5. El flechazo

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Después de tres meses de haber retomado la relación con Emanuel, para Jimena todo está de maravilla

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Después de tres meses de haber retomado la relación con Emanuel, para Jimena todo está de maravilla. Estan más enamorados que nunca, desde hace un mes Emanuel vive con ella en el departamento de Jimena, y en este periodo él le ha demostrado que su cambio es para bien.

Jimena se siente plena, siente que es feliz, solo le falta que su mejor amiga Catalina y Emanuel hagan las paces, ese sería, para ella, el Cherry del helado.

Un rayo de sol que ingresa por la ventana la hizo despertar, de a penas tomó el teléfono para ver la hora y de un brinco se puso de pie.

—Demonios, me quedé dormida. ¿Por qué hoy? ¿por qué a mí?

—Tranquila mi amor, quédate un rato más en la cama —dijo Emanuel, mientras la abrazaba para intentar retenerla un rato más.

—Imposible, hoy va a ir el inversionista al restaurant, y quiero mostrarle mi proyecto —dijo mientras se recogía el cabello en un moño alto y se vestía con lo primero que encontró.

—Tranquila, seguro que lo vas a impresionar —dijo Emanuel mientras le dio la espalda e intentó continuar durmiendo.

—Claro, eso si lo encuentro. Adiós amor, nos vemos más tarde. ¿Pasas por mí?

—Hoy no puedo, tengo una reunión a la que no puedo faltar.

—¿Cuál reunión? —preguntó mientras intentaba arreglar un poco su desaliñado cabello.

Emanuel balbuceó algo inentendible y siguió durmiendo.

—Bueno hablamos después —dijo sabiendo que ya no la estaba escuchando.

Salió del cuarto a toda prisa, tomó la cartera que había dejado en la mesa del comedor, y un maletín con unos papeles y la computadora. Cerró la puerta detrás de ella. Corrió hacia el ascensor, apretó el botón para bajar, pero este no se movía. El extraño vecino de al lado, el señor Ítalo junto a su perro Dexter estaban esperando para bajar.

—Hace rato que lo llamé y todavía no llega —le dijo el señor Italo, un señor de edad avanzada, que le encantaba salir a caminar a la calle, con su perro y su bata de cama.

Desesperada por el poco tiempo que le quedaba para llegar al trabajo decidió bajar los cinco pisos a pie.

Para cuando llegue a la recepción, el señor Italo y Dexter estaban saliendo del ascensor, mientras ella apenas podía respirar.

Salió a la calle y se subió en el primer taxi que encontró.

—Por favor, al Tomatillo lo más rápido que puedas.

El taxi emprendió el viaje, a los 10 minutos se encontraron con un tremendo embotellamiento. Se quedaron sin moverse por más de dos minutos, situación que la desesperó aún más.

—Seño... no creo que esto mejore, si tiene mucha prisa, le recomiendo que camine, no son más de cinco cuadras derecho —le sugirió el taxista, mirándola por el espejo retrovisor.

Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora