La columna acecha

524 46 0
                                    

El sol apenas había comenzado a asomarse por las ventanas del salón de los Bridgerton cuando Violet entró agitando el periódico, su expresión una mezcla de diversión y desconcierto.

—¡Anthony! —llamó, su voz resonando en la amplia estancia donde él estaba tranquilamente sentado, disfrutando de su café matutino—. ¿Qué es esto?

Anthony levantó la mirada con una ceja arqueada, sin comprender del todo. Sus hermanos, Benedict y Eloise, estaban en la mesa, disfrutando de un desayuno tardío. Al ver a su madre, se inclinaron hacia adelante, expectantes.

—¿Qué ocurre, madre? —preguntó Benedict, al notar el tono intrigante en la voz de Violet.

Violet extendió el periódico hacia Anthony, señalando la columna de Lady Whistledown con una sonrisa enigmática.

—Mira esto, Anthony. Parece que te has convertido en el protagonista de la última columna de Lady Whistledown. ¿No se supone que odiabas a Cassandra Ravenwood?

Anthony tomó el periódico y leyó la columna con una expresión que pasaba de la sorpresa al desconcierto. El relato de la noche anterior se desplegaba ante sus ojos, detallando cada giro inesperado de los eventos.

—¿Esto es una broma? —murmuró, tratando de mantener la calma.

Eloise, que estaba disfrutando de su té, soltó una risita mientras observaba a Anthony.

—¿Parece que tu odio por Cassandra se está convirtiendo en un tema de interés público, hermanito?

Anthony frunció el ceño, intentando recobrar su compostura.

—No es para tanto —dijo con un tono defensivo—. ¿Quién le da importancia a lo que escribe esa mujer?

—Parece que la reina lo hace —intervino Violet, con un toque de ironía en su voz—. Y, de hecho, lo que más me sorprende es cómo todo el mundo está hablando de ti y Cassandra. ¿Qué dirá Edwina?

Anthony se pasó una mano por el cabello, visiblemente incómodo.

—No hay nada que explicar. Fue un baile. Cassandra y yo... simplemente, estábamos... bailando.

—¡Oh, pero es tan divertido! —exclamó Violet—. Nunca había visto a mi hijo en una situación tan... complicada.

—Bien, supongo que podría ser peor —dijo Anthony con un suspiro—. Al menos no estamos en medio de un escándalo.

Benedict se inclinó hacia adelante con una sonrisa traviesa.

—¿Y si el escándalo es justo lo que necesitabas para salir de tu rutina? Tal vez te haga bien tener un poco de emoción.

Anthony lo miró con escepticismo.

—No creo que el caos sea la solución a mis problemas.

Mientras la conversación continuaba, Anthony no podía dejar de pensar en lo que había leído. La columna de Lady Whistledown había captado un momento que él preferiría olvidar, y ahora todo Londres parecía estar observando.


En la casa de los Ravenwood, la situación no era menos tensa. El patriarca, Richard Ravenwood, había leído la misma columna con una sonrisa maquiavélica. Entró al salón donde Cassandra estaba sentada, intentando recuperar su compostura después del dolor físico y emocional de la noche anterior.

—Muy bien, Cassandra —dijo él con una sonrisa calculada—. Parece que por fin comienzas a actuar como se espera de ti.

Cassandra levantó la vista, sus ojos llenos de determinación y dolor.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, manteniendo la voz firme a pesar del temblor en sus manos.

—Has captado la atención que tanto necesitabas. No importa si es por buenas o malas razones. Lo importante es que estás en el centro de la atención. Y con un Bridgerton.

Cassandra frunció el ceño.

—¿Qué importa eso ahora? Lo que importa es cómo me siento, y lo que ha ocurrido en casa.

—No te hagas la víctima, Cassandra. Lo que importa es cómo manejas las cosas. Ahora, muestra lo que vales. Deja que el mundo vea que eres capaz de ser algo más que un simple espectáculo.

Ella lo miró con desafío.

—No necesito que el mundo me mire. Necesito que mi familia sea normal.

El Señor Ravenwood se rió con frialdad.

—No es así como funcionan las cosas en nuestra sociedad. Tienes que jugar el juego para salir adelante. Y, si eso significa que debes ser el centro de atención, entonces que así sea.

Cassandra se levantó con decisión, a pesar de las lágrimas que aún amenazaban con brotar.

—No me conformaré con ser solo un espectáculo, padre. Quiero que me vean por lo que realmente soy. No por lo que ellos, o tú, queréis que sea.

—¡Nunca serás nadie si sigues así! Madura de una vez por todas, Cassandra— espetó con rabia y cierta violencia Richard, pero Cassandra no miró atrás y volvió a su cuarto sin entrar en su juego.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora