Final feliz

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Anthony bajó la mirada hacia Cassandra, su cuerpo aún temblando bajo el suyo, y una decisión firme se asentó en sus ojos. Se inclinó hacia ella, sus labios rozando la curva de su cuello, antes de deslizarse más abajo, besando cada centímetro de su piel. Cassandra cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación, mientras él se movía lentamente, sus manos recorriendo su cuerpo con un cuidado y una devoción que jamás había experimentado.

Cuando Anthony llegó más abajo, Cassandra arqueó la espalda y un gemido suave escapó de sus labios. Todo a su alrededor se desvaneció, el mundo exterior dejó de importar. En ese momento, solo existían ellos dos, el placer compartido y el deseo que los consumía.

Sin embargo, justo en el instante en que el placer alcanzaba su punto más alto, un ruido inesperado rompió el hechizo.  La respiración de ambos se detuvo cuando escucharon la voz de Violet resonar desde abajo.

—¡Anthony! —gritó desde el vestíbulo—. Edwina y Eloise están aquí. ¡Subimos!

El pánico se apoderó de Cassandra y Anthony al instante. Intercambiaron una mirada rápida, y sin decir una palabra, ambos entendieron que tenían que actuar rápido. Cassandra miró alrededor de la habitación, buscando desesperadamente un lugar donde esconderse.

—¡El armario! —susurró Anthony apresuradamente, señalando el gran ropero al otro lado de la habitación.

Sin perder tiempo, Cassandra corrió hacia allí, sus pasos casi inaudibles en el silencio tenso. Justo antes de que Anthony cerrara la puerta del armario, se detuvo un segundo, la tomó del rostro y le dio un beso rápido, pero lleno de una emoción que ninguno de los dos pudo ignorar. Cassandra lo miró sorprendida, y antes de que pudiera reaccionar, Anthony cerró la puerta con suavidad.

Apenas habían terminado cuando la puerta de la habitación se abrió, y Violet entró seguida de Edwina y Eloise. Anthony, con el corazón aún acelerado, se tumbó rápidamente en la cama, fingiendo una calma que claramente no sentía.

—Anthony, ¿qué haces durmiendo a estas horas? —preguntó Eloise, con una ceja levantada y las manos en las caderas.

Anthony se sentó lentamente, frotándose los ojos como si acabara de despertarse.

—Tenía un... pequeño dolor de cabeza —improvisó, tratando de sonar convincente mientras lanzaba una mirada fugaz al armario—. Pensé que una siesta rápida ayudaría.

—Una siesta —repitió Violet, entrecerrando los ojos con sospecha—. A esta hora del día.

—Es que el dolor de cabeza era... intenso —insistió Anthony, intentando sonar más convincente, mientras se frotaba la frente teatralmente.

Edwina, con una sonrisa dulce y comprensiva, se acercó a la cama.

—Espero que te sientas mejor ahora —dijo con suavidad—. Hemos venido a sorprenderte. Pensamos que podríamos pasar la tarde juntos.

—Qué amable de tu parte, Edwina —respondió Anthony, sintiéndose culpable por la situación. Lanzó otra mirada rápida hacia el armario, donde Cassandra seguramente estaba escuchando todo desde su escondite.

Violet, sin embargo, no parecía del todo convencida. Dio un paso más hacia la cama y miró a su hijo con una mezcla de sospecha y preocupación.

—Anthony, ¿estás seguro de que no estás ocultando nada? —preguntó, alzando una ceja.

Anthony forzó una sonrisa.

—Por supuesto, madre. ¿Qué podría estar ocultando? —respondió, intentando mantener el tono ligero mientras su corazón latía con fuerza.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora