CAPÍTULO 33

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Entre la oscuridad del bosque los shinobis de Konoha comenzaron a percibir el ruido bullicioso del distrito rojo. Solo había una manera de entrar y salir de aquella isla y era a través del embarcadero. Se habían plantado la idea de irse por el mar con ayuda de chakra, pero aún no estaban del todo recuperados y tendrían obstáculos teniendo en cuenta que se trataba de una isla ilegal su acceso era muy difícil muchos guardias custodiaban los alrededores era cuestión de días para que descubrieran la guarida abandonada del coleccionista carmesí.

Madara frunció el ceño, estaba molesto por tener que usar gafas, no eran de su agrado y aquellos accesorios le parecían ridículamente estúpidos. Shikamaru les había entregado gafas negras a él y a Sakura para ocultar su ceguera. Sakura se aferraba al brazo de Sasuke, se sentía incómoda con el ruido martillando sus oídos, el aire frío de la noche golpeaba sus mejillas calientes.

Las calles estaban iluminadas por luces cálidas, las diferentes melodías se mezclaban entre sí, era un lugar perfecto para el libertinaje. Las cortesanas se acercaban a los hombres que pasaban por los burdeles. Había para todos los gustos y fetiches. Desde chicas muy jóvenes hasta señoras de avanzada edad. Niños en las calles con características raras haciendo malabares para atraer la atención del público, ancianos tocando instrumentos esperando recibir a cambio unas cuantas monedas, puestos de objetos sexuales y otros de armamento ninja ilegal, ryokans, burdeles, bares y casas de apuestas donde se podía escuchar gritos de victoria y derrota. En una de ellas un hombre de altura baja y complexión delgada era empujado por dos tipos robustos de seguridad del lugar. El hombre pataleaba y forcejeaba con los guardias pidiendo jugar una ronda más, pero tal parecía que ya no tenía nada que ofrecer al dueño de la casa.

En cuanto pisaron la calle principal las damas de compañía les llovieron a los chicos. Trataban de mantener perfil bajo, pero sus caras no se los permitían. A las "señoritas" les era imposible pasar por desapercibido la belleza de los hombres y un punto a su favor eran jóvenes, "clientes perfectos". Incluso el hombre maduro les parecía una belleza celestial. Cualquiera que lograra enredar bajo sus faldas a uno de ellos levantaría la reputación del burdel donde trabajaban.

Algunos pobladores cuchicheaban mirando fijamente al Hyuga y a sus acompañantes. Comenzaban a llamar la atención más de lo debido, pues se había esparcido el rumor de que el heredero Hyuga estaba de visita por aquellas islas. Muchas jóvenes se ilusionaron y brincaron emocionadas creyendo que podrían engatusar al joven y ser convertidas en esposas o concubinas y de esta forma poder liberarse de las ataduras que las mantenía cautivas en la isla. No todas las chicas que trabajaban ahí estaban por voluntad propia, muchas de ellas eran víctimas y otras simplemente vieron una forma fácil de poder alimentarse y sobrevivir.

—Por aquí cariño te atenderemos muy bien —dijo una de las prostitutas acariciando el brazo del Hyuga, caminando a su lado.

Neji arrugó el entrecejo mirándola disgustado ante su cercanía, la hizo a un lado sin delicadeza continuando su camino. Alzó la vista y se encontró con un ejército de cortesanas listas para acecharlo. El Hyuga maldijo bajo esquivando a las chicas mientras lideraba el camino de sus compañeros de equipo.

Sakura dio un grito cortado cuando sintió unas manos frías en su cuerpo. Sasuke quitó a la chica que se había acercado lascivamente a su esposa —. Tranquila —le susurró a la pelirosa.

—¿Que es este lugar? —preguntó con desagrado, escuchando los chillidos de mujeres y la música proveniente de los puestos ambulantes.

—El distrito rojo.

—Cielo aquí tenemos los mejores postres que jamás hayas probado —ofreció una anciana haciendo señalamientos para que ingresaran a su establecimiento.

EL CLAN UCHIHA... ROSA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora