El evento social se desarrollaba en uno de los grandes salones de Londres, donde las familias más importantes se reunían para compartir sonrisas perfectas y cortesías vacías. Anthony Bridgerton estaba junto a su madre y sus hermanos, conversando con otros invitados, pero su atención no estaba del todo en la charla. Sus ojos vagaban de vez en cuando, buscando sin saber bien qué, hasta que una figura familiar entró en su campo de visión.
Cassandra Ravenwood apareció junto a su familia. Llevaba un vestido azul claro, elegante pero sobrio, que realzaba su porte distinguido. A su lado, sus hermanos se movían con esa camaradería despreocupada que a Anthony siempre le había parecido algo forzada, como si estuvieran siguiendo el ejemplo de su padre, el severo Lord Ravenwood, que caminaba con la altivez de quien sabe que el mundo le pertenece.
Violet Bridgerton y Eleanor Ravenwood se encontraron en el centro del salón, intercambiando sonrisas educadas, cargadas de la sutileza que solo dos mujeres con años de experiencia en la alta sociedad podían manejar.
—Lady Ravenwood, un placer verla —dijo Violet con cortesía—. El evento de esta noche parece estar siendo todo un éxito, ¿no le parece?
—Lo mismo digo, Lady Bridgerton. Y sí, es un verdadero honor ser invitada —respondió Eleanor, con una leve inclinación de cabeza, aunque en sus ojos se notaba una cierta tensión que solo alguien muy observador podría notar.
Mientras las madres conversaban, Anthony se quedó a una distancia prudente, observando la escena. Notó cómo Cassandra se mantenía más atrás, ligeramente apartada del resto, con una expresión neutral que solo aquellos que la conocían bien sabrían interpretar como incomodidad. Estaba atrapada en un círculo del que no quería formar parte, y sus ojos se movían inquietos, como buscando una escapatoria.
De pronto, ella pareció tomar una decisión y dio un paso atrás, apartándose ligeramente del grupo.
—Disculpadme —dijo con voz tranquila—, creo que necesito un poco de aire.
Justo cuando iba a girarse para marcharse, la mano de su padre la agarró del brazo con firmeza. Nadie más en la sala pareció notarlo, pero Anthony sí. Vio cómo los dedos de Lord Ravenwood se apretaban en el brazo de su hija, cómo el leve movimiento en los labios de Cassandra delataba un miedo contenido.
—No te vas de aquí, Cassandra —dijo su padre en un tono suave, casi susurrado, pero lo suficientemente firme como para que ella supiera que no podía desobedecer—. Estamos hablando con los Bridgerton. Sé educada, cariño.
Cassandra se tensó, pero no se movió. Una sonrisa congelada apareció en sus labios, una máscara que Anthony reconoció al instante.
—Claro, padre —respondió ella, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
Anthony sintió una punzada de incomodidad. Había algo en esa escena que no podía ignorar, algo en la forma en que Lord Ravenwood trataba a su hija que despertaba una ira silenciosa en su interior. Los Ravenwood siempre habían sido una familia con un aire de perfección, pero Anthony no podía quitarse de la cabeza lo que había visto aquella noche. La ligera violencia en ese gesto, en la forma en que Cassandra fue obligada a quedarse, era casi imperceptible para los demás, pero a él no se le escapó.
Sin pensar demasiado en lo que hacía, Anthony se adelantó ligeramente, acercándose lo suficiente para intervenir si fuera necesario. Sus ojos se encontraron con los de Cassandra por un breve instante, y vio algo que lo inquietó. Ella parecía atrapada, incapaz de moverse, de hablar libremente.
Antes de que pudiera decir algo, Lord Ravenwood soltó el brazo de Cassandra con una sonrisa encantadora, como si nada hubiera pasado, y volvió su atención a Violet, retomando la conversación sin más. Cassandra permaneció en su sitio, inmóvil, pero Anthony notó cómo se frotaba el brazo donde su padre la había sostenido, un gesto casi imperceptible.
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Solo una Ravenwood (Anthony Bridgerton)
FanfictionAnthony Bridgerton y Cassandra Ravenwood han sido enemigos desde la infancia, pero sus familias conspiran para unirlos en matrimonio. Entre el odio y la atracción, ambos luchan por resistir un destino que podría cambiar sus vidas para siempre.