood. Su madre, Eleanor, abrió con una amplia sonrisa y la recibió con los brazos abiertos. Las dos mujeres, amigas desde hacía años, se abrazaron con el cariño de quienes han compartido más de una vida social en la alta sociedad londinense.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora