8. Desempolvando a la vieja Jimena

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Al día siguiente, Catalina tocó el timbre unas cinco veces, hasta que por fin, Jimena le abrió

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Al día siguiente, Catalina tocó el timbre unas cinco veces, hasta que por fin, Jimena le abrió. Se había quedado dormida en la sala, cuando despertó en la noche no quiso ir a su cama, no tenía ganas de dormir en la misma cama que había compartido con Emanuel.

—Hola —dijo Jimena abriendo la puerta, dolorida por haber pasado la noche en el incómodo sillón y con resaca.

—Amiga —dijo Catalina abrazándola, intentando consolarla— nunca me gustó ese tipo para vos, no era más que un arrogante charlatan, además ni siquiera sé que le viste, no es ni lindo.

—¿Cómo sabes... —quiso preguntar Jimena.

—No hace falta ser una genia, mira el estado en el que estás —le respondió Catalina.

—Prometo no volver a enamorarme nunca más —dijo Jimena llorando en los brazos de su amiga.

—Jime, no hagas promesas que sabés que no vas a poder cumplir —dijo secándole las lágrimas.

Los próximos días Jimena estuvo destruida, se pasaba todo el rato llorando, hasta se había adelgazado, no tenía ganas de comer, ni de salir. Sin duda, haber dado a Emanuel una segunda oportunidad le había afectado más que cualquier otra ruptura.

—¿Sabés que es lo que necesitás? Un hombre, uno que te haga feliz —le dijo Catalina intentando subirle el ánimo a su amiga, en el restaurante.

—No Cata, ya te dije que no quiero volver a enamorarme nunca —respondió volcando los ojos.

—¿Quién dijo algo de amor? Yo dije que necesitas un hombre, un hombre y nada más, te voy a conseguir uno.

A Jimena no le parece buena idea, así que la ignoró mientras leía una revista. En ese preciso momento vio a una clienta que se dirigía al baño. Le pareció familiar, así que la siguió. Definitivamente era ella.

—Es una mierda todo lo que me dijiste —le increpó Jimena.

—Perdón —dijo ella ofendida.

—Hace unos meses atrás, me dijiste que el gran amor de mi vida ya lo había besado, y volví con mi ex, pero caí redondita y volvió a ponerme los cuernos. El amor no existe —le dijo Jimena desesperada.

—A ver querida, cuando los arcanos me hablan, no hay error. Quizás quien se equivocó fuiste vos, no volviste con el indicado. ¿Vos sos la que tiene una amplia lista de hombres besados? ¿no? ¡ja! ya veo tu problema.

—Tampoco es que es una 'amplia lista', son varios sí, pero no es que sea una facilota.

—No te estoy juzgando, simplemente veo el problema en el que estás. Te recomiendo que hagas una lista con todos los que has besado, aunque haya sido por error, aunque no te acuerdes su nombre, y ven a visitarme, quizás pueda ayudarte —dijo entregándole una tarjeta.

Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora