18. Promesa y venganza

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—... Jose Luis, no puedes dejar que algo así se te escape de las manos, solo por un simple capricho —le dijo Roxana.

—Pero no es un simple capricho, miren, agradezco mucho la generosidad pero no puedo casarme con su hija, no puedo casarme con vos, no te conozco —respondió José Luis, se lo notaba nervioso por la manera en que movía sus manos.

—Pero yo no digo que se casen hoy mismo, tiene un par de meses para hacerlo y el resto de la vida para conocerse —dijo Roxana, abriendo los ojos con gesto que indicaba que era lo más lógico que Jose Luis debía hacer .

—Mirá Jose Luis, no te conozco, pero me parecés un buen tipo, estoy dispuesta a casarme con vos para darle estabilidad a tu familia, mi madre me ha hablado muy bien de vos, y con eso me basta —dijo Romina tomándole de la mano.

—Además, más que la herencia, el futuro de tu sobrino es lo que se está jugando aquí —adjuntó Roxana.

Jose Luis se queda sentado en silencio en los sillones del patio por unos segundos.

—Nunca voy a permitir que me quiten a mi sobrino —dijo José Luis cerrando los puños.

—Seamos realistas, si pierden la herencia, se van a quedar sin nada, ¿qué van a hacer? ¿dónde van a vivir? Con qué dinero van a sobrevivir, vos mejor que nadie sabés lo que pasó con tu carrera, tu única salida es cumplir con las exigencias del testamento y casarte cuanto antes.

—Muchas gracias, pero necesito tiempo para pensarlo, no puedo darle una respuestas así nada más —dijo José Luis soltando la mano de Romina y luego tapándose con ellas la cara.

—Te propongo algo, salgamos en una cita, esta noche, si realmente creés que no vamos a poder compaginar ahí mismo se acaba, si por el contrario, creés que podemos esforzarnos para que esto funcione por el bien de tu familia, valdrá la pena intentarlo, ¿te parece bin?

—Sí, creo que sí —dijo rascándose la parte de atrás de la cabeza.

—¡Bien José Luis! —dijo Sofía apoyando su hermano.

Roxana, Romina y Jose Luis se están levantando y Jimena y Sofía se van nuevamente al cuarto de está, para que no sospechen de que los habían espiado.

—¿Bien Jose Luis? No, eso no está bien, él no la quiere, lo están obligando, si se casa con ella lo van a condenar a ser un infeliz —dijo Jimena preocupada por su 'amigo'.

—Un infeliz con plata —dijo Sofía mientras procedía a maquillarse.

—¿Sólo te importa eso? ¿La plata? Y tu hermano ¿qué? su felicidad ¿no cuenta? —pregunta Jimena indigna.

—Yo sé que la plata no compra la felicidad, pero si ayuda, y mucho —Sofía sacó su celular y comenzó a escribir un mensaje— le voy a contar a mi novio, que no vamos a perder la herencia.

Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora