El día siguiente

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La mañana siguiente, la residencia Bridgerton estaba en pleno ajetreo. La mesa del desayuno estaba llena de vida con Violet y Eloise conversando animadamente con Edwina y Kate, mientras Colin y Benedict se intercambiaban miradas cómplices. Benedict, en particular, parecía tener un secreto que no estaba dispuesto a compartir.

—Es una mañana hermosa —comentó Violet con su característica sonrisa—. ¿No os parece que todo huele a posibilidades?

—Claro, madre, como siempre tan optimista —respondió Eloise con sarcasmo, pero con una sonrisa en los labios.

—He escuchado que el clima es perfecto para un paseo por los jardines, ¿no es así, Edwina? —intervino Kate, tratando de mantener la conversación ligera mientras Edwina asentía tímidamente, todavía pensando en la cena de la noche anterior.

De repente, todos los ojos se dirigieron hacia las escaleras. Anthony bajaba con cara de pocos amigos y ojeras que delataban una noche difícil. Parecía más agotado de lo habitual, con el cabello algo revuelto y la camisa desabrochada, algo inusual para su impecable apariencia.

—Anthony, querido —dijo Violet, con una sonrisa traviesa—, parece que anoche tuviste una fiesta mientras todos dormíamos.

Anthony se quedó paralizado por un segundo, su rostro pasando del desconcierto al nerviosismo. Miró a su madre, tratando de adivinar si sabía algo más de lo que dejaba ver.

—¿Qué dices, madre? —respondió con un tono tenso, sentándose torpemente en su silla, evitando hacer contacto visual con cualquiera.

—Tu cara lo dice todo —insistió Violet, sirviéndose más té—. Esa cara de desvelo no es normal para ti.

Eloise soltó una pequeña risa, disfrutando del evidente malestar de su hermano mayor. Colin también soltó una risa, pero fue Benedict quien finalmente habló, con un tono despreocupado que solo aumentaba la tensión en el ambiente.

—Tal vez Anthony estaba ocupado... atendiendo asuntos importantes —dijo, alzando una ceja con una sonrisa maliciosa, mientras servía más café.

Anthony lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera replicar, Violet continuó:

—Es normal, querido. Todos necesitamos un poco de diversión de vez en cuando. Aunque, claro, esperemos que no te descuides demasiado, especialmente con... asuntos tan importantes en juego. —Violet lanzó una mirada significativa hacia Edwina, que se ruborizó ligeramente.

Anthony apretó la mandíbula, sabiendo exactamente de qué "asuntos importantes" hablaba su madre. Pero su mente no podía dejar de vagar hacia la noche anterior, hacia Cassandra, y la intensidad de su encuentro.

—No me descuido, madre —respondió al fin, con un tono más firme—. Solo fue una noche larga... nada más.

Benedict lanzó una risa disimulada detrás de su taza de café, mientras Colin lo miraba con complicidad. Eloise no podía evitar disfrutar del espectáculo, y Violet, con su habitual aire despreocupado, se limitó a sonreír, aparentemente satisfecha con la respuesta de su hijo.

Edwina, ajena a todo, sonreía ligeramente, pero en el fondo de su mirada se notaba una leve inquietud, como si algo no acabara de encajar. Anthony se removió en su silla, tratando de disimular su incomodidad mientras se servía un poco de café.

El ruido ensordecedor interrumpió de repente el ambiente relajado del desayuno en la residencia Bridgerton. Todos se quedaron en silencio, intercambiando miradas confusas. Edwina fue la primera en reaccionar, levantando la cabeza como si intentara identificar la dirección del estruendo.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó con preocupación, mientras Kate le tomaba la mano con suavidad para calmarla.

—Parece que viene de la casa de los Ravenwood —respondió Benedict, frunciendo el ceño.

Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora