Capítulo 29

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— Así que... ¿ya no crees en el amor? —inquiere confundido.

Después de que terminara de entrenar, esperé pacientemente a que superará sus tiempos en el agua. Tuvimos la grandiosa idea de comprar helado y comida china para ver películas en su habitación.

Y desde entonces no hemos salido de aquí.

— No —afirmo segura de mi decisión.

— ¿Por qué

— Porque si.

Lizzy —ríe—. Llevas hablando de lo confuso que es el amor y los hombres desde que estábamos comprando el helado, ¿qué paso?

«¡Tu hermano! ¡Eso pasó!»

— Nada —encajo la cuchara en el bote de helado llevandomela a la boca.

Niega quitándome la cuchara de las manos.

— Dime, cariño mío —pide haciéndome ojitos.

Rio cubriendo su rostro con mi mano.

Suspiro.

— Digamos que hipotéticamente tengo algo con alguien, y ese alguien suele actuar muy impulsivamente. —comienzo a hablar sin parar, soltando mi frustración—. Es lindo, amable y atractivo, pero algunas veces me confunde con su indiferencia o sus insinuaciones, es todo muy confuso. Le muestro que confió en él pero parece no creerme y...

— Si, Nicholas suele ser así.

Abro los ojos volteando.

— Lo sabes —más que preguntar lo deduzco.

Sonrie timidamente confirmando mis sospechas, el miedo me invade.

— Es obvio —responde con una mueca.

— Puedo explicarlo...

— No hay nada que explicar —sonríe sujetando mis manos—. No estoy molesto o algo por estilo, me siento un poco traicionado de que se lo contaras primero a Ben, pero no me molesta la idea.

— Si quería contarte pero tenía un poco de miedo por cómo ibas a reaccionar o cual seria tu primera idea del asunto —explicó.

— Creeme me agrada la idea —asiente sonriendo con burla.

— ¿Seguro?

— ¡Claro que sí! —exclama alegre—. Ahora cuéntame, ¿qué pasó entre ustedes?

— No creo...

— Oh vamos —deja caer sus brazos con exasperación—. Ya me explicaste como se coloca un tampón, eso es demasiada confianza, esto no es nada.

Me sonrojo de la vergüenza.

— Nos besamos —susurro.

— ¿Y?

Muerdo el interior de mi mejilla con nerviosismo.

— Me enseño unas cosas.

Sonríe con sugerencia motivándome a continuar.

— Me enseñó a generar placer —murmuró cabizbaja consumida por la vergüenza.

Ríe a carcajadas, levantó la mirada confundida, topandome con sus mejillas sonrojadas y su sonrisa.

— Si que no pierden el tiempo —canturrea divertido, golpeo su hombro con diversión—. ¿Y te gusto?

— Fue muy lindo y dulce —confieso ladeando la cabeza.

— ¿Nick? —asiento—, ¿Dulce? Jamás había escuchado esas dos palabras juntas.

— Me gusta como me mira —sonrío—, como si...

La Herencia BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora