Advertencia +18
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Cierro la llave de la ducha.
Estiro mi mano en busca de mi albornoz para cubrir mi cuerpo, salgo de la ducha haciendo un nudo en mi bata de baño.
Cada paso que doy me duele más que el anterior.
Después de ese para nada intento de asesinato en mi contra, Nicholas se ha puesto más estricto con los entrenamientos de cuerpo a cuerpo. Las marcas de sus manos en mis caderas causadas esa noche de la exposición son opacadas por los pequeños moretones y raspones de mis entrenamientos.
Seco mi cabello con una toalla de la repisa, parandome enfrente del espejo.
Arrojo la toalla al cesto de ropa sucia, ondeo mi cabello para que se rice naturalmente.
Cierro la puerta del cuarto de baño, pego un brinco al ver una figura masculina sentada en mi cama. Reconozco esa espalda ancha y musculosa, el cabello negro.
Me acerco cautelosamente, rodeando la cama, no voltea se mantiene erguido mirando un punto fijo, preocupada llamó su atención.
— ¿Nick?
— Te necesito, bonita —gira su rostro con una expresión de cansancio.
Sus fuertes manos me sujetan de las caderas, colocandome enfrente de él, observo en silencio como deja caer su cabeza hacia enfrente, recargando en mi vientre con naturalidad, la respiración se me corta por el acto de confianza.
Acaricio su cabello con suavidad.
Lo siento mal, desde que volvió de Canterbury tiene esa expresión de cansancio, entrena de más para sacar todo lo que acumula por no saber soltarlo de manera verbal, se destruye él mismo al no querer platicar lo que hizo, lo que el consejo le pidió hacer.
— ¿Qué sucede?
Levanta la mirada con pesar, el profundo azul cielo de sus ojos me mira con culpa.
Sujeta mi muñeca con suavidad alejandola de su cabello, deja un casto beso en el dorso de mi mano.
Paso saliva al ver como su mirada se pierde en el nudo de mi albornoz.
— Nicholas... —se me escapa un leve susurro, al ver cómo deshace el nudo con tanta facilidad.
— Quiero darte placer Elizabeth...dejame enseñarte —acaricia en círculos mi vientre desnudo.
Mi respiración se vuelve pesada al sentir su caliente respiración cerca de mi intimidad, sin ninguna barrera de por medio. Las piernas me tiemblan de la expectación de sentir más de su toque.
— E-Enseñame...quiero que me toques.
Confieso avergonzada de mi propios deseos, las mejillas me arden, el vientre se me contrae, deseo que sea él quien me enseñe, con quien experimentar esta nuevas sensaciones abrumante, confío en que respetara mis limites.
Sólo porqué es él.
Una sonrisa llena de emoción hace que sus hoyuelos se marquen.
Cierro los ojos al sentir sus labios en mi cadera, jadeo al sentir la humedad de ellos.
La cama rechina al levantarse, me siento pequeña ante su impresionante altura, tengo que levantar por completo la cabeza para verlo a los ojos y aun así no es suficiente por eso el siempre baja la cabeza a mi altura.
— Si llego a incomodarte, dimelo, si deseas algo, no dudes en pedirlo —su tono es demandante, pero la seriedad en sus palabras solo reflejaba lo dispuesto que estaba a complacerme, a poner primero mi seguridad ante su propio placer.
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La Herencia Blackwood
Misteri / ThrillerTras cinco años de ausencia, Elizabeth Blackwood regresa a Inglaterra para despedirse de su último familiar. Pero su retorno la arrastra hacia un abismo sombrío, donde las mafias internacionales -rusa, mexicana, italiana, japonesa e inglesa- juegan...