La Herencia Blackwood

Capítulo 40

Advertencia: Mención sexual (dedeo), a mitad del capítulo y al final (faje sin ropa)

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— Blackwood

— Elizabeth Blackwood

— ¡Señorita Blackwood! — Levantó la mirada saliendo de mi ensoñación, la profesora tiene una expresión molesta.

— ¿Si profesora?

— A la oficina del profesor Jenkins, ahora.

Recogí mis cosas rápidamente, me levanto de mi lugar sin atreverme a mirar. Puedo sentir las miradas en mi desde el momento en que escuché mi apellido.

Salgo del salón llena de frustración, últimamente no logro mantenerme enfocada en este plano.

— ¡Maldición! —gruñó al impactar contra alguien.

— Perdón, completamente mi culpa.

Respiro hondo forzando una sonrisa, levantó la mirada topándome con un rostro claramente arrepentido, el chico sonríe coqueto al ver que mi atención está en el, levantó la ceja sin expresión al notar su nueva postura.

— Tu debes ser Elizabeth —canturrea señalándome con la punta de su dedo.

— Blackwood —corrijo bajando su mano—. Elizabeth es solo para los amigos.

— Mmm —asiente—, ya veo.

Sus ojos bajan escaneando mi figura, un brillo divertido se ve reflejado en ellos.

Carraspeó.

— Si me disculpas tengo que...

— ¿Vendrás a la fiesta?

Frunco el ceño confundida.

— ¿Qué?

— Creí que habías sido invitada, no te preocupes tengo más invitaciones.

— Fui invitada —lo detengo cuando tiene intenciones de buscar algo en su mochila.

— Serás mi invitada de honor.

Evitó rodar los ojos al escuchar el tono petulante en su voz.

— Pensé que Green sería la anfitriona —mencionó tratando de encontrarle pies y cabeza a esta conversación.

— Ya conociste a Alice —seńala en un tono burlón,

— Demasiado amable —murmuró mordiendo el interior de mi mejilla.

— ¿Tan hostigosa fue?

Inclino mi cabeza incrédula por la forma en la que la llamo.

— No deberías referirte de esa manera con ella, menos si es tu amiga.

— No es mi amiga —niega sonriente.

Abro los ojos ante su indiferencia.

— Peor aún si es tu novia.

— Sigues equivocada —ríe cruzando sus brazos a la altura de su pecho con altaneria—, intenta de nuevo, nena.

Bufo incrédula por su forma tan confianzuda de hablarme, todavía se atreve a coquetearme cuando ni siquiera lo conozco.

— ¿Sabes que?, en realidad no tengo tiempo para esto, ten un lindo día.

Paso a su lado, esquivándolo, lo más rápido posible para evitar alargar esta inecesaria conversación.