Sofía había vaciado todo su closet buscando qué ponerse, estaba muy nerviosa.
—María, ¡María! —grita Sofía al borde de la desesperación.
María entra al cuarto.
—Pero niña qué pasó aquí, parece que pasó un tornado por su cuarto.
—María, dónde está mi vestido azul.
—¿Cuál?
—El vestido azul, el que tiene la rosa en uno de los hombros, no lo ha llevado a la tintorería.
—¿Este? —preguntó María mientras tomaba uno del suelo.
—Sí ese —Sofía se lo pone encima— ¡ay ya no me gusta!, no tengo nada que ponerme.
—Pero niña, ¿ha visto lo que tiene? Podría vestir a todo un país con todo esto.
—Ya María, no sea exagerada y ayúdeme a escoger que me pongo para hoy en la noche.
—Bueno, quizás no un país, pero niña tiene mucha ropa... —dijo María. Sofía la mira fijamente mientras pone una mano a la cintura, claramente no estaba con el tiempo ni humor para sus chistes y María se percató de ello— ¿Cuál es la ocasión?
—Voy a salir a cenar con Alejandro —dijo tragando el nudo que se le había formado en la garganta. Esa sería la noche, y aunque amaba a Alejandro estaba nerviosa y no tenía con quien conversar sobre ello, y por más que quiera mucho a María, seguramente le iba a salir con algo como que no debía estar haciendo esas cosas y que no se deje tentar por el demonio, si de por sí ya estaba nerviosa, eso elevaría su nivel de estrés a estados estratosféricos.
—Y si se pone éste vestido palo de rosa.
—No María, no me ve que estoy más blanca que la leche. Tiene que ser algo que me favorezca en la circunstancia en la que estoy ahora, porque magia no puedo hacer.
—Entonces éste...—dijo alcanzándole un vestido floreado que Sofía rechazó al segundo.
—Familia —entró José Luis con Jimena— familia, tengo un anuncio para hacerles —luego le dijo a Jimena— espérame aquí —fue a traer el anillo que había dejado sobre la mesa al medio día y se lo puso a Jimena —. Te dije que tenía tu anillo —respiró profundamente— Jimena, te me habrás adelantado con la pregunta, pero siempre fuiste mi primera opción.
Jose Luis le pone el anillo a Jimena. Ella estaba perdida, entre el anillo, sus pensamientos, sentimientos, y esos hermosos ojos grises llenos de brillo que tenía delante.
En ese momento apareció Pablito, María y Sofía.
—Familia, Jimena y yo estamos comprometidos.
—¡Sí! —gritó Pablito— ¿o sea que vas a ser oficialmente mi tía, pero de corazón mi mamá?
ESTÁS LEYENDO
Cansada de besar sapos
No FicciónCuando Jimena, una chica enamoradiza, se encuentra nuevamente frente al desamor, le llega un extraño mensaje, indicándole que el gran amor de su vida ya lo ha besado. ¿Qué puede hacer ahora para saber cuál de todos es?