27. Recuerdo

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Jose Luis había ido a caminar por su antiguo barrio, el barrio donde creció cuando era niño

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Jose Luis había ido a caminar por su antiguo barrio, el barrio donde creció cuando era niño. Hacía eso cuando necesitaba pensar, y sin duda, aquello que había vivido hace apenas minutos atrás, le dejó la cabeza hecha un embrollo.

Jimena pudo haber estado esperando un bebé, y aunque él no podía ser el padre biológico, una parte de él se ilusionó con la idea. Luego los pensamientos comenzaron a inundar su cabeza. No tiene dinero, ni trabajo seguro, es responsable económicamente de su hermana menor y de su sobrino ¿cómo podía hacerse cargo de Jimena y su 'hijo'?

Jose Luis se sintió como un inútil. En el hipotético caso de que logre conseguir la herencia de alguna forma, ese dinero no lo ganó él, lo hicieron sus padres.

Nunca mostró el menor interés en los negocios de la familia, y tener ese dinero le permitía arriesgarse a hacer aquello que le gustaba o que soñaba, pero ahora que el futuro no se mostraba tan prometedor, ahora se arrepentía de haberse ido, de tratar de buscar una vida en el extranjero. Se arrepentía de no escuchar a su padre sobre los consejos que quería darle, y por sobre todo se arrepentía de haber tomado esas decisiones que acabaron con su carrera.

Ahí mismo se hizo a sí mismo una promesa. Pelearía por la herencia, por su hermana y su sobrino. El trabajaría, y sobreviviría solo con su propio dinero.

Caminando llegó hasta el parque. Aunque bastante avejentado, el castillo y su torre aún seguía en pie, ese castillo dónde pasaba horas jugando y esa torre donde una pequeña le robó su primer beso.

Sonrió, le gustaba recordar ese momento. Ese era su gran secreto de la infancia.

—¿Querés jugar? —preguntó él a la niña.

—Bueno ¿A qué jugamos? —respondió ella.

—¿A los piratas? —dijo el desenfundando un palo que hacía de espada.

—No —dijo ella— mejo juguemos a tomá el té.

—Wacala, eso es de niñas —respondió él.

—Y los pidatas es pada niños —dijo ella sacándole la lengua.

— ¿Y?

— ¿No ves que soy niña?

— Entonces no vamos a poder jugar —dijo él levantando los hombros y guardando su espada.

—Juguemos a que vos sos un pidata, y yo una pasteleda mágica —dijo ella con una sonrisa.

—Es lo mismo que juguemos por separado —dijo el cruzando los brazos.

—No, poque podemos estal casados, y tu tabajo de pidata lo haces, como el tabajo de mi papá, que se levanta tempano y vuelve en la noche.

—Mmm... bueno, entonces ¿nos casamos? —preguntó él.

—Ya.

—¿Y cómo nos casamos?

—Mi papá y mi mamá se dan un beso en la boca.

—Los mios también.

Ella se acercó para darle un beso en los labios. El cerró los ojos.

—Listo, ya estamos casados, ya puede ilse a tabajá, seño pidata.

Jose Luis recordó esa escena y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Si tan solo la vida fuera así de se sencilla —dijo con un suspiro. Dio una última mirada al parque y luego retornó a su auto para volver a casa.

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NOTA DE LA AUTORA

Como hoy el capítulo está super corto, haré una doble actualización.

Gracias por leer. 

Besos <3

Besos <3

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Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora