42. Regalo inesperado

1 0 0
                                    

—¿Gerónimo? —dijo Jose Luis al entrar al estudio.

—¡Aquí! —escuchó una voz, y luego se dirigió hacia la mano levantada.

—Jose Luis Urich —dijo acercando la mano para estrechársela— Roxana me dijo que...

Gerónimo tomó la mano de Jose Luis de una manera muy femenina. Luego le guiñó el ojo dejando a Jose Luis aturdido.

—Jose Luis, un gusto conocerte —ahora gritando— a ponerse las pilas muchachos, hay que hacer de éste papi, un papichulo.

Lo visten con terno, lo peinan, lo maquillan, lo hace posar con unas rosas rojas.

Jose Luis a cada rato preguntaba para qué esas cosas, no le gustaba que lo estén tocando tanto.

Los visten unas tres veces más, hasta que él dice.

—¡BASTA!, todavía no entiendo para qué tantas fotos.

—Para el programa, bueno papi, te voy dejando que tengo que pasar las fotos urgente, podes quedarte con el traje ya está pagado por el programa.

Jose Luis lo revisa, y se lo queda.

Agarra su teléfono y llama a Sergio.

—Sergio, sabés de un notario que pueda casarnos en tres días.

—Si conozco uno, lo llamo y los pongo en contacto.

—Mil gracias, ah y una cosa más, sé que en los últimos años, no he sido un buen amigo, pero últimamente vos has sido el único amigo que tengo. ¿Serías mi testigo?

—¿En serio? —preguntó Sergio sonriendo.

—Si, en serio.

—Claro, sería un honor para mí.

—Gracias Sergio, gracias por todo, sin vos no sería posible que yo pueda ser feliz.

Jose Luis cuelga con Sergio, y luego se acuerda de Sofía, la llama al teléfono.

Sofía no le quería atender.

—Tenés que contestarle —le dijo Jimena.

Sofía contesta.

—Hola, Jose Luis ¿cómo estás? ¿Te sentís bien? ¿Cómo están esos ánimos?

Jose Luis quería hablar pero ella no lo dejaba.

—Sofía ya basta, tenemos que hablar seriamente, quiero que nos veamos ya mismo.

—Uy no, ahora es imposible, tengo una clase en la universidad, a ver, voy a revisar mi agenda... tengo libre dentro de un par de años.

—Sofía ya basta.

—Está bien, nos vemos en el almuerzo, antes no puedo, en serio tengo que ir a clases.

Cuelga el teléfono y se levanta de la mesa en la que estaba.

—Bueno tengo que irme. Jimena vas a estar en el almuerzo en casa ¿no? Porque si vos no vas yo me desaparezco, tenés que ayudarme —dijo Sofía casi rogando.

—Si voy a ir, pero igual, sos vos la que tiene que hablar con tu hermano, tenés que explicarle todo.

—Si ya lo se, pero te necesito. Bueno, un gusto Catalina, chau Jimena.

Sofía se va y Jimena la mira marcharse.

—Ya parecés una madre.

—¿Madre? ¿Yo?, no digas boludeces, comencemos a trabajar que tengo que salir más temprano hoy.

—Mmmju, claro, desde que la chica está comprometida se toma todas las libertades el mundo.

—¿Comprometida? ¿Quién se casa? —pregunta Felix, el Jefe de Jimena que entra a la cocina.

—Yo —dijo Jimena sonriendo.

—Pero que guardadito lo tenías no, ¿y ya tienen fecha?

—Si, en tres días.

—Dios mío, y cómo no dijiste nada ¿y la luna de miel?

—La verdad no hemos pensado en nada de eso —dijo Jimena algo desconcertada, cayendo en cuenta de eso.

—La verdad es que no han pensado en nada, se comprometieron ayer —acotó Catalina.

—Pero ¡que rápido!, bueno muchísimas felicidades, y quiero que aceptes mi regalo de bodas.

—¿Qué?

—No puedes decir que no.

—Pero...

—Vas a sacar las vacaciones que no has cobrado desde hace tres años, y vas a escoger un lugar de destino para vos y tu esposo, y no me vuelven en menos de dos semanas, quedó claro. Todo corre por parte de la empresa.

¡OH POR DIOS!

—Pero, yo no puedo, eso es mucho... —dijo Jimena.

—Dije que no puedes decir que no. Acéptalo, es lo mínimo que puedo hacer, además mi esposa me hizo comprar esos paquetes por diez años de hotel todo incluido, y con tanto trabajo apenas los hemos ocupado.

El jefe sale del lugar.

—¡Qué suerte! —dijo Catalina con una sonrisa— creo que sos la favorita, me pregunto si a mí también me daría el mismo regalo.

—Que ¿pensás casarte?

—¿Vos estás loca? —dijo Catalina dándole en las nalgas a su amiga con una toalla de cocina.

—No, por eso te pregunto, por ahí te pico el bichito del amor, y te están dando ganas de casarte.

—No, no se habla más del tema —acotó seria esta vez.

—No, no se habla más del tema —acotó seria esta vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora